Los amores veleidosos de Carmen, en danza
"Carmen" , con música de George Bizet y coreografía de Marcia Haydée. Intérpretes: Marcela Goicoechea, Luis Ortigoza, Rodrigo Guzmán, Andreza Randisek y el Ballet de Santiago. Arreglo y orquestación: Albena Dobreva. Escenografía: Pablo Núñez. Iluminación: Ricardo Castro.
Nuestra opinión: Muy buena
"La coreografía de Marcia Haydée se basa en una suite, arreglo musical de la partitura original de la ópera y la intercalación de dos composiciones diferentes también de George Bizet: pasajes de la Sinfonía Nº 1 «Clásica» y un tema muy delicado de la ópera «Los pescadores de perlas», cantado por el tenor principal." Esta aclaración del crítico Juan Carlos Montero certifica que en esta combinación musical no predominan los temas de "Carmen", sino también de la música sinfónica del compositor francés, lo que favorece en determinada medida la actuación del cuerpo de baile como conjunto.
El arreglo de la suite, es decir, la selección y el ordenamiento de las secuencias, así como la orquestación (las partes cantadas han sido reemplazadas por instrumentos solistas o por conjuntos) son un trabajo de Albena Dobreva, según consta en el programa de mano.
Lo demás es la historia de Próspero Merimée, que narra los amores veleidosos y pasionales de Carmen, una cigarrera que enamora hombres con la misma facilidad con que los descarta.
Conocida por las distintas versiones operísticas, cinematográficas y danzantes, los amores de Carmen despliegan, en cualquier medio, un atractivo visual muy interesante a partir de la figura femenina. Ya no se trata de la delicada joven que muere abrasada por sus propios sentimientos no correspondidos, sino de una batalladora pasional y desprejuiciada que se enfrenta a cualquier desafío sin temor de ninguna índole.
Ante ella, sucumbe don José, un militar que lejos está de imaginar el futuro que le espera al lado de esa mujer. En este primer encuentro entre don José y Carmen es donde se encuentra la endeblez dramática, al presentar muy superficialmente el comienzo de una relación pasional, sobre todo porque el personaje femenino se muestra más casquivano que interesado en el otro.
Segunda parte, óptima
Pero cuando comienza el segundo acto, con don José prófugo y refugiado entre los contrabandistas, la acción dramática empieza a cobrar contundencia y eso se nota a partir de la labor de los bailarines.
Es destacable la actuación de Luis Ortigoza como el protagonista, no sólo en la danza, impecable y potente, sino en la interpretación que le permite adicionar a su trabajo toda la carga pasional que representan los celos. En la escena con Rodrigo Guzmán y posteriormente con Marcela Goicoechea, Ortigoza logra los momentos de mayor carga dramática. El mismo resultado obtiene Goicoechea en el personaje de Carmen, porque más allá de una técnica, su cuerpo se transforma en un exponente visceral donde se combinan el odio y el desdén como sentimientos preponderantes. Algo similar a lo que logra Andreza Randisek como la dulce Micaela, que define su perfil psicológico a través de la danza como si estuviera expresando sus pensamientos con palabras. Mención aparte merece el cuerpo de baile por su total integración en dos de los pasajes corales más atractivos: el baile de los militares y el de los toreros.
Finalmente, el aspecto escenográfico da marco al drama en una síntesis escénica muy lograda, porque permite el cambio de ambientes con pocos elementos. La hechura estética se enriquece con el colorido del vestuario y la iluminación, que juega un papel fundamental en esta propuesta.