Julieta Díaz. Entre el cine y el teatro
Debuta en "La mano de Dios", de Marco Risi y estrenará el viernes "Tontos por amor"
No hace tanto que asomó por primera vez en la televisión. Pero ya en "Ilusiones" se perfilaba como figura, y se afianzó en "099 Central", "Soy gitano" y, más concretamente, en "Locas de amor". El año pasado recibió muchos elogios por su papel protagónico en "Emma Bovary" y fue luego de una de sus funciones cuando se le acercó el director Rubens Correa (su primer profesor de actuación) para ofrecerle la obra "Tontos por amor" ("Fool for Love"), de Sam Shepard. Es aquella que protagonizó en cine el mismo autor, junto a Kim Basinger, dirigidos por Robert Altman.
Julieta tuvo el libreto en su mesa de luz durante varias semanas, hasta que se atrevió a leerlo y se enamoró de él. Convocó a Fernán Mirás y el viernes la estrenarán en el Lorange, con dirección de Correa, acompañados por Ricardo Díaz Mourelle y Pablo Iemma.
"Es una obra muy fuerte; una historia de amor imposible. Estos son dos tontos, dos necios empeñados en seguir porque no conocen otra cosa. Es el famoso «me muero si estoy con vos, pero si no también»", explica Díaz. "Hago de May, una chica que intenta rehacer su vida, ser más independiente y poner las cosas en orden. Pero vuelve a aparecer la apertura de este amor imposible del que sigue enamorada. La obra tiene una continuidad real de tiempo. Empieza y termina, no hay elipsis. A su vez posee algo de ensoñación que rompe el tiempo real. Rubens repite que hay algo pesadillesco en la pieza. Se trata de una historia real, muy fuerte, y otra muy subjetiva."
-¿Tocás algún aspecto propio con este personaje?
-Sí, ella está como muy resentida, muy dolorida y se siente sola. No me veo parecida a ella en ese aspecto, pero todos hemos sentido así alguna vez. Eso que siente May es tan potente que sería imposible no sentirse identificado. A través de este personaje uno puede reconocerse en el reclamo, el dolor, la soledad, la desesperación, la contradicción, el deseo y, al mismo tiempo, la represión. Hay algo de adictivo.
-Antes era mostrar historias de amor, ahora es lo que pasa con éstas...
-Es que cuando uno se mete en el amor, aparecen un montón de cosas propias: lo bueno, lo generoso, lo que uno tiene para ofrecer y el cariño, pero también los "alien", los mitos, las cosas negativas. Y está bueno investigar en eso. No sé si es una obra esperanzada. Pero sacude y muestra las cosas en un caso particular en el que se ven terribles y no hay salida. Woody Allen dice que no existe el amor, sino las neurosis que se combinan y se consienten. También hay algo inexplicable del amor.
-¿Te atrapó el tema o la obra?
-Me resultó muy atractiva la relación que mantienen los personajes: muy confusa porque está muy sucia pero, al mismo tiempo, muy clara para el espectador y para los actores. Es un material difícil.
-¿El remanso del teatro o la vorágine de la televisión?
-La verdad es que no tengo tanta experiencia en el teatro como para tener una posición al respecto. Pero siento que es diferente. La televisión es una vorágine. Pero si le enganchás la onda no es una mala vorágine. A veces es como una gran máquina de hacer chorizos, pero como trabajadora de la televisión podría decirte que es algo placentero porque siempre tuve mucho espacio para trabajar. El 90 por ciento de lo que hice fue en Pol-ka y allí respetan mucho a los actores.
-¿Cómo tomaste el hecho de cobrar notoriedad?
-Me divertía y me gustaba. Al principio me costaba verme u oírme y me criticaba mucho. Según mis compañeros técnicos, me miraba con mucho amor. Mi ego está bien cuidado, tiene las defensas bien altas, aunque de vez en cuando se enferma un poco. Pero en ese sentido es placentero estar sobre el escenario o frente a una cámara y sentir que estás diciendo algo por lo que la gente te respeta, te escucha y te premia.
-¿Cómo te llevás con la fama?
-El día en que fui con mi novio [Sergio Surraco] a ver a Julio Bocca sabíamos que iba a estar la prensa y lo conversamos. Llegamos a la conclusión de que no nos importaba. En un punto estábamos orgullosos de que nos saquen una foto porque nos queremos. Si no quisiera que me saquen fotos, no iría a estrenos ni a entregas de premios. Tampoco soy Natalia Oreiro, a la que andan persiguiendo los paparazzi.
