Gran entusiasmo del público en La Habana
LA HABANA.- Con la proyección de "La fiebre del loco", tercer largometraje del talentoso director chileno Andrés Wood, comenzó anteanoche el 23er. Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, que se desarrolla hasta el próximo 13 del actual en esta ciudad. Las cifras de este encuentro son impensables en cualquier otra muestra: más de 500 títulos en exhibición (entre cortos y largometrajes), y unos 560.000 espectadores que llenan hasta la presentación matinal de un video sobre arquitectura francesa.
Claro que la amplitud de la programación y de la efervescencia popular hace que los problemas organizativos se multipliquen, con constantes cambios en la grilla diaria, con películas que finalmente se exhiben en video o con salas que no tienen la mejor calidad de imagen y sonido.
Pero todos tienen una particular predisposición para participar, disfrutar y apoyar de una muestra que se realiza en un país con escasez de recursos y un gran entusiasmo.
Para aquellos que no han visitado Cuba en los últimos años, la primera impresión es de una sociedad en rápida mutación: la modernización de buena parte del parque automotor ha hecho que los autos de los años 50 que se veían hasta no hace mucho tiempo hoy queden como reliquias. La aparición del diseño, los cambios en los carteles, la apertura de bares destinados al consumo turístico, la inversión extranjera en hotelería y el plan de preservación de las Naciones Unidas en La Habana Vieja también le están dando otra fisonomía a una ciudad tan decadente como encantadora.
Lo nuevo de Cantet
Para estar a tono con esos cambios, el festival también intenta mejorar su operatoria, con un importante avance en términos de aplicación de la informática y las telecomunicaciones. En este contexto, el cine argentino se prepara para un desembarco muy fuerte de películas, distribuidores y artistas (Ricardo Darín, Juan José Campanella, Fabián Bielinsky, entre otros) en el impresionante Hotel Nacional, inaugurado en 1930, que tendrá su culminación el próximo sábado con una gran fiesta.
Mientras tanto, las distintas secciones ya comenzaron a desandar su camino. Tras la proyección inaugural en el amplio teatro Karl Marx de "La fiebre del loco" se registró una conformidad generalizada de crítica y público. La expectativa era grande, ya que este proyecto había ganado hace dos años el premio Coral al mejor guión inédito, dotado con 50.000 dólares.
Este tercer largometraje de Wood (un director de 36 años con dos buenos antecedentes como "Historias de fútbol" y "El desquite") está ambientado en una perdida isla del sur chileno. Hasta allí llegan decenas de exóticos y miserables personajes (entre ellos, el argentino Emilio Bardi) seducidos por el levantamiento temporario de la veda para recoger un codiciado molusco conocido como "El loco".
Así como alguna vez se produjo "la fiebre del oro", en "La fiebre del loco" -presentada este año en la sección oficial del Festival de Venecia- también aparecen las tentaciones desmedidas. Una tragicomedia (del humor disparatado al melodrama) donde el paisaje, el clima y la desolación conviven sin demasiada armonía.
En el panorama dedicado al cine internacional, cautivó otra película exhibida en Venecia. "El empleo del tiempo", segundo largometraje del francés Laurent Cantet (el mismo de "Recursos humanos") consigue otra desgarradora incursión en la problemática laboral de estos tiempos, a partir de un personaje que pierde su trabajo y se inventa un falso universo para ocultar la situación a su familia. Patético y querible a la vez, el protagonista de este film, que con justicia ganó en la Mostra italiana el premio en la sección competitiva dedicada a jóvenes, resulta otro hallazgo de un realizador que está desentrañando como pocos la pérdida de la dignidad que provoca la crisis laboral. La película, afortunadamente, ya tiene su estreno comercial asegurado en la Argentina.