Contigo en la distancia
Mariano Torre y Elena Roger hablan de la experiencia de hacer juntos Otro corazón y de los dilemas de una carrera en el exterior
NUEVA YORK.- Elena Roger y Mariano Torre, que están juntos, pero no están casados ni tienen hijos, interpretan en Otro corazón , que se estrena hoy, a un pareja que sí está casada y que está esperando un hijo. Roger vive desde hace casi un año en Nueva York, donde protagoniza el musical Evita , en Broadway. Y Torre vive en Buenos Aires, donde recientemente grabó un episodio del unitario Historias clínicas .
Otro corazón , ópera prima de Tomás Sánchez, cuenta la historia de una familia de Sunchales (Santa Fe) atenazada por la enfermedad del padre (Carlos Moreno), la decisión de su hijo menor (Torre) de conseguirle un trasplante a cualquier precio y la de su hijo mayor (Fabián Gianola) de mantener la calma. Además, hay una cooperativa agrícola con problemas financieros (donde trabajan Lito Cruz, Betiana Blum y Pepe Novoa), cuyos destinos están en manos del personaje interpretado por Torre, que se niega a extenderles otro préstamo.
Sentados en un café del barrio de Chelsea, en Manhattan, muy cerca del departamento de Roger, conversaron con LA NACION sobre la película y sus proyectos.
–¿Cómo llegaron a la película? Roger: –Yo llegué porque estaba haciendo La vida anterior, de Ariel Broitman, donde Tomás Sánchez, el director de Otro corazón, estaba trabajando como coach actoral. Nos empezamos a conocer ahí, en el proceso de la peli. Él, que estaba armando el elenco para la otra película, me dio el guión. Me dijo: "Si sale, ¿querés hacerla?". Y bueno, salió.
Torre: –Yo llegué después. Durante el proceso de armado de los personajes, me llegó la propuesta y me pareció interesante lo que me obligaba a trabajar y el lugar donde me obligaba a ponerme.
–Además te tocó el más principal en una película con varios personajes principales. Torre: –Sí, el que lleva el hilo.
Roger: –¿Viste la película?
–Sí, claro. Es difícil hacer una entrevista sin ver la película. Roger: –¿Y dónde la viste?
–¿Ustedes no la vieron? Roger: –¡No!
–La producción me pasó un link con una contraseña. Si quieren después se lo paso. Volviendo a la película: Mariano, a simple vista parecés bastante distinto de tu personaje. Roger: –¡Redistinto! Nada que ver.
Torre: –Sí, sí. Tiene un poco que ver porque soy yo el que lo hace. Tiene partes mías que yo no uso en lo cotidiano y que no me parecen atractivas de mí. Eso me atraía del proyecto. Yo tenía que correrme de las herramientas que tenía más a mano para buscar otras, otros colores.
–Es un personaje por el que a veces es difícil sentir simpatía. Torre: –Es insoportable, un dolor de huevos.
–¿Cómo manejaste eso? Torre: –Fue un proceso muy difícil hacer la película. Estuve inmerso en esa energía durante las seis semanas de rodaje. Un proceso muy doloroso, porque fue tener que bucear en esa energía durante mucho tiempo. Era un gran dolor conectarse con ese costado. Me costó, pero es lo que más rescato de la película. Fue uno de los trabajos que más me enseñaron. Y de la peor manera. Por todas estas cosas que te decía. Por ser un dolor de pelotas.
Roger: –¡Pero a mí igual me contestaba bien en casa!
–La idea de incluir canciones en la película, ¿estaba clara desde el principio? Roger: –La película que yo estaba haciendo antes era sobre un estudiante de canto lírico y quizá Tomás vio eso en mí. Como mi personaje en Otro corazón es el de una chica que era cantante, pero había dejado su banda para dedicarse a ser profesora de canto, creo que por eso pensó también en mí. Estuvo muy bueno, porque además las canciones son de un amigo mío, Javier López del Carril, que hizo la música de la película. Yo se lo presenté a Tomás, y Javier tenía estas canciones que ya estaban hechas y que daban con la temática de lo que Tomás quería contar, y a Patricia [Sosa] también le gustaba lo que tenía que cantar... Todo se fue armando. Cuando se hacen proyectos acá en los Estados Unidos todo toma tiempo, pero nosotros allá [en la Argentina] es tac-tac-tac, es como magia.
