Conciertos de Navidad en el Teatro Colón
A la misma hora en que la mayoría de sus compañeritos regresan de la escuela y se disponen a tomar la merienda, ellos bajan hasta el tercer subsuelo del Teatro Colón para ensayar.
Eso sí, sólo basta escucharlos cantar y, sobre todo, observar sus caras sonrientes para saber que ninguno de los pequeños integrantes del Coro de Niños del Colón extraña las galletitas y la tele.
Y eso que para poder participar del grupo deben someterse a una actividad intensa. De martes a sábado, durante casi dos horas, cuarenta chicos de entre 8 y 12 años aprenden a cantar y se preparan para sumar sus voces blancas en las óperas de la temporada lírica que así lo requieran. "Attila", "Parsifal", La Bohéme","Mefistófeles", "La zorrita astuta", son algunos de los títulos en los que los seguidores de la ópera en el Colón pudieron comprobar el desparpajo y el profesionalismo de estos pequeños artistas, en las últimas temporadas.
Tradición recuperada
El objetivo principal del Coro que dirige Valdo Sciammarella es la ópera, pero también se prepara, bajo su guía, para participar en obras sinfónico-corales y -cuando les queda algo de tiempo- en conciertos a capella. Retomando una vieja tradición, Sciammarella propuso que los chicos realicen hoy, mañana y pasado mañana, a las 19, tres conciertos navideños, con entrada libre y gratuita, en la escalinata del hall principal del Colón.
"Todos los años tengo preparado un programa de concierto navideño, porque es usual que me los pidan, tanto en el Teatro como de otras instituciones", comenta Sciammarella.
Por cierto, se trata de un programa amplio en todo sentido, ya que los chicos cantarán obras de diferentes períodos, estéticas e idiomas. Así, se escucharán obras del "Cancionero de Upsala", "Cuatro Canciones de la Fuente de la Juventud", de Brahms; el poco escuchado "Laudi alla Vergine María", de Verdi; el Ave María de Kodaly, "Navidad nuestra", de Ariel Ramírez; dos obras del propio Sciammarella y cuatro "Pastorali Transilvane", de Vlad.
Si bien la natural prioridad del Coro de Niños del Colón es el repertorio lírico, siempre que puede Sciammarella incorpora este tipo de obras que le permiten, junto con el repertorio sinfónico coral, mantener afilado y afinado a los pequeños coreutas.
Según comenta el director y compositor, fue durante la gestión de Alberto Alonso, a mediados de los años 70, que se hizo la experiencia de realizar conciertos corales con los chicos en la escalinata del hall. Ya en aquella ocasión, Sciammarella pudo comprobar que ese espacio funcionaba bien para el canto coral, ya que "tiene muy buena acústica, del tipo de las iglesias", según explica.
Pensando en 2002
La actividad 2001 del Colón finalizó, pero Sciammarella y sus chicos ya se están preparando para los desafíos de la próxima temporada.
"Tenemos que cantar en "La condenación de Fausto", de Berlioz, y probablemente la Tercera Sinfonía, de Mahler, que son nuestras prioridades ahora", comenta a partir de los anuncios -todavía extraoficiales-, de lo que será la temporada 2002 de ópera y de la Orquesta Filarmónica.
Es que la preparación de las obras le lleva su tiempo, porque los chicos cantan todo el repertorio de memoria. Efectivamente, durante el ensayo que presenció LA NACION, fue llamativo comprobar que todos los chicos repasaron una a una las obras de estos próximos conciertos navideños, saltando del latín al rumano, como si fuera un simple juego. Y sin partituras de por medio.
Desde el piano, Sciammarella dirige con las manos, mientras va marcando algunas notas para afirmar la afinación o para repasar un determinado pasaje.
Chicos y chicas entremezclados -a esta edad los varones pueden tener voces tanto o más agudas que las chicas- cantan con seriedad profesional hasta que, terminada la obra, estallan en un griterío propio de recreo escolar.
De buen humor, el propio Sciammarella, que podría ser el abuelo de sus dirigidos, aporta alguna que otra broma, pero sin por eso dejar el trabajo. También cuenta con el apoyo de la coordinadora Kitty Follmer, que lo ayuda en la actividad cotidiana y, también, a calmar de tanto en tanto los bríos de los jovencísimos cantantes.
Sciammarella es un convencido de su opción pedagógica, que privilegia el oído y la memoria musical, por sobre el aprendizaje de la lectura de partituras. Y tiene una serie de argumentos para defender su método: "Los chicos que están en este coro tienen que salir al escenario a cantar en una ópera. Tienen que hacerlo de memoria y además de cantar tienen que actuar, correr, moverse en escena. Y he comprobado que, si empiezan su formación por la lectura musical, la memoria es más lenta e insegura".
El director y compositor considera como fundamental para la formación musical en general "el desarrollo de la memoria auditiva. Hasta la edad en que el chico puede empezar a racionalizar la música, alrededor de los 12 años, me parece importantísimo enseñarle todo desde el punto de vista auditivo".
Sciammarella prefiere ponerles el nombre a los parámetros de la música sólo después de que los chicos la hayan experimentado y no al revés: "La música no son palabras, sino un lenguaje sonoro que es necesario desarrollar. Si primero se lo explica con palabras esto no ayuda al desarrollo musical del chico".
La práctica directa, intuitiva y cotidiana es el eje del trabajo de Sciammarella que, sobre todo, no quiere que la intensa tarea de preparación se transforme en una soporífera actividad para chicos que todavía están en la escuela primaria: "Para mí esto tiene un fundamento, no es una cuestión de comodidad. He visto en los conservatorios esas clases de solfeo en las que todos se dormían, incluso a míme pasó", comenta sonriendo.
Es por eso que, en los ensayos, "juego mucho con los chicos, les digo chistes y macanas. Es un trabajo que consume mucha energía, pero eso hace que ellos actúen en forma desinhibida. Me parece que he conseguido desarrollar una cosa pasional en ellos", concluye orgulloso.
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