La figura de Freddie Mercury volvió al centro de la escena este año y, por suerte, no lo hizo en formato holograma, como se podía suponer después de tanto resucitado tecnológico en la industria del entretenimiento. En el año en el que las biopics saltaron los decorados del cine instalando al género como tendencia en las plataformas de streaming –con Luis Miguel y su serie biográfica como principal fenómeno latino y especialmente en la Argentina, país donde el cantante melódico fue el músico más buscado en Google en 2018–, la inigualable voz de Queen se hizo escuchar otra vez, aquí, allá y en todas partes, gracias al estreno de Bohemian Rhapsody, la película dirigida por Bryan Singer, que contó con el aval del resto de los integrantes de Queen.
Así, Bohemian Rhapsody, el film, se convirtió rápidamente en la biopic musical más taquillera de todos los tiempos; mientras que "Bohemian Rhapsody", la canción, se coronó como el tema del siglo XX más escuchado vía streaming. El furor logró también que muchos, unilateralmente, aprovecharan la ocasión para certificar que Freddie Mercury "es el mejor cantante de la historia", hipótesis que inclusive tuvo a la ciencia de su lado: un estudio publicado dos años atrás por Logopedics Phoniatrics Vocology, había comprobado que su tendencia vocal era barítono cuando siempre se creyó que era tenor y determinó que Mercury tenía una media vocal de 117.3 Hz, "un número casi inigualable" para cualquier ser humano.
Más allá de las contradicciones de su vida (y de las de la película en cuestión que, por cierto, son muchas), que un ícono gay como Mercury haya vuelto a inspirar tanta pasión en un mundo que por momentos parece retroceder en el tiempo (con un presidente electo en Brasil como Jair Bolsonaro, que en campaña aseguró que prefería tener un hijo muerto antes que sea gay), es sin dudas un motivo para celebrar. Por más edulcorada o estereotipada que haya sido su representación en el film (para algunos críticos incluso con aristas "homofóbicas"), Freddie Mercury sobrevuela el siglo XXI para elevar la vara artística y al mismo tiempo desestigmatizar y colaborar en la lucha contra el sida, una enfermedad que aún hoy sigue estando atravesada por la discriminación y la indiferencia.
Si en los últimos años artistas como Lady Gaga o Muse habían allanado el terreno entre los millennials para este regreso con gloria de Queen, desempolvar álbumes como A Night At The Opera, A Day At The Races, Jazz o The Game, ofrecen una relectura de la obra del grupo en tiempos digitales y confirman la vigencia de sus clásicos.
"Al principio estaba bastante preparado para pasar hambre, lo cual llegó a suceder. Así que puse todo mi empeño en intentarlo. Debes creer en ti mismo, sin importar cuánto tiempo necesites", dijo Mercury alguna vez, recordando su pasado, rescatando su instinto de superación y siguiendo el camino que lo llevó a cumplir su autoprofecía: "No voy a ser una estrella... Voy a ser una leyenda".
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