La Bella Durmiente. El Ballet Estatal de San Petersburgo se anima también al hielo
Desde ayer se presenta en el teatro Coliseo una nueva versión del clásico cuento de los hermanos Grimm
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MAR DEL PLATA-. La gira comenzó hace unas semanas en la costa atlántica, en coincidencia con el movimiento turístico del último fin de semana largo y con un desafío enorme: transformar escenarios teatrales en espejos de agua congelada. Claro que lo lograron, y con resultados notables, ya que aquellas dos funciones originales se convirtieron en cuatro por la demanda del público. Similar respuesta lograron en otros cuatro destinos bonaerenses y de Santa Fe, escalas previas para el desembarco del Ballet Estatal de San Petersburgo en la sala Coliseo, donde presenta su espectáculo La bella durmiente: un cuento de hadas sobre hielo.
Toda la magia e historia del ballet clásico ruso se luce esta vez sobre las delgadas y brillantes cuchillas de los patines con los que se deslizan estos cuarenta artistas, la mayoría de ellos muy jóvenes, para poner en escena un programa que tiene como eje central el celebrado cuento de los hermanos Grimm.
La compañía, que tiene casi medio siglo de vigencia y es una creación del coreógrafo ruso Constantin Voyarsky, se ha ingeniado para destacar y mostrar toda su capacidad y jerarquía en espacios mucho más reducidos que los que les ofrece el escenario del Coliseo, en el cierre de sus presentaciones por la Argentina.
En su primera escala en el país, montó el espectáculo en el Teatro Provincial, lindero al tradicional hotel del complejo Bustillo, a pasos de la rambla marplatense. Allí, a pesar de las dimensiones no tan cómodas para el desplazamiento de los patinadores, los artistas encontraron suficiente espacio para una escenografía pintada a mano, lucida y prolija, y piruetas tan jugadas como para hacer volar las escamas de hielo hasta las primeras filas tras cada uno de sus saltos al ritmo de la música original de Tchaikovsky.
Para generar la superficie adecuada, el Ballet Estatal de San Petersburgo utiliza el mismo equipamiento que hace poco más de dos meses permitió la gira por el país del Ballet de Moscú. Una pesada maquinaria, de las cuales hay sólo ocho en todo el mundo, traída desde la capital rusa para dar forma a una pista de hielo a medida.
El espectáculo encontró un rápido reconocimiento del público, aun cuando los valores de las entradas superaban los de una obra teatral de temporada. En Mar del Plata se pagó de 250 a 500 pesos y en el Coliseo, con mayor capacidad, los espectadores pagan de 150 a 800 pesos por ticket.
La historia de La bella durmiente se relata en dos actos y es bien clara para presentar sobre hielo, paso a paso y siempre plena de encanto, a la bella princesa que es víctima de un hada malvada que la condena a dormir por un siglo, una conjura de la que sólo puede salvarla el beso de un príncipe. Una pieza que con dirección general de Mijail Kaminov y dirección artística a cargo del coreógrafo y bailarín Konstantin Rassadin se vuelca sobre la pista con las posiciones, gracia y plasticidad de la danza clásica y toda la destreza y el vértigo que imponen esos pasos sobre los filosos patines. Espirales individuales y en par, giros interminables y saltos, en especial los del hada mala, se ganan la mayoría de los aplausos. "El ballet sobre hielo es arte", resume Rassadin.
Así como es ésta la primera vez en más de un siglo que el Coliseo cambia tablas por pista de hielo, también fue inédita la experiencia para las salas de Mar del Plata, Junín, Bahía Blanca, Trenque Lauquen y Venado Tuerto que recibieron el mismo espectáculo durante las últimas semanas. En el caso de la costa atlántica, la propuesta más parecida se había dado hace tres años, en plena temporada estival, cuando Pepito Cibrián trajo El Gato con Botas sobre hielo , aunque en aquella oportunidad el escenario elegido fue el estadio polideportivo del Club Once Unidos.
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