Un sensible homenaje a Pina Bausch
Su primer contacto con la ciudad de Buenos Aires fue en 1995. Entonces formaba parte de la compañía alemana Wuppertal Tanztheater que dirigía Pina Bausch. La bailarina y coreógrafa italiana Cristiana Morganti recuerda aquellas exitosas presentaciones del espectáculo Bandoneón en el teatro San Martín, el profundo interés de Bausch por el tango y hasta una noche intensa en la que terminaron bailando tango en el salón La Argentina.
Morganti formó parte de la compañía alemana entre 1993 y 2014. Integrarse a ella no fue fácil. Como artista, a los 17 años, entendía que su carrera necesitaba un cambio drástico (venía de la danza clásica). Finalmente lo consiguió. Trabajar con Pina Bausch fue una de las experiencias más fuertes de su vida tanto en que, en 2010, a un año de la muerte de la artista alemana, decidió dar forma a una experiencia espectacular que denominó Moving with Pina, una conferencia danzada que permite conocer "la poesía, la técnica y la creatividad" de una de las artistas más destacadas de la danza contemporánea del siglo XX y que mostrará en dos funciones (sábado y domingo) en el marco del FIBA.
"Es un trabajo que nació de un modo no teórico –comenta la creadora- . Después de la muerte de Pina todos hablaban y decían muchas cosas sobre ella, algunas falsas. Y los bailarines estábamos en shock porque no sabíamos que ella estaba enferma. Para nosotros lo que había pasado era terrible, tan imprevisto. Comenzamos a concentrarnos en seguir con los espectáculos. Yo tuve la necesidad de mostrar cómo creaba Pina durante los ensayos. Lo hago de una manera simple, con ejemplos prácticos. Mostrando movimientos. Para mi siempre fue importante subrayar que Pina era coreógrafa antes que directora. Su mirada estaba puesta en el movimiento. Y quería hablar de esto. No ubicar a Pina como una santa, sino como una persona verdadera que tenía un carácter particular, mucho humor. Pienso que es una manera de volverla muy humana".
En 1986 Cristiana Morganti vio un espectáculo de Pina en Roma, quedó impactada y entendió que su camino debía ir por ese lado. Terminó su carrera y formó parte de una compañía romana y decidió estudiar en el Folkwang School de Essen, donde Pina era la directora. Ingresar a su compañía no era sencillo. Solo se tomaban audiciones cuando algún bailarín se iba. En 1993 tuvo, finalmente, la oportunidad de audicionar y fue invitada durante un mes a aprender la Consagración de la primavera. Al cabo de ese tiempo comenzó a formar parte de la Wuppertal Tanztheater.
-¿Qué es lo que más le impactó cuando empezó a trabajar con la compañía?
- La cosa más fuerte en ese momento fue ver que Pina elegía personas. No eran cuerpos perfectos pero eran bailarines extraordinarios. Allí entendí que para ser un bailarín extraordinario no es necesario tener un cuerpo atlético, perfecto. Eso para mi fue revolucionario en aquel momento. La belleza no es un hecho estético sino un acto verdadero, espléndido que sucede en escena. Los movimientos de esos bailarines eran funcionales, auténticos, honestos. La técnica que se enseñaba era muy impresionante porque era muy diversa. Se buscaba el motor del movimiento y no la forma. Y si entendías ese motor la forma era una consecuencia. Yo me podía compenetrar con esos intérpretes porque eran personas normales y cuando bailaban generaban magia. Como un individuo que está en el colectivo y de pronto se pone a bailar y lo hace con unas cualidades extremadamente refinadas.
-En los últimos años ha comenzado a desarrollar su propio camino como coreógrafa. ¿Sigue muy presente en su trabajo el mundo de Pina Bausch?
-En 2014 dejé la compañía. Todos me decían, "estás loca", "tenés trabajo seguro", "ya estás grande como bailarina". Sentí que no podía más. Invitada por el Conservatorio Nacional Superior de París realicé unas coreografías allí. Entendí que me gustaba ser coreógrafa. En 2014 creé un solo, Jessica en mi. Tuvo mucho suceso y todavía hoy está vigente. Luego creé un dúo para dos mujeres muy diferentes, A Fury Tale (2016). Cada vez es una nueva aventura. Me pongo otra meta. Descubro otros caminos. En 2017 monté una coreografía para la compañía italiana Aterballetto, No sabían donde dejarme… Y en abril de este año voy a empezar una nueva creación para cinco intérpretes. Me resigné. Soy una bailarina de Pina. Hay algunos elementos de su arte, de su universo que están en el mío pero trato de desarrollar mi propia experiencia. En Jessica en mi (trabajo que la tuvo como autora, coreógrafa e intérprete y que alcanzó una gran repercusión internacional) logré liberarme de muchas cosas de Pina. Es un solo que tiene una dramaturgia y una estética muy diferente. Hay elementos del trabajo de Pina que adoro y elegí usar en mi actividad, por ejemplo el contacto directo con el público, el hecho biográfico del bailarín, la centralidad del intérprete. Captar lo que la capacidad del bailarín te da. Algo muy honesto, muy verdadero. A parte de eso quiero buscar mi propio universo. Creo que lo estoy logrando.
En el año en que se conmemoran diez años de la muerte de Pina Bausch, Moving with Pina resulta uno de los homenajes más sensibles que puede hacérsele a la reconocida creadora. "Dejé de hacer este trabajo durante unos años –explica Morganti-. Cuando lo retomé sentí que Pina estaba lejos. Cuando la conocí su tarea era revolucionaria. Hoy han pasado tantos coreógrafos. Ella no está, no crea y por eso siento que lo mío adquiere un fuerte valor testimonial. Con el paso del tiempo hay que recuperarla. Somos los últimos que trabajamos con ella durante muchos años. Creo que hay en su labor algo importante que debe recordarse".
Moving with Pina (FIBA)
Timbre 4, México 3554
Sábado 26 y domingo 27, a las 21