Después de años de acompañar a una amplia gama de cantores (del Polaco Goyeneche a Horacio Guarany), de animar incontables veladas tangueras y de grabar una treintena de discos, el guitarrista Juanjo Domínguez cruza estas coordenadas en un mismo trabajo. Su nuevo álbum de estudio tiene la espontaneidad del show en vivo, como si tomara una fotografía de sus conciertos y la llevara directo a la sala de grabación, exhibiendo su capacidad como improvisador.
Presentado por el mismo Juanjo como un disco sin ensayo previo, transcurre entre largos rodeos y punzantes frases musicales en obras clásicas del tango y el folclore ("Recuerdo", "Intimas", "La nostalgiosa") y otras piezas en las que muestra su destreza instrumental ("Adiós Nonino"), mezcladas con guiños y citas a diferentes temas. Siguiendo con el clima de fogón, están los comentarios del guitarrista y algunas exclamaciones. La participación de Andrés Calamaro como invitado no hace más que sintonizar con el concepto general, tanto en el vals de los hermanos Expósito "Absurdo" como en la estupenda versión del tango gardeliano "Soledad". En definitiva, el característico virtuosismo de Juanjo ahora se conjuga con la frescura de la improvisación. Frescura que también implica que se escuchen los pifies y que algunos temas se alarguen un poco más de la cuenta. Dulces imperfecciones en un disco que es pura tracción a sangre.