El ciudadano ilustre, una de las candidatas para ganar en Venecia
La nueva película de Cohn y Duprat se llevó una ovación del público y busca seguir los pasos de El clan, de Pablo Trapero, película premiada en la edición anterior del festival italiano
VENECIA.- El ciudadano ilustre ofrece por sí misma una evidencia de las coordenadas de variedad y madurez en las que se mueve hoy el cine argentino. La película se estrena pasado mañana entre nosotros y dos días después se verá si, como las señales parecen indicarlo, obtiene alguna distinción en Venecia. Quizás ésa sea una buena ayuda para despertar mayor interés del público. Aunque debería bastar con saber que se trata de una de las mejores películas argentinas de esta temporada.
Como El clan el año pasado, el film de Gastón Duprat y Mariano Cohn se destaca en la competencia oficial del festival. Se trata de dos realizadores que con éste suman ya siete largometrajes además de mucha producción y creación televisiva y que sin embargo siguen siendo, a su manera, una suerte de outsiders en el panorama del cine argentino. Ésta muy probablemente sea su mejor película hasta la fecha. La recepción del público en Venecia fue muy positiva, comprobada por este cronista en la función de gala, en la que hubo aplausos sostenidos durante toda la duración de los créditos finales e incluso más, con pedidos posteriores de autógrafos a los directores y al protagonista, Oscar Martínez.
En los promedios de valoración de la crítica italiana, tras diez títulos presentados, El ciudadano... marchaba en segundo lugar, detrás de La La Land, de Damien Chazelle, y empatando el primer lugar en el voto del público con Nocturnal Animals, de Tom Ford.
Luego de la función, los directores dijeron a LA NACION: "La experiencia de verla con público fue algo súper especial, porque la sala es muy grande, para más de mil espectadores, y con muy buena calidad de imagen y sonido. Notábamos un público muy atento a los detalles, a los pequeños detalles, como que la película repercutía en ellos, y después al final hubo un aplauso larguísimo y súper conmovedor que duró minutos y minutos. Después nos dijeron que fue la película más aplaudida hasta el momento". Además, hubo aplausos espontáneos al menos en tres momentos durante la proyección, en situaciones humorísticas. Porque El ciudadano ilustre, como El hombre de la lado y El artista, es una comedia, amarga y ácida, pero comedia al fin, convencida y convincente, que trata acerca de un Premio Nobel argentino de Literatura llamado Daniel Mantovani, oriundo de un pueblo (chico) de la provincia de Buenos Aires llamado Salas al que nunca volvió después de huir a los 20 años. Sin embargo, toda su literatura ha sido acerca de Salas.
Vemos a Mantovani recibir el Nobel con un discurso crítico hacia el premio, y rimbombantemente también contra sí mismo, y lo vemos rechazar, desde su moderna casa de Barcelona de alto concepto arquitectónico, cuanta invitación le llega (y le llegan muchas, desde los más diversos y tentadores lugares del mundo). Sin embargo, acepta, contra todo pronóstico, el convite más improbable: una invitación, con poca antelación y diplomáticamente rústica, zafia, para nombrarlo ciudadano ilustre de Salas. Por supuesto, cualquier requerimiento habitual de una estrella global de la cultura como Mantovani es imposible de cumplir en Salas, y ese regreso, después de cuatro décadas, no es lo que el escritor esperaba. O lo que suponemos que esperaba, porque en realidad no sabemos bien qué espera, porque esta película lo muestra de forma externa, con esa acostumbrada distancia sardónica que han usado Cohn y Duprat en su carrera.
Satiristas singulares, estos directores pueden definir con un plano la lógica municipal más absurda, poner bajo mirada vitriólica las "costumbres argentinas" y demoler con armas humorísticas cualquier tipo de chauvinismo. "Teníamos cierta incertidumbre respecto del humor y otras cuestiones locales de la película, la incertidumbre de que pudieran entenderse para el público extranjero, pero notamos a lo largo de la proyección, a pesar de que la gente ve la película en silencio, por algunos impactos en determinadas partes, carcajadas e incluso aplausos, que hubo una complicidad del público por la propuesta, por el tono de la película. Nosotros sentimos que ya en la entrega del Nobel, que es la primera escena de la película, hubo repercusión en el público." Eso decía esta dupla de directores, que maneja con una precisión notable a cada uno de los actores, aunque provengan de orígenes diversos (la combinatoria de Martínez más Dady Brieva y Andrea Frigerio puede parecer inviable en un principio, pero es un triunfo contundente). Los modos gestuales y los tics verbales son fundamentales para la notable construcción de los personajes, el uso del "questo y quel otro", el "de acá para allá", modos y motivos del habla que se basan en la observación fina. Gracias a esos y muchos otros detalles la película hace más sólido su armado. Como sucede en la filmografía de Cohn-Duprat desde El artista, el guión es de Andrés Duprat, hermano de Gastón y actualmente director del Museo Nacional de Bellas Artes.
Si bien en El ciudadano ilustre puede haber algún momento que sugiere algún tipo de nostalgia o un incipiente sentimiento de oportunidades perdidas como la escena de la estación de servicio derruida, la del intento de entrar a la casa de la infancia o el recuerdo del amor de juventud, en el cine de Cohn y Duprat no hay demasiado espacio para las emociones exacerbadas. Es un cine que brilla en la construcción cerebral, y que en Veneciaconformó un tándem especial con la pasional y sanguínea -además de sangrienta- película de Mel Gibson (ver aparte). A veces los festivales presentan dobles programas complementarios sin plantearlos como tales, agrupamientos que muestran lo fascinante y variado que puede ser el cine.
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