Diego Capusotto: "Mis personajes me suelen parecer más interesantes que yo mismo"
A punto de estrenar la novena temporada de Peter Capusotto y sus videos, el actor dialogó con Personajes.tv acerca del arte de crear mundos paralelos a través del humor
Mientras camina por el pasillo rumbo al sillón elegido para llevar adelante la entrevista, Diego Capusotto se detendrá unas cinco veces para saludar a los que lo saludan. Y, una vez encendido el grabador, le pondrá pausa a sus respuestas para levantar la mano y contestar un "hola, Diego, ¿cómo estás?" o conversar brevemente con una maquilladora que llegó hasta el canal de visita con su hijo, para luego retomar el diálogo en el preciso lugar en el que lo había dejado.
Son muchos años los que lo unen a Canal 7; desde aquella aventura que fue Todo por dos pesos en plena era delarruista hasta el regreso triunfal con Peter Capusotto y sus videos, el programa que inicia hoy, a las 22.30, su novena temporada en la pantalla de la ahora llamada "Televisión Pública". "Estamos muy contentos con el reencuentro entre el programa y la gente que lo está esperando. No tenemos ningún conflicto con volver y, en la medida en que aparezcan personajes nuevos que nos diviertan, nos va a seguir gustando hacerlo", dice a Personajes.tv el actor que formó parte de esa usina de "humor a contramano" que fue Cha Cha Cha. Y lo dice en plural porque, para él, Pedro Saborido es un factor fundamental en esa fábrica de agudos disparates que abrazan el rocanrol como forma de vida.
-¿Nunca se plantean una temporada final?
-No. En un principio pensaba que iba a durar menos porque hacíamos más programas por temporada. Pero después bajamos el número de episodios y es como si tuviéramos la sensación de que el programa recién empieza. Es esto lo que nos pasa con Peter Capusotto..., mientras que en otros programas que hemos hechos nos pasó exactamente lo contrario.
-¿Llegaste a sentir el desgaste en otras oportunidades?
-Tanto en Cha Cha Cha como en Todo por dos pesos hubo un momento en el que supimos que no daba para más, que había que tomar una distancia que podía ser de tres o cuatro años para retomar y volver a tener esa sensación de novedad.
-¿Es muy necesaria esa sensación de novedad?
-Sí. Funciona así para nosotros. Sería muy distinto si tuviéramos que estar todo el año al aire y resultara inevitable repetir personajes que ya conocés y que sabés que funcionan; ahí empezás a hacer un reordenamiento más estratégico.
"Hay personajes como Violencia Rivas que, cuando hablan, es como si estuviéramos hablando nosotros a la par. A veces los personajes son una excusa..."
-¿Cuándo se produce el encuentro con Saborido?
-A comienzos de año hay un trabajo de encuentro y de acumulación de ideas, después se afina un poco más la puntería porque ya tenés que empezar a preproducir y a grabar. Una vez que el ciclo finaliza, nos tomamos una distancia prudencial. Después tenemos una primera charla en la que verificamos si hay voluntad de continuar, vamos viendo las cosas que se filmaron y no salieron al aire, ideas que no maduraron…
-Esas ideas que no maduraron, ¿se descartan definitivamente o se siguen trabajando?
-Algunos se descartan y otros no. Violencia Rivas es un personaje que estuvo un año dando vueltas, y que salió recién cuando encontramos por dónde debía moverse. Hay cosas que se descartan y personajes que dejamos de hacer por un par de ciclos y, cuando vuelven a aparecer, lo hacen con una gran potencia. Siempre es mejor darles un respiro a los personajes antes que exprimirlos hasta que el espectador ya no tenga nada que recibir de él.
-¿Te peleás mucho con los personajes?
-No, no me peleo… Si se descarta alguno es porque ese personaje no pudo entrar. Si los personajes me parecen muchas veces más interesantes que mi propia persona, por eso también me divierte hacer el programa. Si yo pensara que soy más importante que mis personajes, estaría en problemas.
-¿Hay alguno que te represente especialmente?
-No, pero hay personajes como Violencia Rivas que, cuando hablan, es como si estuviéramos hablando nosotros a la par. A veces son una excusa para colocarse ahí, y entonces se produce una especie de dualidad interesante en esto de que el personaje tiene vida propia, que está sobre nosotros y, cada tanto, habla por nosotros.
-¿Y cómo es el ida y vuelta con el público?
-Una vez que el programa sale al aire empiezo a ser un observador, y muchas veces me sorprendo con la lectura que le da el otro. Lo que creo que pasa es que el programa tiene una cierta distancia prudencial que hace que mucha gente lo esté esperando, como se puede estar esperando un disco nuevo de un músico que te gusta. En realidad, para nosotros es fundamental seguir haciendo discos buenos. Probablemente el segundo fue el mejor, pero si seguís haciendo buena música hay como un sello que se mantiene ahí, presente. El tema es cuando venís en picada, cuando pasás de Velvet Underground a Aerosmith… Un horror.
-¿Pero estás pendiente de lo que opina la gente?
-Es que no deja de ser una convención lo que opine la gente, porque la gente puede pensar "a mí me gustaba antes, cuando empezó". Y es factible, lo único novedoso es no morirse. Si quisiéramos hacer algo novedoso, haríamos un programa de rugby en serio, por ejemplo. Lo que pasa es que hay un espíritu que para nosotros sigue siendo potente en lo que hacemos; después hay algo que no nos pertenece y es la opinión del público; uno la escucha, pero no nos pertenece.
