Todo lo que una fiesta de cumpleaños suele tener
Como en un festejo familiar, Maximiliano Guerra celebró anteanoche en el Astral los diez años de su compañía, Ballet del Mercosur. Y el carácter familiar estuvo más allá de los conocidos que llenaron a medias la sala. Es que al cumpleaños de este elenco sólo le faltaron globos: hubo una selección de recuerdos en video con edición artesanal, mucho baile, una infaltable torta con velitas para soplar en equipo, palabras del homenajeado y la siempre dispuesta barra de amigos que entregó aplausos y hasta chiflidos.
Tal vez por todo esto, para algunos en el público (en el sector que asistió, no al cumple, sino a ver un espectáculo de ballet) la función tuvo varias situaciones de entre casa y se hizo larga. Fueron más de tres horas (con dos intervalos) a las que los jóvenes que hoy integran el team de Maximiliano Guerra les pusieron el cuerpo. Como el resto, pasada la una de la mañana del domingo, seguramente quedaron cansados. Es que el esfuerzo fue grande.
Zapping por la década
El telón del espectáculo-cumpleaños se abrió con By pass , la primera de las ocho propuestas con la rúbrica del director y principal artista de esta compañía que fue programada. Pero eso no era todo lo que había para ver. Estaba, también, la marca de los coreógrafos que trabajaron en este tiempo con el Ballet del Mercosur. Ahora que Guerra reparte su dedicación y fama con la televisión, vale aquí la metáfora del zapping: como era imposible abarcar diez años en una noche, el programa se paseó cual control remoto por obras cortas y por fragmentos. Quince en total, y eso que, a último momento, hicieron uso del derecho que las productoras suelen reservarse y levantaron dos títulos.
En suma, se exhibieron diferentes calidades de obras contemporáneas (del propio Guerra y Walter Cammertoni a Sergio Berto y Miguel Robles, con un breve paso por Oscar Araiz, en Con gloria morir ); hubo perfumes folk latinoamericanos en Canción de cuna para despertar y Ritual , y el 2x4 entró de la mano de Mora Godoy y Romina Guerra con Tango : por despliegue y por producción, un segmento para destacar, con música en vivo del Daniel García Quinteto. ¿Y el clásico? Exceptuando las zapatillas de punta que, con ciertas desprolijidades, dieron el presente en dos cuadros, el clásico casi brilló por su ausencia. Casi porque, aun con la deficiente resolución de las imágenes, más de uno habrá deseado seguir viendo un ratito más del Maximiliano aquel que en pantalla gigante batía sus pies, daba saltos eternos y dejaba el alma en La bayadera o La sylphide .
Mientras tanto, en el escenario, se encendían los pregones rockeros de la Bersuit para poner la fiesta a tope con un cierre bien de acá, Argentino .