El controvertido señor Assange
El quinto poder es una aproximación al creador de WikiLeaks desde sus orígenes
Cuando se conoció la noticia de que El quinto poder ( The Fifth Estate ) iba a inaugurar este año el Festival Internacional de Cine de Toronto, muchos imaginaron que la primera película de alto perfil consagrada a la controvertida figura de Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, habría de convertirse en una de las grandes animadoras de la inminente temporada de premios en el hemisferio norte.
Todas las condiciones estaban dadas para ese propósito: un tema de candente actualidad vigente en la agenda internacional, un personaje protagónico que despierta toda clase de reacciones en la opinión pública (con excepción de la indiferencia), un director reconocido en Hollywood y conocedor como pocos de la entretela del Oscar (Bill Condon, realizador de Dioses y monstruos , DreamGirls , los dos últimos films de la saga Crepúsculo y responsable artístico de varias ceremonias de la Academia), un grupo de reconocidos actores encabezado por el británico Benedict Cumberbatch, el alemán Daniel Brühl (Niki Lauda en la reciente Rush ) y los estadounidenses Stanley Tucci y Laura Linney, una ambiciosa producción rodada en Bélgica, Alemania e Islandia y el respaldo de los estudios Disney.
Pero nada ocurrió según lo esperado. Más allá de la atención que despiertan hoy en los medios internacionales los movimientos y actitudes de Assange (refugiado desde junio de 2012 en la embajada de Ecuador en Londres con estatus de asilado político) y del indiscutido valor testimonial de las revelaciones de WikiLeaks (en especial, la filtración de casi 250.000 cables confidenciales de la diplomacia estadounidense en 2010, hecho que provocó un terremoto político en casi todo el mundo), el estreno de la película en Estados Unidos fue una de las grandes decepciones de este año: apenas tres millones de dólares recaudados desde su estreno a mediados de octubre en ese país para una producción de casi 25 millones.
Esa magra repercusión no reduce en lo más mínimo el atractivo potencial desplegado en esta primera aproximación a la vida y a la obra de Assange (cuyo estreno Buena Vista para el próximo jueves) que explora el significado de WikiLeaks desde sus orígenes hasta la actualidad, sobre la base del vínculo entre Assange y el activista alemán Daniel Domscheit-Berg, autor de uno de los libros en los que se basa la película. El otro fue escrito por un editor de The Guardian, uno de los diarios que dieron a conocer los cables, aunque cuidadosamente editados.
Lo que vale es el contexto
Cuando se produjo el estreno mundial de El quinto poder en Toronto, Cumberbatch conversó con un grupo de medios internacionales (entre los cuales estaba la nacion) acerca de lo que significaba a todas luces el mayor desafío interpretativo de su ascendente carrera en el cine. En su mejor momento actoral (tiene 37 años), Cumberbatch llegó a la charla de impecable traje y corbata, y con un corte de pelo muy parecido al que lució como excepcional villano en la última película de Star Trek. Cortés y diplomático, habla muy rápido, con voz profunda y teatral y mucha precisión en los dichos. Dijo que reconocía como muy sólidos los argumentos que Assange le planteó en una carta en la cual le pidió al actor que renunciara a interpretarlo en la pantalla. "Ese pedido era el punto esencial de la larga carta que me envió. Pero mis contraargumentos para oponerme a ese pedido eran igualmente sólidos. Me hubiese gustado conocerlo porque estar frente a una persona de carne y hueso siempre es más productivo que trabajar con fotografías o textos, pero respeto su posición. Creo que hay mucho en esta película para celebrar porque aquí se plantea cuán importante resulta WikiLeaks como idea y sobre todo cuál es la integridad de esa misma idea", puntualizó.
"Yo no soy actor -agregó-, ni activista político, ni abogado, ni fundador de un blog. Soy el primero en reconocer mi condición de amateur en todas aquellas cuestiones ajenas a la profesión que elegí. Como me pagan por eso, creo que ya estoy calificado para ser actor profesional [risas], Pero más allá de eso, como persona común y corriente me sentí impactado y fascinado por las revelaciones de WikiLeaks. Lo que hizo es darle masividad a un tema muy complejo y al mismo tiempo devolverle un lugar protagónico al periodismo de investigación."
Cuando se le pidió una definición sobre Assange, Cumberbatch señaló que tuvo la agudeza de hacer algo trascendente que marcó su personalidad y, al mismo tiempo, lo humanizó. "Hay valores universales en su conducta, que la película trata de exponer y poner en discusión. Assange es un padre, es un hombre íntegro, con mucho sentido del humor y que trabajó para hacer realidad una idea. Es posible que por lo que hizo haya conseguido que a mucha gente le caiga simpático y también que alrededor de él se promuevan discusiones acerca de si lo que hizo está bien o está mal. No es posible entender a Assange fuera del contexto del que proviene."
Cuando Cumberbatch se encontró por primera vez frente al espejo con su propia imagen convertida en Assange, marcada ante todo por una larga y prolija cabellera blanca, se dijo a sí mismo "¡Jesucristo, esto funciona!" Contó que en ese momento estaba escuchando en su iPod una entrevista grabada por Assange e intentaba perfeccionar su aproximación a la voz del personaje.
"Él y yo tenemos rostros muy diferentes, pero como siempre hay mucho para hacer en el trabajo de interpretar un papel sin llegar a imitarlo o personificarlo tal cual, sentí que podía dejar al margen esas diferencias. Julian tiene una cara más redonda, la mía es más angulada. El tiene ojos oscuros, los míos son más livianos. Él tiene el pelo más claro, el mío es más negro. Como ven, entre él y yo hay mucho en común..."
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