-Participaste de programas que que suelen ser identificados como "de culto". ¿Crees que el humor "más pensante" está destinado a un determinado público y nada más?
-Sí, pero no tiene que ver con una postura soberbia. A mí no me preocupa que haya gente que no le interese este tipo de humor, porque a mí también hay cosas que no me interesan y que no veo. Sería preocupante que a mi preocupara que a todo el mundo le guste lo que hago. Esto de que a todo el mundo le guste lo que hacemos es como un improperio, una obscenidad. Por otro lado, si le gusta a todo el mundo hay algo que anda mal, porque uno confronta; la vida es confrontación. No le va a gustar a Cecilia Pando el programa, y está bien que no le guste porque no hago el programa para ella. Pongo el ejemplo de Pando pero se puede multiplicar por millones de personas.
"Lo único novedoso es no morirse. Si quisiéramos hacer algo novedoso, haríamos un programa de rugby en serio, por ejemplo"
-¿Crees que hay un humor para cada época?
-No, creo que cada época se refleja en el humor, en lo que uno está diciendo. También somos atravesados por la propia realidad. Hay una alusión en el programa acerca del mundo de lo macro político, pero hay también siempre una referencia a lo que le puede pasar a un personaje determinado y su circunstancia, que tiene que ver con lo imprevisto, con su propio destino, con esa incertidumbre del humano frente a lo que lo rodea. Es también una manera de hacer una fuga elegante de lo cotidiano.
-¿Por qué sentís la necesidad de hacer esa fuga?
-Porque la realidad a veces es un poco asfixiante. Entonces uno también se corre y crea mundos en la ficción y, a veces, nos termina resultando más interesante el destino de un personaje que el propio. La realidad está presente, aunque no documentada sino transformada en otra cosa. Siempre tenemos una posición ideológica frente a un hecho político puntual que a veces tomamos, y eso se refleja en cómo lo representamos y en cómo está desvirtuado y convertido en otra cosa, a lo mejor en una máscara… Tampoco somos esclarecedores de la realidad, lo que pasa es que a veces estamos azorados más que esclarecidos.
-¿Qué cosas te azoran de nuestra realidad?
-Las propias relaciones humanas, cómo está estructurado el mundo….
-No deja de sorprenderte nunca…
-No, y a veces siento una inevitabilidad angustiante cuando entiendo que algunas cosas difícilmente puedan ser modificadas porque hay algo que está obturado. Hablo del poder político, del poder económico… Esas cosas me azoran, y también cómo a veces creemos que el asesino es otro. Yo creo que el verdadero asesino es el poder económico, que está reducido a un grupito que tiene el suficiente poder como para hacernos creer que no son asesinos sino organizadores del mundo.
-¿Perdiste la esperanza en algunos sentidos?
-La esperanza es una palabra complicada porque viene de esperar y, a veces, uno de tanto esperar inacciona… Además, ¿a quién o a qué esperar? Algunas cosas creo que son inevitables: me parece que esperar que el poder se transforme en otra cosa o que tenga una mirada más abarcativa es un imposible. La idea de justicia es imposible, la idea de equidad también, y hay montada, por otro lado, una estructura ficcional muy tremenda que hace que uno esté distraído en otra cosa, o que piense que todo es tal cual como uno lo está escuchando. A veces la palabra puede funcionar como una capucha.
"No leo notas, no veo comentarios y no tengo Twitter. Por suerte, tengo amigos y bebidas, que me importan más que el Twitter".
-Muchos actores se expresan políticamente a través de Twitter, ¿no te interesa esa vía de comunicación?
-No, no tengo Twitter ni me interesa. Tampoco es una postura ni mucho menos. Hay unas cuentas creadas con mi nombre que circulan pero no son mías, y la verdad es que no me interesa comunicarme con la gente para hablar de la nada misma o de todo. Me parece más útil hacerlo a través del programa, o en un encuentro casual en la calle.
-¿Estuviste al tanto de los enfrentamientos recientes que tuvo Alfredo Casero en Twitter, por ejemplo?
-Sí, pero lo que pasa es que… Hoy la palabra de uno es tomada por el otro, entonces si tengo algo que decirle a Alfredo, se lo digo directamente a él y no a través de un medio. Yo lo sufrí en carne propia, porque he dicho cosas que han sido recortadas y funcionan como un hecho de una contundencia literal o de una opinión que tiene un punto que no tiene, sino que tiene una coma que sigue... Sobre todo en estos momentos políticos en los que estamos, en los que basta que vos digas algo que suene a crítica para que esas palabras sean tomadas por otro grupo como bandera.
-Seguís prefiriendo el cara a cara...
-Y, sí, porque hoy todo está basado en un malentendido, y nadie habla con vos cara a cara sino a través de un lugar que es mucho más fácil y un poquito más obsceno, que es desde ningún lugar. Cuando alguien insulta desde un comentario, lo está haciendo desde ningún lugar; el día que me paren en la calle y me insulten en la cara, hablamos. Yo sí te puedo decir, con 53 años, que no leo notas, no veo comentarios y no tengo Twitter. Por suerte, tengo amigos y bebidas, que me importan más que el Twitter.