De las orquestas a los climas sintéticos
Algunos especialistas citan a la música de Planeta prohibido, un film de ciencia ficción clase B dirigido por Fred M. Wilcox y estrenado en 1956, como el primer caso de música electrónica utilizada en el cine. La compuso un matrimonio (Louise y Bebe Barron) que ya venía trabajando con cintas magnéticas antes de la aparición del primer sintetizador de sonidos creado por Robert Moog.
A partir de ahí empezó a resquebrajarse -de a poco, claro- el monopolio de las grandes orquestas a las que recurrió Hollywood durante años. Como alternativas a las propuestas más tradicionales de compositores como John Williams (el neowagnerismo de La guerra de las galaxias) y Bernard Herrmann (el expresionismo de Richard Strauss aplicado a las partituras para las películas de Alfred Hitchcock) empezaron a aparecer los paisajes sonoros creados con sintetizadores por artistas como Wendy Carlos -para La naranja mecánica- y John Carpenter- para sus propios largometrajes, matizados con los particulares timbres de los sintes de su propia colección (Roland, Prophet, ARP).
Es ese sonido envolvente e ideal para generar climas de tensión el que han retomado ahora series como True Detective y Stranger Things, con el valor añadido del ahorro de costos: un par de sintetizadores puede suplir el gasto que implica utilizar a una gran orquesta.
Tanto Cory Strand (True Detective), un músico de la escena noise, como Kyle Dixon y Michael Stein (Stranger Things), integrantes de la banda de synthwave Survive, y los requeridísimos Trent Reznor y Atticus Ross provienen de la música alternativa, igual que la islandesa Hildur Gudnadóttir, que pasó de hacer unos singulares discos con violonchelo amplificado a crear los sonidos opresivos de la banda sonora de la premiada serie Chernobyl.
Otros que se acaban de sumar a la lista son Daniel Lopatin -el hombre detrás de Oneohtrix Point Never-, autor de la música de Diamantes en bruto, película de los hermanos Benny y Josh Safdie protagonizada por Adam Sandler que se estrenará a fines de enero en Netflix, y el británico Bobby Krlic (The Haxan Cloak), quien firmó la banda sonora de Midsommar: El terror no espera la noche, la última gran sensación del cine de terror, estrenada en la Argentina en noviembre pasado.
De todos modos, una de las tendencias actuales en los soundtrack de las series más exitosas es combinar los climas tirantes y sintetizados con canciones clásicas que funcionan como leitmotiv de la serie: The Deuce, True Detective, etcétera.
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