Orquesta y ballet en Geba. De obras populares y fuegos artificiales
Amadeus mudó su habitual festejo a un ruidoso predio
Como es tradición porteña en diciembre, la radio Amadeus 103.7 ofreció antenoche un espectáculo de música clásica, ya no gratuito ni para una incalculable masa reunida en torno a un espacio público, sino en un espacio privado, del Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. No obstante las variantes, unas diez mil personas compraron su entrada (de 25 y 100 pesos) y, junto con los invitados, se acercaron hasta el lugar para escuchar el programa preparado por la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires, con dirección de un enérgico Santiago Chotsourian, y apreciar las coreografías de Oscar Araiz que el Ballet de Bolsillo puso para la ocasión. Lo curioso es que, aun cuando las interpretaciones estuvieron atravesadas por el ruido de los trenes -alternativamente y en su frecuencia regular, cruzaban dos de los cuatro límites del predio-, en las populares el público aplaudió con muchas ganas el final del show, colorido y estruendoso, como los fuegos artificiales en sí mismos.
Obras populares
El concierto comenzó media hora tarde por eso de que el sol no entiende cambios de horario y, de todas maneras, la claridad atentó contra las pantallas, que no pudieron reproducir las imágenes de lo que sucedía en los escenarios hasta pasadas las 21.30. Con dos obras fuera de programa - Marcha de pompa y circunstancia N° 1 y la Danza de los espíritus bienaventurados - y la cordial y pedagógica conducción de Martín Wullich, que explicó la letra chica de cada una de las piezas abordadas, comenzó el Festival Amadeus 2008.
Luego, sí, la orquesta comenzó el scherzo de Sueño de una noche de verano y recién cuando llegó el turno de la zarabanda de la Suite N° 2, de Bach, cobró sentido el montaje de un segundo escenario, a la par del principal. Allí, un trío de bailarines (Emanuel Ludueña y Marcos Chávez, inmaculados, y Yamila Ramírez, vestida de negro) interpretó una pieza contemporánea sobre el solo del chelista José Araujo.
Tras la Danza ritual del fuego , la música de España llegó con Carmen representada por las voces de Susana Moncayo y Enrique Folger (José). Los balletómanos, seguro, lamentaron que no hubiera aquí una versión coreográfica al tono con Bizet, como la que más tarde acompañó a la partitura de Ravel. Con el brillo de un vestuario encantador, de Renata Schussheim, seis parejas se preguntaron y respondieron con movimientos las repetitivas frases musicales que son el sello del Bolero más famoso.
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