El español cerró el Festival de Otoño en el Teatro Gran Rex con su show tanguero, que contó con la presencia de Andrés Calamaro, Juanjo Domínguez y Néstor Marconi como invitados. Crónica y fotos.
"Canta, garganta con arena, tu voz tiene la pena que Malena no cantó...". La primera impresión, al escuchar el tema popularizado por Adriana Varela en la voz de Diego El Cigala, es rara. Pero esa sensación enseguida se diluye: el español se adueña de la obra con su innata elegancia, y es verdad, Troilo desde el cielo, debajo de su almohada un verso le dejó...
El Cigala fue el encargado del cierre de la edición 2010 del Festival de Otoño, evento que reunió las más diversas clases de músicas de todo el mundo durante abril en la ciudad de Buenos Aires. Y su espectáculo dio cuenta de su compromiso con el tango, como en su momento lo hizo con el bolero: el cantaor registró un CD + DVD con esta actuación en un Gran Rex repleto, que contó con Andrés Calamaro, Juanjo Domínguez y Néstor Marconi como invitados estelares, y con un conjunto entrenado en la escuela flamenco jazz (o Big Music, tal como gustan nombrarla los implicados) de las Lágrimas negras de Bebo Valdez más el cineasta Fernando Trueba, el omnipresente productor Javier Limón y, claro esta, el propio Cigala.
Estaba claro, entonces, que era la noche del Diego, y todos se preocuparon porque el Diego brillara. En "El día que me quieras", la guitarra del gran Juanjo sonó como una sinfónica entera que apoyaba la magnífica voz del Cigala. Calamaro se sumó con su voz para la milonga "Los hermanos" de Atahualpa Yupanqui (y que gusto escuchar a ambos entonar eso de "Yo tengo tantos hermanos, que no los puedo contar...") y el fueye de Marconi (más cuerdas) brilló en cada una de sus intervenciones, con su buen gusto y fraseo. La cumbre de la noche fue "Niebla del Riachuelo" de Cobián y Cadícamo, donde Cigala sonó como un compadrito gitano bien afincado en tierras xeneizes ("Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar, barcos carboneros que jamás han de zarpar..."), y los arreglos de "Alfonsina y el mar", como el de "Nostalgias", fueron bien deudoras (en el buen sentido) de las que supo registrar en disco El Cantante Andrés.
Hacia el final, el tablao flamenco se hizo presente en el Gran Rex, lo mismo que el bolero (con la vuelta de AC para cantar "Inolvidable"). "Dos gardenias" fue el epílogo para un recital que regaló, todo el tiempo, emoción, refinamiento y nervio. Diego El Cigala lo hizo: a aplaudir de pie, y a esperar el DVD.