El artista Martín Ron pintó a los cuatro fantásticos de Queens en una pared de Villa Urquiza; te mostramos todo el proceso
¿Cómo hace una persona de no más de 1,70 de altura para pintar murales de varios metros de alto y de ancho? En principio hay que tener un ojo especial, pero no sólo para llevar a gran escala figuras pequeñas, sino para definir el objeto de su deseo: Martín Ron -el artista plástico y muralista que pintó a Carlos Tevez en Fuerte Apache, a Maradona en Dorrego y Libertador o a la Coca Sarli en Villa Pueyrredón- es de esos tipos que, cuando camina por la calle, mira otras cosas. "¡Mirá qué buena pared!", suele decir, con el mismo entusiasmo que cualquiera mostraría por un buen auto o un buen culo. Una vez elegido el muro, se puede pedir permiso o no, o avisar que va a estar durante varias horas trabajando en embellecer una pared abandonada. Claro que el arte que no es un concepto que todos puedan entender, como le pasa a la empleada del Colegio Watson de Villa Urquiza, que no tiene mejor idea que llamar a la policía para preguntar si un artista puede hacer arte. No importa, una cuadra más allá el dueño de la fábrica Pettinari da el OK después de preguntar "¿Pero es lindo eso que van a hacer?".
Una vez definido el lugar –un cuadrado perfecto de 4x4 metros en Pacheco y las vías del Mitre, a una cuadra de Monroe y dos de la Estación Urquiza- también se les explica a los obreros que trabajan en la construcción de un túnel qué es un mural, para qué sirve y el motivo por el que se hace. "¿Y quiénes son los Ramones? ¿Y a ustedes les pagan por hacer eso? ¿De verdad?"
Entonces los muchachos se enteran que los Ramones es la más argentina de las bandas extranjeras, que ya no existen más de manera física, pero que tienen más de una veintena de discos y que vinieron muchísimas veces al país, hasta que fueron adoptados como propios. Ahora saben que en otros lugares del mundo también hay murales, como el de Joe Strummer en Nueva York, que sirven como lugar de homenaje y agradecimiento por ese arte que regalaron, que dejaron como un alimento para el alma. Ellos se enteran además que este fue un pedido que Leonardo Ferri (periodista, colaborador de la web de Rolling Stone) le hizo a Martín Ron para (por un lado) mostrar su trabajo, pero también para que Buenos Aires tenga uno de esos lugares que vale la pena visitar y que no son obeliscos, ni caminitos, ni puertosmaderos ni locales de tango. Porque Buenos Aires tiene mucho rock, propio y ajeno, y como el propio ya está muralizado, hace falta adoptar a unos amigos de hace casi 40 años empezaron tocando tres acordes en Forest Hills.
Doce horas después, cuando todo está terminado, también se dan cuenta que ahora los cuatro fantásticos de Queens son vecinos, y tienen un lugarcito en Villa Urquiza.
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