El capitán abandonó el barco
LOS ANGELES.- Es un hombre que sueña con volver al futuro. Nacido en Alemania, Wolfgang Petersen se abrió camino en la jungla de Hollywood y goza de los beneficios de filmar para los grandes estudios. Cuando se le recuerdan los tiempos de "El barco" (1981) -su film hablado en alemán que tuvo seis nominaciones para el Oscar-, y se le pregunta si no quisiera volver a trabajar en su propio idioma, el director de "Air Force One" hace equilibrio entre el deseo y el pragmatismo.
"Ojalá pudiera -dice-... Lo que más quisiera es tener un gran proyecto en el que pudiera usar la lengua alemana. Para cualquier artista que trabaje con palabras, el uso del propio idioma es una ventaja a la que no quiere renunciar. Me encantaría poder hacer la próxima película en la comodidad de mi propio idioma. Eso sería el sueño cumplido... Pero, por otro lado, no quiero retroceder y volver a comer mi almuerzo en el trailer de un Volkswagen, como lo hacíamos quince años atrás. Eso tampoco tendría sentido".
Dispuesto a patear mitos, Petersen asegura que "el oficio de hacer películas nada tiene que ver con un mundo perfecto" . "En Hollywood hay que luchar mucho -señala-. A mí me divierte hacer esfuerzos. Me gusta luchar por determinados proyectos y procurarme las circunstancias para hacer las películas que realmente quiero hacer. No es cierto que ya no haya lugar para el trabajo realmente creativo. A pesar de todos los esfuerzos y las dificultades estoy feliz de poder hacer este trabajo".
Petersen cree que haciendo películas de presupuesto más bajo tendría más libertad, pero separa, una vez más, los sueños de la realidad. "El tema es que no hay muchos estudios que quieran hacer películas así. Siempre digo que, en este sentido, la clase media está desapareciendo. En esa clase media es donde uno encuentra más espacio para experimentar y arriesgar, porque si un proyecto de ese monto fracasa no arrastra en su fracaso al resto del estudio", señala.
Harrison presidente
"La intención, desde el comienzo, fue mostrar al presidente que todos quisiéramos tener -dice Wolfgang Petersen respecto de "Air Force One"-. Una vez que tuvimos la imagen de este presidente soñado, armamos una historia alrededor de él. Y todas las circunstancias que rodean al personaje podrían ser reales".
Decididos a mostrar un presidente deliberadamente idealizado, no dudaron en que Harrison Ford era el hombre ideal para prestarle el cuerpo. A la hora de buscar el antagonista, recurrieron a Gary Oldman. El actor británico ya había dado sobradas muestras de saber cómo componer un malo de película en films como "JFK", "Drácula" y "El quinto elemento". En "Air Force One" le tocó en suerte meterse en la piel del terrorista que amenaza matar al presidente norteamericano a bordo del avión Air Force One.
"A Gary (Oldman) no lo conocía antes de hacer este film -cuenta el director de "Air Force One"-. No es un actor que esté todo el tiempo torturado en el set. En los momentos en que no trabaja, hace bromas y se divierte con el equipo. Pero, inmediatamente, cuando tiene que ir a toma, se concentra inmediatamente". Petersen admite que Oldman no es de los que se conforman con poco. "Al principio -dice-, cuando tuvo su personaje, sintió que necesitaba más de lo que tenía en el guión. El quiere tener una real comprensión de la filosofía y el background del hombre que le toca componer. El señaló que en el guión todo eso estaba planteado de un modo muy superficial. Me alegró que lo dijera porque eso nos permitió modificarlo", acepta el realizador.
El esfuerzo de reescritura permitió lograr lo que no se hubiera conseguido de otro modo. "Sólo entonces, Gary Oldman se convirtió en el personaje -apunta Petersen-. Desde entonces, sentí que creía completamente en lo que estaba haciendo. Creo que en el momento de filmar estaba convencido de que matar gente y llegar a esos extremos era necesario."
Estilos disímiles
En la ficción, Ford y Oldman componen personajes antagónicos. En la realidad del trabajo cotidiano, a juzgar por la opinión de Petersen, son tan disímiles entre sí como las criaturas que les ha tocado interpretar. "Es muy bueno tener dos estilos tan diferentes y lograr que funcionen en una película", señala el realizador.
Desde su punto de vista, Oldman pertenece a la categoría de actores obsesionados por conocer con todos los detalles el presente y el pasado de los personajes que le tocan interpretar. "Harrison (Ford) es muy distinto -acota Petersen-. Es el tipo al que le basta con su presencia en la pantalla. Es la típica "movie star". El sabe lo que la gente espera de él. Son dos estilos diferentes. A Harrison nunca se le ocurriría ponerse a estudiar a cuatro o cinco presidentes del pasado para componer al presidente de los Estados Unidos que le tocó hacer en esta película. Jamás lo haría. El hace de Harrison Ford. Y Harrison Ford es el presidente. Ese es su modo".
En "Air Force One" se exaltan los sentimientos patrióticos norteamericanos. Petersen confiesa haberse sentido cómodo en ese registro. "A mí me divirtió mucho la experiencia -dice-. En Alemania, después de la guerra no teníamos ningún motivo para experimentar sentimientos de ese tipo. Era imposible pensar "me siento tan orgulloso de ser alemán". No era el caso. En cuanto a los americanos disfrutando de sus presidentes del pasado y de sus monumentos, me parece fantástico. En Alemania, en cambio, el pasado sólo es oscuridad. Vivo en los Estados Unidos desde hace nueve años y me hace bien sentirme medio americano".
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