Cuando la tecnología no es más que un chiche
Una experiencia que persigue la simultaneidad
Tres a la vez. Creación y danza: Elina Rodríguez, Gabriela Pastor y Virginia Barcelona. Tecnología y soporte técnico: I-Cube X. Imagen y asesoramiento sonoro: Daniel Callejas Leiva. Diseño de luces: Leandra Rodríguez. Escenografía y vestuario: Marta Albertinazzi. Dirección: V. Barcelona. Duración: 45 minutos. Espacio Apacheta. Próxima función: mañana, a las 23. Festival de danza contemporánea independiente Cocoa 10 años.
Nuestra opinión: regular
Cuando ya transcurrió buena parte de este trabajo fundamentalmente de danza, en el espacio escénico no pasó nada más que lo marcado por una coreografía contemporánea para tres intérpretes. Más bien: lo que no ocurrió es esa yuxtaposición "innovadora" que es la carta de presentación del nuevo trabajo de Virginia Barcelona. Porque el principal problema de esta "experiencia de danza, sonido e imagen" titulada Tres a la vez es, justamente, que no logra poner en simultáneo los tres canales; no desarrolla "a la vez" una obra de bailes, música/ruido/silencios y proyecciones digitales.
Los cuerpos, armónicos, se despliegan con destreza entre cuatro paneles blancos y giratorios, que por momentos ofician de pantalla (la imagen es la variable más relegada de las tres). A veces, cuando aparece la palabra dicha (no así la escrita), la obra amenaza con tomar cierto vuelo.
No obstante, es la variable sonido la que captura la atención del espectador, porque las intérpretes manipulan un dispositivo sencillo en su estructura como si fuera un artefacto revelador (dos sensores, una interfaz, al cuidado de un "operador" que, desde un costado de la escena, observa la pantalla de una laptop). En ese operativo, el acto de encintarse los sensores a los brazos o de sacárselos para que sea otro el cuerpo que vista los cables, es más importante que lo que se emite que lo que el espectador oye, y su correlato físico. Aun si se estuviera frente a un hecho tecnológicamente relevante, la emoción definitivamente está lejos del supuesto hallazgo.
Cuando parece que sonido e imagen y movimiento se conjugarán, como en una traducción simultánea de lenguajes, entonces llega el principio del fin. El espectador se queda con el sabor de una promesa incumplida.
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