Desde la ciudad de la furia
Aunque esté disimulado detrás de una máscara de aparente fortaleza, el gesto tenso y crispado se dibuja en los rostros marcados por privaciones y desesperanzas, dispuestos en cualquier momento y sin pensar en riesgo alguno, a cruzar la frontera que lleva a la ilegalidad.
Son seres curtidos por la marginalidad, marcados por la decisión (voluntaria o no)de vivir en los bordes. Ellos luchan por conservar o ganar un pequeño espacio vital más allá de títulos, documentos o certificaciones. Al vivir entre desechos les dan valor a otros elementos, más cercanos a las necesidades de la supervivencia más elemental, que los demás descartan por inservibles.
Bruno Stagnaro retrata este universo de casas tomadas, paredes descascaradas, promiscuidad que no necesita explicitarse para que sea percibida de inmediato y una violencia latente que en cualquier momento puede hacerse manifiesta.
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No parece manifiesto en el realizador el afán testimonial de un documentalista. Más bien asoma en su trabajo el propósito de apoyarse, como lo hizo en "Pizza, birra, faso", en esa realidad de los márgenes para escuchar el latido de un mundo oscuro y urgente. Del que puede salir, en lugar del manifiesto ideologizado, la posibilidad pura y simple de contar una historia.
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Aunque las intenciones por ahora ocupan el lugar de una realidad que las próximas emisiones irán configurando definitivamente, "Okupas" -que inició sus emisiones semanales el miércoles último, a las 23- puede llegar a quedar inscripta en el tiempo como la punta de lanza de un nuevo ejercicio de ficción televisiva.
El primer ensayo de tono narrativo de esta nueva etapa de Canal 7, por ahora dominada por la verborragia y cierta rigidez visual de muchos programas demasiado parecidos entre sí, al menos marca una buena diferencia conceptual con mucho de lo visto recientemente en nuestra pantalla chica con las ficciones de pretendido tono realista.
Es muy fuerte el contraste entre la realidad agitada que asomó en el primer capítulo de "Okupas", con sus personajes despojados de casi todo artificio y el pasteurizado retrato que en las últimas temporadas televisivas se ha hecho, por un lado, del llamado costumbrismo barrial, y por otro, de las conductas y los comportamientos de quienes habitan en los márgenes.
Y como para marcar esa diferencia, queda claro que "Okupas" no se mueve en procura de juicios de valor o calificaciones que a menudo inducen o fuerzan en el televidente simpatías y antipatías precipitadas. Entre los mismos pobladores del doloroso mundo de la marginalidad hay mentiras, dobleces, venganzas, rencores y una permanente disposición a recurrir a la violencia para dirimir diferencias. Por allí asoma algún gesto solidario, pero mucho más fuerte es la sombra de la tensión y el enfrentamiento entre quienes comparten carencias similares.
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"Okupas" está cerca de "Pizza, birra, faso", pero también de "Después de hora", aquella película de Martin Scorsese en la que el protagonista vivía la pesadilla de no poder escapar de un escenario laberíntico en el que hasta la situación más trivial puede convertirse en una amenaza.
Y, a la vez, constituye la apuesta hasta hoy más arriesgada de Ideas del Sur, la productora que tiene como principal figura a Marcelo Tinelli, que hoy se mueve entre la estudiantina de humor directo y pedestre ("El show de Videomatch"), el costumbrismo de ribetes ya apuntados ("Buenos vecinos")y algún intento más fresco e innovador ("Todo por dos pesos").
De aquí en más, Tinelli deberá responder a un interrogante que va adquiriendo contornos de dilema:¿pueden convivir bajo un mismo techo la comicidad chata y muchas veces irrespetuosa para con el público del exitoso "Videomatch" e intentos como "Okupas", que sí exigen del televidente una mirada más atenta y rigurosa?
Por ahora, una cosa queda clara. En medio del debate sobre el control de los contenidos televisivos que tuvo lugar esta última semana, queda claro que es más incómoda y molesta la jarana procaz de los adolescentes tardíos que acompañan a Marcelo Tinelli antes de las 22 que algunas palabras subidas de tono dichas un par de horas más tarde dentro del sórdido contexto de ficción en el que se mueve "Okupas".
El camino de este teleteatro, que en principio parece promisorio, acaba de iniciarse.
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