El extraño e impredecible Mark Kozelek
El músico norteamericano debutará hoy en Buenos Aires, en el ciclo Martes Indiegentes, al frente de Sun Kil Moon
Con el período productivo promedio bien detrás de su espalda, el rockero folk Mark Kozelek (49) saca tantos discos que tiene al público desconcertado. Para algunos, su sobreproducción demuestra temor atávico a una tercera edad que se le viene encima; para otros, es muestra de un genio incomprensible, y comparan el nuevo estilo lírico, cuasi improvisado y carente de toda rima (consistente en narrar entradas de un diario íntimo), con el quiebre innovador del Bob Dylan eléctrico. Un poco exagerados, ambos, pero también con algo de cierto.
El Kozelek de Sun Kil Moon, la banda con la que el cantautor de Ohio debutará hoy en la Argentina, no tiene nada que ver con el melancólico Kozelek que el mundo indie recuerda de Red House Painters, su banda clásica de los noventa. Aquella voz clara, casi dulce, ahora es un balido turbio, algo cínico, incapaz de contener la risa o el veneno. No hay segundas tomas para cada canción ni ganas de reconciliarse. Canta y la improvisación queda así, take it or leave it (tómalo o déjalo).
Un año atrás, Kozelek fue noticia por haber sacado una canción titulada, en inglés bastante explícito, "War On Drugs: Suck My Cock", molesto porque la banda The War On Drugs tapó parte de su set acústico desde el escenario de un festival vecino. En otro concierto divisó entre el público a la editora del influyente website Pitchfork y se detuvo a insultarla. Seguidamente, un crítico del website reseñó Universal Themes (2015); le bajó la calificación y calificó a Kozelek de "bloguero". El músico siguió la batalla en su último disco, escribiendo canciones como cartas documento. "Algunas personas aceptaron el cambio mejor que otras", explica Kozelek a la nacion, sin vueltas. "Ya en Songs for a Blue Guitar (1996) muchos se quejaron por la cantidad de covers, los solos largos de guitarra? Yo sigo a mis musas, y que los fans lo entiendan como quieran."
Sin previo aviso, el cáustico Kozelek puede causar un rechazo sin retorno (más aún cuando, al estilo de los rockeros clásicos, premuerte del circuito disquero, sostiene que cada uno de sus últimos discos es mejor que el anterior). Pero bueno, la gente cambia. La media docena de álbumes que el hombre grabó hace 20 años al frente de Red House Painters, en sintonía con la reivindicación de Neil Young y otros caudillos setentistas, son de una bella y devastadora, sempiterna, tristeza, sin paralelo siquiera con las heridas más profundas del canadiense ("The Needle and the Damage Done"), la agonía de Badfinger ("Without You"), o la fragilidad absoluta de Cat Stevens ("How Can I Tell You").
Para una generation X que, tras el hedonismo de los ochenta, volvía a tener en Kurt Cobain a un soldado del rock suicidado por la sociedad, con un subgénero, el slowcore (también llamado sadcore), que trasladaba la desesperanza en gemidos de guitarra, las canciones de Red House Painters eran el equivalente aural más cercano a un domingo a la noche sin otra alternativa que ver una reposición de Los Simpson u otro episodio de la gótica Millenium. Kozelek, por su parte, desestima la asociación. "No podría recordar el título de una canción de Codeine", dice. Y explicita su melancolía en la más celebrada canción de su álbum Benji (2014), al revivir la epifánica función de La canción es la misma (el film de Led Zeppelin) en su adolescencia. "Siempre fui así. Aunque me gustaba el rugido de la guitarra Les Paul, prefería «Rain Song» y «Bron-Yr-Aur»."
La melancolía se habrá agrietado, pero la nostalgia no hizo más que empeorar. En Universal Themes, el músico narra su participación en Youth, film de Paolo Sorrentino (gran fresco de gerontología) donde se lo ve interpretando una suave versión folk de "Onward", de Yes. Tras la muerte de Chris Squire, el bajista autor del tema, Mark le dedicó un obituario en el reciente Jesu / Sun Kil Moon, y aprovechó para despedir a otro amigo llamado Christian. Consultado ahora por sus guitarristas folk favoritos, Kozelek sólo reconoce a (los no folk) Jimmy Page, de Led Zeppelin, y Steve Howe, de Yes. Y sus últimos discos se volvieron odiseas pautadas por interludios madrigalistas, como versiones espontáneas de Tales from Topographic Oceans, aquel brontosaurio de rock sinfónico.
"Mi viaje musical empezó con Zeppelin, Pink Floyd, Yes, esas bandas; ése es mi background", responde el músico sobre la comparación. "Supongo que por eso no me amedrento de lanzar álbumes largos con canciones de doce minutos."
Kozelek siempre fue un músico fan, o (con cierta imaginación) un fan antes que un músico, y construyó su carrera en esa irreductible lógica. Down Colourful Hill, el debut de los Painters, arranca con canciones que promedian los diez minutos, un bravo gesto hacia el rock independiente en 1992. En el tercer disco, Kozelek incluyó una gloriosa versión de "I'm a Rock", clásico de Simon & Garfunkel. Lánguida, ralentizada, la copia revelaba huellas ocultas en el original, como un tapado al que muchos años después se le descubre su doble faz. El exitoso procedimiento continuó con otras vacas sagradas (Kiss, McCartney, John Denver) y tuvo su apoteosis en What's Next to the Moon, disco integrado por temas de AC/DC en clave country folk.
"Al principio hacíamos covers, cosas como «The Star Spangled Banner», que se improvisaban en vivo y tuvieron buena respuesta", cuenta el músico sobre la gestación de su estilo. "Por alguna razón que desconozco, al escuchar una canción soy capaz de darla vuelta, le doy la forma que quiero." Para el músico, este modus operandi llegó a su fin con el reciente Mark Kozelek Sings Favorites, donde interpreta temas de otros autores respetando su forma original. "Fue muy divertido reinterpretar temas de otros a lo largo de los años, pero ahora me siento más a gusto tocándolos como fueron inicialmente escritos."
-Por su alcance, coherencia y visión, Benji quedó establecido como una obra maestra de su propia clase. Hay recuerdos, lecciones de vida, y todo fluye como grabado en una sola toma. ¿Lo planeaste mucho o quedó accidentalmente conceptual?
-Yo no buscaba un concepto, para nada. Tenía escrita "Truck Driver" para mi tío, que había muerto un año antes, cuando vengo a enterarme de que mi prima segunda había muerto durante un incendio, justo después de que compuse la canción (el tema resultante, "Carissa", abre Benji y puede encabezar la lista de canciones más desgarradoras del milenio). El caso me llevó de vuelta a Ohio, donde terminé viendo un concierto de The Postal Service (narrado en el último track, "Ben's My Friend"). Si mi prima no hubiese muerto, el álbum habría tomado otro camino. La grabación fue larga, en definitiva; demoró siete meses.
-En comparación con el estilo poético de tus primeros discos, pareciera que decís todo sin medias tintas, sin tener en cuenta la opinión de los demás. ¿Qué sentís al escribir ahora?
-Me siento bien, más fuerte, más relajado. Mi otro yo joven era alguien estresado, preocupado por las metáforas y la injerencia de los sellos grabadores. Ahora me siento más asentado, en paz con mi arte y hasta disfrutando de algo que antes no conocía demasiado: los procesos de grabación [se lo oye reír]. ¿Se nota?
Sun Kil Moon
Martes Indiegentes
Hoy, a las 20
Niceto Club, N. Vega 5510
Entradas, desde 450 pesos
Temas
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