El mejor amigo del hombre... japonés
En su tríptico Podemos construirle, Los simulacros y ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, el novelista Philip K. Dick imaginó un mundo poblado por androides y animales robóticos, fabricados para compañía o servidumbre. En ese futuro, tener mascotas reales es signo de status, mientras el hombre común se contenta con sucedáneos que van al taller cuando se descomponen. Hoy, por distintas razones, ya existen simulacros. Y funcionan de un modo no tan distinto del de las ovejas de Dick, que balan gracias a una cinta grabada. Son las mascotas robóticas, una realidad del posmoderno Japón.
"La primera década del siglo XXI será dominada por robots", afirmó Toshitada Doi, vicepresidente ejecutivo de Sony. Doi es el creador de Aibo, el primer perro robot de uso hogareño cuyas ventas, entre 2000 y 2001, saltaron de 5 a 159 millones de unidades. Una versión mejorada que se lanzó recientemente, ESR-7, puede considerarse milagro de la creación humana. El cachorro metálico de ocho kilos no sólo responde al llamado de su dueño: tiene voluntad propia y emoción; reconoce voces, rostros; juega al fútbol, y emite cualquier clase de sonidos a través de un sistema MIDI.
"Hemos desarrollado tres tecnologías de reconocimiento: de rostro, de discurso y de memoria a largo plazo", explica Masahiro Fujita, jefe del sector Tecnologías de interacción. Además de poder caminar por terrenos irregulares, gracias a sensores y visión estereoscópica, el ESR-7 (que cuesta 1800 dólares) tiene micrófonos que le permiten localizar la dirección del sonido, al que reacciona con 38 variedades de movimientos. Carga una cámara incorporada para tomar fotos y envía e-mails. Pero eso no es nada: en junio Aibo cumplirá 5 años, y Sony promete celebrar con un modelo sorpresa.
Paralelamente, Sanyo diseñó un perro guardián de 90 centímetros de altura que olfatea intrusos, detecta incendios y sirve para tareas de rescate o búsqueda de personas desaparecidas. El objetivo de esta revolución es crear mascotas de fácil mantenimiento en el super- poblado Japón. Pero todo rasgo de realismo no estaría completo sin la creación de Clínicas Aibo, a donde son derivados los robots con algún desperfecto. Las tarjetas de saludo que reciben los técnicos, con la leyenda Gracias por curar a nuestro bebe, demuestran que los Aibo son auténticos miembros familiares.
Una tradición nipona
La afinidad de los japoneses por los robots puede rastrearse en las muñecas mecánicas (karakuri ningyo) que poblaron el período Edo (1603-1868). Japón estaba regido por un sistema feudal que aisló al reino de influencias externas y le dio la oportunidad de gestar una cultura única. Las karakuri fueron quizá la mejor muestra del entretenimiento de la época, fruto de artesanos imaginativos y habilidosos. Sus creaciones incluyeron muñecas que bajaban escaleras, que caminaban sobre una cuerda o servían té. Y un caso particular es la yumihiki doji, muñeca arquera. Creada por Tanaka Hisashige, que vivió entre las dinastías Edo y Meiji, y cuyos descendientes fundaron la corporación Toshiba.
Considerando la tradición, no parece raro que los actuales diseñadores japoneses se hayan volcado a crear androides para uso doméstico. El más popular es el Asimo, de Honda Motor, que camina, sube y baja escaleras y entiende gestos humanos. Honda invirtió 100 millones de dólares en este androide de 1,20 m y 43 kilos, cuya creación data de 1996.
Pero Honda debe competir con Sony por la conquista del hogar nipón. En diciembre, Sony presentó al humanoide QRIO (curio, en inglés). Un modelo más práctico; el primero capaz de correr, saltar y bailar. Y si durante el ajetreo pierde equilibrio, puede protegerse del impacto. Caído al suelo, controla que su armadura esté en orden y se levanta. Distingue rostros, voces, y -según la compañía- hasta se expresa a voluntad.
Otras empresas se abocaron al diseño de unidades de servicio. El Partner Robot de Toyota, por ejemplo, sirve para transportar a ancianos o personas discapacitadas. La firma automotriz dio a las máquinas agilidad, trato cortés y una sensibilidad labial que les permite incluso tocar la trompeta. Fujitsu es otra marca que incursionó en el rubro, con el Maron 1: un robot de 5 kilos y 35 centímetros de alto, provisto de cámaras digitales para detectar el ingreso de extraños en la casa. Todos, diseños con buena aceptación en ciertas franjas del mercado estadounidense, como analistas de sistema y empresarios. En Japón, ya son casi el mejor amigo del hombre.
Más leídas de Espectáculos
Con Léa Seydoux. Amor sin tiempo es una película arriesgada y distópica, inspirada en Henry James y la desconexión emocional de nuestros días
Potencia y precisión. Guerra civil: un inquietante escenario futurista que hoy está lejos de ser visto solo como ficción
De Timothée Chalamet a Theo James. Quiénes son los cinco actores que protagonizan las biopics musicales más esperadas