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Figuras del cine, el arte y la literatura se encontraron el martes por la noche en la embajada de España, que organizó el Equinoccio cultural 2008 , primera edición de una excusa para celebrar la cooperación cultural entre la Argentina y España.
La velada sirvió también para rendirle tributo al bailarín Julio Bocca , que desde que se retiró el año último luce desde diciembre nuevo corte de pelo. Tan distinto está que muchos no lo habían reconocido. La artista plástica Renata Schussheim , sin embargo, sí. Y posó junto a él encantada. A Bocca, sin embargo, le gusta que no lo reconozcan tan fácilmente: "Esa es la idea", decía con una sonrisa tímida al embajador, que también había tenido sus dudas con respecto a la identidad del bailarín.
Dos de los primeros en llegar fueron la actriz Graciela Borges y su colega Ricardo Darín : con unos segundos de diferencia, se encontraron en la entrada e intercambiaron un abrazo cálido y unas palabras, tratando los dos, quizá, de ponerse al día.
En tanto, la actriz China Zorrilla estaba sorprendida de ver tanto famoso, incluso al actor español José Sacristán , por estos días en Buenos Aires, con motivo de la obra Dos menos , que se estrenará el 29 del actual en La Plaza. Estaba sorprendida porque, confesó, había llegado al agasajo sin saber de qué se trataba. "¡Ah, esto es para nosotros!", comprendió al rato, poco antes de saludar al embajador Rafael Estrella , muy solicitado, como buen anfitrión.
Borges también quería saludar al embajador, y en un momento comenzó a inquietarse, decidida a irse (de la sala, no de la fiesta) si el embajador tardaba en desocuparse. En eso apareció el periodista Jorge Lafauci y ella se acercó a saludarlo (él le plantó un beso en la boca), pero claro, entre tanta reverencia, el embajador desapareció y Borges, al percatarse, exclamó: "¡¿Dónde está el embajador?!"
En el jardín, el actor Enrique Pinti y la joven Luisana Lopilato también disfrutaban, entre otras cosas, de la tortilla de patatas y el gazpacho que circulaban por la embajada, mientras todos escuchaban con entusiasmo el discurso del luthier Marcos Mundstock, que aclaró algunos términos equivocados del mundo de la danza ( partenaire , explicó, significa en realidad para tener , para tener al compañero...) y observaban, después, la coreografía del Ballet Argentino.
Darín, acosado en un rincón por los flashes y las cámaras, y enceguecido por los focos que proyectaban sobre una pantalla el logo del encuentro, daba entrevistas a uno y otro medio, con cara de aturdido. "¡No te distraigas!", le gritaba, frustrada, una fotógrafa que no lograba retratarlo de frente. "Es que sos muy exigente", se defendió él, con expresión de temor. ¡Cuánta tiranía! Habrá pensado.
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