Gaspar Noé, el gran provocador
Se ha dicho decenas de veces que a Gaspar Noé le gusta provocar. Y para comprobarlo alcanza con revisar la lista de directores que tiene como favoritos –Pasolini y Fassbinder a la cabeza, pero también Murnau, Fritz Lang y Buñuel–, o las películas que se llevaría a la famosa isla desierta –2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick, Un perro andaluz, de Luis Buñuel, Eraserhead, de David Lynch, y una muy poco conocida, Angst, dirigida en 1983 por un austríaco, Gerald Kargl, que dejó de filmar luego de que esa ópera prima, protagonizada por un sanguinario asesino serial, fuera prohibida en casi todo el mundo. Ahora, Noé –nacido en Buenos Aires en 1963, radicado en París, hijo del reconocido artista plástico Luis Felipe Noé, director de las polémicas Solo contra todos (1998) e Irreversible (2002)– acaba de estrenar en Buenos Aires Enter The Void , largometraje presentado originalmente en el Festival de Cannes, que tiene como protagonista a un joven dealer y adicto que consume sobre todo DMT (dimetiltriptamina, el alucinógeno más potente que se conoce) y píldoras de GHB (gamahidroxibutirato, un psicotrópico sedante), mientras se mueve en unas calles de Tokio saturadas de neón, éxtasis y cocaína. Como siempre, Noé despertó adhesiones fervorosas y odios enconados con el film, pero ese revuelo, que arrancó en Cannes, de algún modo lo ayudó a promocionarlo. "En Cannes presentamos una versión que no estaba completa y hubo polémica –admite en diálogo con LA NACION–. La gente se excita mucho en ese festival: te pueden tirar huevos o flores. Es como ir a un Mundial de fútbol… A mí me divierte mucho todo eso, me parece por lejos el mejor festival del mundo. En Toronto presenté una versión más terminada y muchos se quejaron por el largo de la película. Entonces tomé la decisión de cortar lo menos importante: hice los títulos más rápidos de la historia del cine".
–¿Te cansa que te tilden de provocador?
–La verdad es que me divierte asustar gente con mis películas. No hay que tomárselo tan en serio... Creo que logro un objetivo si un espectador se sorprende o se asusta, incluso si se levanta y se va de la sala. Es como cuando a un mago le sale bien un truco. En mi adolescencia me gustaban películas como Saló, de Pasolini, y Deliverance, de John Boorman, que impresionaron a mucha gente. Igual, Enter The Void es una película menos pesada que las otras que hice. Lo que desestabiliza en este caso es lo visual. Es como una experiencia psicodélica.
–¿Qué películas fueron referencia cuando filmaste Enter The Void ?
–Las referencias más fuertes fueron 2001: Odisea del espacio, la mejor película que vi en mi vida, y Estados alterados, de Ken Russell, la del científico que va a México a probar peyote. Enter The Void es una película que trata de reproducir un estado alterado de conciencia. Tiene un punto de vista subjetivo, ves las cosas a través de los ojos del protagonista.
–Y la muerte anda sobrevolando toda la historia.
–Sí, pero es un tema que me interesó mucha en la adolescencia y en las posadolescencia. Esta es una película que se empezó a gestar en aquella época, cuando leía cosas como El libro tibetano de los muertos. A los 20 años le tenés más miedo a la muerte que cuando sos adulto. Pero hoy soy un ateo convencido, no creo que haya nada después de la muerte. Uno viene, hace lo que puede hacer y se va. Listo. Lo del más allá es una obsesión de la gente joven. Si le preguntás a un tipo de 80 años que está en un hospital sobre la puerta que se abre al más allá, seguro que te contesta «no, por favor, quiero descansar, quiero dormir y no despertarme nunca». Las religiones usaron mucho la idea del más allá para manipular a la gente.
–¿Te gustaría trabajar en Hollywood?
–Me gusta mucho Los Angeles como ciudad, pero las relaciones humanas en Hollywood son medio raras. Los productores tienen demasiado poder, y no tener el control del corte final de la película es inaceptable para mí. Me interesa, sí, hacer películas en inglés, como Enter The Void , por el tema de la distribución internacional.
–¿Qué película que hayas visto últimamente te gustó mucho?
–Una separación, la película iraní de Asghar Farhadi que ganó un Oscar hace poco. Me habían dicho que parecía un telefilm, así que fui con poca expectativa a verla. Pero me pareció excelente, muy bien filmada y con una tensión narrativa fabulosa. Y 4 meses, 3 semanas, 2 días, del rumano Cristian Mungiu, que ganó la Palma de Oro en Cannes en 2007. Me gustaría hacer un drama psicológico de ese tipo, pero siempre se me escapa un golpe de humor en mis películas.
–Tu humor es más bien negro.
–Sí, me gustan mucho las bromas pesadas. A la gente que no es seria en su vida particular le cuesta hacer películas serias.
–¿Te importa lo que la crítica dice de tus películas?
–Me divierte que se exciten, esto que te decía de los huevos o las flores. Eso no me molesta en absoluto. No me interesan las cosas que están a medio camino. Igual, lo importante es estar confiado en lo que hiciste, estar conforme vos con el resultado. Y estar atento a opiniones que te interesan de verdad. No sé… Una crítica de cine canadiense lesbiana dijo en Quebec que Irreversible demostraba que mi noción de la felicidad era la más heterosexual y pequeño-burguesa que había visto en su vida, por ejemplo… Dicen que Lars Von Trier le hizo llegar su primera película a Tarkovski, a quien admiraba mucho, y el tipo la vio y dijo que no le había gustado nada. Eso sí debe ser bravo… Yo tuve más suerte: sé que a Scorsese le gustó mucho Enter The Void porque lo dijo públicamente. Para mí, que crecí con Taxi Driver en la cabeza, eso es mucho mejor que ganar la Palma de Oro.
Más leídas de Espectáculos
Lejos de la cienciología y de su papá. Suri cumple 18 años mientras Tom Cruise se muestra feliz a kilómetros de distancia
La más vista en todo el mundo. La perturbadora historia real de Bebé reno, la exitosa miniserie de Netflix
Doce jugadores en placa. Quién abandona la casa de Gran Hermano el domingo 21 de abril, según las encuestas