Elena Bashkirova: "Es fundamental recibir nuevos impulsos"
La renombrada pianista, esposa de Daniel Barenboim, actuará esta noche y mañana, presentada por Mozarteum
Esta vez con un ensamble del Festival de Música de Cámara de Jerusalén (JCMF), regresa la destacada pianista Elena Bashkirova, directora artística del encuentro que ella misma fundara en 1998 en una iniciativa que llevó a convertir la música en una verdadera isla de espiritualidad en medio del conflicto.
Intérprete refinada y emprendedora, ha estado rodeada de música desde su privilegiada cuna (es hija del célebre Dmitri Bashkirov y esposa de Daniel Barenboim), Bashkirova goza de renombre particularmente como pianista de cámara. Parte importante de la actividad del festival son las giras de sus agrupaciones ofreciendo más de cuarenta conciertos anuales por el mundo, entre los cuales se cuentan las actuaciones para el Mozarteum Argentino en el Teatro Colón.
"Una de las particularidades sobresalientes de nuestros ensambles es que no son formaciones fijas sino variables", explica Bashkirova, desde Chile, antes de viajar a Buenos Aires, donde se presentará esta noche y mañana, en el templo de la lírica.
"Trabajamos por períodos para determinados proyectos –agrega– porque es fundamental en la música poder recibir nuevos impulsos. Con el cambio de una persona se incorpora otra perspectiva para pensar las obras, suenan colores diferentes, surgen reacciones distintas, se produce otro resultado acústico. Esa dinámica enriquece la interpretación."
–¿Cómo ha sido conformado el actual conjunto con que el JCMF se hará presente en Buenos Aires?
–Para este proyecto convocamos a un cuarteto de cuerdas, un tipo de formación en el que cada instrumento es un solista de muy alto nivel. Me agrada tocar con Michael [su hijo, Michael Barenboim], nos divertimos, es un músico fabuloso, inteligente… ¡Ha heredado mucho de su padre! (risas). Él mismo fundó el Erlenbusch Quartett, del cual es concertino, integrado por Axel Wilczok (su propio maestro), el fantástico chelista norteamericano de origen coreano Tim Park y Madeleine Carruzzo, viola de la Filarmónica de Berlín, con el récord de haber sido la primera mujer en entrar a esa gran orquesta, aceptada de jovencita cuando eran todos hombres. Ella abrió un camino y supo imponerse a fuerza de talento y carácter.
–¿Cuál es la expectativa frente a estos conciertos en el marco de una gira latinoamericana que incluye Chile, Colombia, Uruguay y la Argentina?
–Nos alegra poder tocar estas obras en el marco acústico del Teatro Colón. Será el highlight de esta tournée. En lo personal, es una felicidad muy grande porque creo que en una vida anterior yo debo de haber sido argentina. Me siento en casa como en ninguna otra parte. Adoro la Argentina y el tiempo que paso allí.
–¿Cómo funciona y se diferencia el comportamiento de las voces entre el cuarteto y el quinteto con piano?
–En el cuarteto con piano (el de Mozart por ejemplo), los instrumentos se comportan como cuatro voces solistas, cuatro individualidades diferentes. Sus líneas son piezas para solo. En el quinteto (como el de Schumann al final), la mecánica de las voces actúa como bloques: el bloque del cuarteto de cuerdas y el bloque del piano, en un toque sustancialmente orquestal.
–¿Qué efecto se busca desde la estructura del programa que ubica a dos grandes clásicos en los extremos y dos modernos en el centro?
–Me gusta armar programas que mezclan lo muy conocido con lo menos frecuentado. Diría que el objetivo es ofrecer la posibilidad de escuchar el repertorio moderno con el mismo oído con que se escucha a Mozart. Creo que se puede enseñar algo, que esa posibilidad permite descubrir similitudes. No similitudes literales, sino emocionales. Comenzamos con un obra maestra grandiosa: un cuarteto de Mozart, y terminamos con un quinteto de Schumann, un Schumann que va de lo trágico dramático a lo brillante, dos piezas esenciales del repertorio de cámara, acompañadas por obras también geniales del siglo XX: Webern, que a pesar del tiempo suena increíblemente moderno, y Schnittke ¡una obra fantásticamente compuesta! Profunda, interior, con una idea increíblemente humana. Es difícil escuchar esta música sin que los ojos se llenen de lágrimas.
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