Ultima página. De historias mínimas
Los cuentos más cortos tienen quienes los celebren y reúnan
Ya lo dijo el escritor portugués Julio Dantás: “Escribir mucho no es difícil. Difícil, sí, es decir todo escribiendo poco”. La síntesis literaria es un arte complejo, pero son muchos los escritores que se han animado. Como el guatemalteco Augusto Monterroso, autor del mentado cuento más corto del mundo: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
El género viene reclutando adeptos (lectores y escritores) por acá y por allá. Y en Buenos Aires, entre mañana y el viernes, tendrá lugar el Primer Encuentro Nacional de Microficción en la Argentina. Organizado por los escritores argentinos Luisa Valenzuela, Raúl Brasca y Sandra Bianchi, tendrá lugar en el Centro Cultural de España en Buenos Aires, Paraná 1159, con entrada gratis.
Ahí se darán cita microficcionistas de toda Hispanoamérica y de España, donde la producción es riquísima, para participar de la lectura de microcuentos, mesas redondas de difusores del género (Barcelona, México y la Argentina), conferencias y talleres dictados por especialistas en el tema.
“El microficcionista posee una inclinación hacia la brevedad extrema –define Raúl Brasca–. Y porque le gusta jugar, ser irónico, ingenioso, cuando escribe deja los sentidos rebotando entre unas pocas palabras para que un lector inteligente recoja el guante y elija. Como Juan José Arreola cuando escribió: No olvide usted, señora, la noche en que nuestras almas lucharon cuerpo a cuerpo.”
El amor y el humor son muy visitados por autores de esta estirpe. Pero también hay microhistorias realistas. Y están las que apelan al absurdo y las que se internan en lo fantástico. Otras son capaces de producir escalofríos, como la del norteamericano Thomas Bailey Aldrich: “Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta”.
Advertencia catalana
Desde Barcelona escribe José Díaz, editor de la prestigiosa Thule Ediciones, difusora de microrrelatos: Con el título Crimen organizado en Buenos Aires, explica que: “La microficción es un culto antiguo, aunque los cónclaves de sus sectarios son recientes (México D.F. en 1998, Salamanca en 2002, Valparaíso en 2004). Ahora, en Buenos Aires 2006, lo organiza un tipo muy buscado: Raúl Brasca, también cuatrero de palabras. En dichos cónclaves intercambian conocimientos traficantes de arte universitarios, editores tratantes de blancas páginas, e incluso francotiradores de la pluma que acribillan a los asistentes con cápsulas literarias. Si acuden, tengan cuidado con las microficciones, esquívenlas. Si alguna les acertase, tómense el antídoto: la Biblia en verso”.
Por estos días se editan y reeditan volúmenes con estas historias mínimas (sobre todo en la Argentina y España), un género relativamente nuevo. Algunos ejemplos: Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves (Páginas de Espuma); La otra mirada. Antología del microrrelato hispánico (compilado del argentino David Lagmanovich para la española Menoscuarto ediciones) y En frasco chico. Antología de microrrelatos (Colihue).
Para el Día Internacional de la Mujer, en tanto, Ediciones Desde la Gente publicó la antología Nosotras, vosotras y ellas, con minicuentos que tratan sobre mujeres.
Claro, en el libro no podía faltar la pluma de Ana María Shua, con su historia La que no está: “Ninguna tiene tanto éxito como La Que No Está. Aunque todavía es joven, muchos años de práctica consciente la han perfeccionado en el sutilísimo arte de la ausencia. Los que preguntan por ella terminan por conformarse con otra cualquiera, a la que toman distraídos, tratando de imaginar que tienen entre sus brazos a la mejor, a la única, a La Que No Está”.