El festival de danza contemporánea y su tenue intervención del paisajes urbano
Nueva edición, la novena, de Ciudanza/Danza en paisajes urbanos, el festival que organiza el gobierno porteño y cuya premisa es vincular experiencias de danza contemporánea en plan de intervención artística con distintos escenarios urbanos "redescubriendo sus paisajes, sus espacios verdes y su patrimonio arquitectónico".
Claro que, como viene sucediendo en otras ediciones, esa matriz, ese eje, sea por problemas de producción y/o curatoriales, no es el protagónico. Terminan prevaleciendo montajes que, en general, se han presentado en espacios cerrados y que, con mayor o menor talento, despliegan sus mundos en espacios abiertos. Detrás de eso hay dos aspectos interesantes. Por un lado, el festival implica trabajo para los artistas coreográficos, tema no menor para una franja de la creación con escasas políticas públicas; y, por otro, siempre se activa la fantasía de captar nuevos públicos. Para eso, Ciudanza debería contar con un mayor aparato promocional aún, presente en los lugares en los que toma parte.
Este año, los lugares seleccionados fueron plaza Houssay, cuyo tramo concluyó ayer, el instituto Bernasconi y el Parque Indoamericano. En Houssay, la plaza delimitada por las impactantes edificios de las facultades de Ciencias Económicas y Medicina, el recorrido fue nocturno e incluyó cinco trabajos. La apertura y el cierre fueron los más desparejos. La movida se abrió con 30 bailarines de la Compañía de Danza de la UNA, importante usina de bailarines y creadores, en un muestra creada para la ocasión por Ramiro Soñez. Culminó con un trabajo de carácter lúdico e interactivo con el público, a cargo de Agustina Sario, llamado Tres ideas idiotas.
Los puntos más salientes estuvieron en los otros mojones de la recorrida por esa desnivelada plaza dominada por el cemento. En López, Gabriela Prado y Jorge Martínez bailaron unos clásicos de clásicos con total naturalidad, despliegue técnico, capacidad lúdica y apropiación de la situación. Minutos antes, se había presentado In.tensión, una coreografía de Constanza Belgareto interpretada por Camila Puelma Wright, Joaquín Martínez y Lucila Shmidt en la que los tres personajes se encuentran/desencuentra en un clima de una atractiva tirantez. Claro que usaron una de las escalinatas de la plaza con fondo de tránsito colapsado de la calle Junín que, tal vez, no era el entorno más preciso.
Los que más aprovecharon las particularidades de la plaza y sus alrededores fueron los integrantes de Mar arriba, una performance creada por Paz Ladrón de Guevara e interpretada por la bailarina Lucía Toker y el músico Francisco Nogal. Como telón de fondo aprovecharon la impactante fachada de la Facultad de Medicina con su línea de seis grandes estatuas en las alturas tan inmóviles ellas que entraban en un mágico contrapunto a la distancia con los desiquilibrios kinéticos de la performer y los mágicos puntos de fuga de una música interpretada en vivo.
En su recorrido por la ciudad, este fin de semana toca el Indoamericano, de Villa Soldati, a las 15, y el Instituto Bernasconi, de Parque Patricios, a las 17.
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