–¿Cómo fue tu experiencia de rodaje con Lucía Puenzo en Wakolda? Roger: –Muy buena. La película es sobre los años de [el jerarca nazi Josef] Mengele en la Argentina. Fue un proceso muy interesante. Tuve que hablar en alemán y en hebreo, porque mi personaje es una agente del Mossad, el servicio secreto israelí. Es un personaje chiquito dentro de la película, pero muy fuerte. Además, era todo lo que podía filmar mientras hacía Evita, porque no me podía ir mucho tiempo.
–Se estrenaron o se estrenarán varias películas tuyas juntas. ¿Es casualidad o es una dirección que te gustaría profundizar? Roger: –Hace tiempo que vengo buscando películas. Ahora de repente se abrió una puerta y empezaron a entrar todas juntas. Es difícil entrar en el medio del film, como en la televisión, pero la película de Lucía ya es la cuarta que hago. Y me gustaría hacer más. Me encanta el cine, me gusta mucho. No dejaría el teatro, pero me gustan mucho las películas. Me parece un laburo interesante, oxigenador. Hacés una película, después otra. Cambiás de personaje todo el tiempo.
–¿Te gusta que sean películas argentinas o harías cine en cualquier lado? Roger: –Me gusta que sean argentinas porque es lo más fácil para mí. Si fuera un idioma que no conozco o en un país que no es el mío sería más difícil todavía. A lo mejor vendrá alguna extranjera, pero por lo pronto está bueno que sean argentinas. Me gusta. Además me parece que el cine nacional tiene cosas muy interesantes. Como es muy difícil hacerlo, también tiene mucha pasión. Hay siempre una gran unidad en el set y con los técnicos.
–¿Distinta de la del teatro? Roger: –Sí. Porque en el teatro uno trabaja con los actores. De la parte técnica uno a veces se olvida. Si estás en el escenario y hay un utilero que te tiene que dar algo, ése es todo tu contacto con el utilero. En cambio en el cine trabajás con el técnico. En el teatro, cuando ya se armó la obra, casi no hay relación.
–¿Hasta cuándo vas a hacer Evita? Roger: –No tengo fecha definida. Va a ser en algún momento del año que viene.
–¿Y después qué? ¿Dónde vas a vivir? Roger: –Nos volvemos a Buenos Aires. Eso seguro. Él está ahora un par de meses de visita, pero se hace difícil la distancia. Acá está muy bueno, pero no se me ocurre quedarme a vivir. Siento que tengo una carrera más expandida que sólo estar acá. Me gusta hacer cosas en Buenos Aires y esperar proyectos donde sea estando en Buenos Aires. Me gusta estar en casa.
Torre: –Y yo estoy acá medio de prestado, entonces mi relación con Nueva York es otra. Además uno a veces necesita la adrenalina del trabajo. Igual acá estoy haciendo un montón de cosas, ocupándome de nuestra fundación, escribiendo un proyecto mío, estoy viendo si hago un entrenamiento de actuación con un docente del Actors’ Studio, hago yoga, paseo mucho por la ciudad, aprendo, me nutro de otra cultura. Veo mucho teatro.
Roger: –Tratamos de ir al teatro todos los miércoles, cuando no tengo función. Es una cosa recopada que está bueno compartir con él.
–¿Qué vieron recientemente que les haya gustado? Roger: –El otro día vimos Glengarry Glen Ross [Codicia], con Al Pacino. La pasamos muy bien.
Torre: –Lo mejor que vimos, creo, fue Cyrano de Bergerac. Increíble. Terminamos los dos sin poder hablar del llanto.
–Llevás varios años viviendo afuera, ¿qué aprendiste en el camino? Roger: –Yo digo que vivo en una burbuja cuando vivo afuera. Me enseñó mucho, en muchos aspectos. Me regaló una vida interior que hacía mucho que no tenía. La tenía cuando era niña, porque los adultos tenían sus vidas y yo me ocupaba de la mía. Pero después fui creciendo, con la influencia de los amigos y la familia. Pero cuando te vas, y te quedás sola acá, es como que empezás a ser vos, desde todo punto de vista. Desarrollás lo que realmente sos. Eso me gusta mucho. Pero yo digo que tengo mi sede en Buenos Aires. Nosotros [mirando a Torre] sabemos que nuestra vida es así, que la vida del artista es así. Quizá más adelante le toque a él. Entonces se acompañará con felicidad y esfuerzo.