Claudia Villafañe
Actualmente, combina los últimos ensayos de la obra con la filmación de "La mano de Dios", la película de Marco Risi sobre la vida de Diego Maradona, que protagoniza el italiano Marco Leonardi. Tuvo que teñirse el cabello de rubio para hacer de Claudia Villafañe, la esposa del ex futbolista. Luego del estreno, deberá partir por tres días a Nápoles para filmar las últimas escenas y esos serán sus últimos días como rubia.
-¿Es dura tu primera experiencia en cine?
-Lo estoy pasando bien, pero es muy raro hacer la historia de Diego Maradona y trabajar con un actor que no es argentino. No es fácil, pero es interesante la experiencia de hacer cine, de aprender a esperar, conocer sus tiempos, los secretos de la cámara y trabajar con personas como Mirta Blanco, la maquilladora que hizo sesenta y pico de películas, o con Coca, una de las vestuaristas que hizo más de cien. Eso es maravilloso.
-¿Cómo hacés para no imitar a Claudia Villafañe?
-Es una decisión, pero también depende de lo que te diga el director. Si te pide que la hagas igual, lo tenés que hacer.
-¿Hubieras aceptado igual?
-Sí, porque también hubiera sido un buen desafío. Tendría que haberme puesto a mirarla durante 80 horas. Tengo videos suyos e intenté algunos gestos: qué energía tiene cuando está triste o cuando critica.
-¿Pudiste hablar con ella?
-Me hubiera encantado, pero no se pudo dar porque los Maradona no están de acuerdo con el guión. El director lo retocó mucho, pero igual a Claudia no le gustó.
-Pero te invitaron a "La noche del 10"...
-Cuando lo hicieron no conocía a Claudia. La respeto mucho porque tiene un perfil muy bajo, igual que las hijas. Hubo mujeres que estuvieron cerca del poder y han hecho desastres o cosas avergonzantes. Ella no. Lógicamente, el 50 por ciento de la plata de Maradona es de ella porque sostuvo a su marido durante toda la vida. Pero eso no se puede criticar porque es su derecho, nunca especuló, se bancó todo y mantuvo un perfil bajo siempre. Me da una persona transparente y me cae bien. Es una cuestión de piel, siempre fue así. Odiaba a Mariana Nannis porque criticaba a Claudia. Viene de familia de trabajadores, igual que yo, por eso la respeto mucho.
-Pero no le gustó el guión...
-Lo sabía y te tengo que confesar que me perturbaba mucho porque sentí que necesitaba su aprobación para hacerlo. Es el mejor personaje de la película. Es la heroína, la mina que se banca todo, que pone límites, que se ocupa de sus hijas, y al mismo tiempo está a su lado. El día del programa estuvo muy cariñosa, pero lo primero que me dijo fue: "No estoy muy de acuerdo con el guión". Diego también me lo dijo al aire. Pero les confesé que admiro y respeto a Claudia. Me encantaría que vean la película para saber qué les parece.
-¿Vivís tu trabajo como tal o como una aventura?
-Como un trabajo porque soy miedosa. El verano pasado fue la primera vez que salí sola de vacaciones. No soy muy aventurera, aunque arriba del escenario me animo a todo. No le tengo miedo al ridículo. Y eso me salvó: allí soy libre.
-Bueno, decís que no sos aventurera, pero te metés con los gitanos a hacer flamenco por trabajar en una telenovela...
-Sí, es verdad. Me hice amiga de los gitanos y el flamenco me vuelve loca. Estudié con Claudia Bautián y ahora con Laura Manzella. Hace poco tuve mi muestra de fin de año. Pero no lo hago con otro objetivo que disfrutarlo. Sí, en ese sentido, soy aventurera.
-¿Vas a ser una de las "Amas de casa desesperadas"?
-No, es un malentendido. Nunca me lo propusieron. Este año decidí no hacer tiras, tal vez pequeñas participaciones, como lo que hice en "Mujeres asesinas". Decidí dejarle espacio al teatro y sumar en el cine. Es un riesgo, pero es una decisión.
Padre e hija
- Aunque ya hicieron algunas incursiones juntos en la TV, la actriz y su padre, Ricardo Díaz Mourelle, trabajarán juntos por primera vez en un escenario. "Es fuerte estar arriba del escenario con mi padre porque fue mi maestro y lo sigue siendo. Además, estuvo siempre muy presente en todos los proyectos. Pero imaginamos que en algún momento iba a pasar. Y está bueno porque lo veo todos los días. Enseguida, después de cada ensayo, él hace un debate o charla de análisis. Es que mi viejo es muy inteligente. Por eso, siempre le doy bola."