
La Bienal desplegó el abanico de las nuevas tendencias
Billy Zabaleta, Anamolí y Fenna Frei, entre lo más destacado
La diversidad, ése fue el foco para elegir a los 25 bienalistas de música de entre 1500 postulantes. Ayer, mientras finalizaba el certamen que premiaría a cuatro de ellos con la grabación de un disco, resaltaba a los ojos y a los oídos que se había cumplido con la misión: El Plan de la Mariposa, Mi Amigo Invencible, Tomás Amante, Louta, Tototomás, Lo' Pibitos y Eric Mandarina, entre otros, representaban una amplia paleta que iba del folk intimista al rock pesado, de experimentos étnicos e incursiones electrónicas al pop en diferentes formatos. Esa amplitud estética es la que hizo posible que la grilla pasase de Ankamora, un power trío con ribetes metaleros y canciones que van del susurro cavernoso al rugido furibundo, al jazz-rock de Loto y sus largos pasajes instrumentales basados en el diálogo constante entre guitarra, bajo y teclados.
Aunque su nombre parezca sugerir un proyecto solista, Billy Zabaleta es una banda en la que ninguno de sus integrantes se llama de ese modo. En su presentación en la terraza del Recoleta, el cantante Lucas Galeano fue encontrando de a poco su lugar, con un repertorio de canciones pop interpretadas con espíritu funk. Sobre la mitad del set, la banda se permitió jugar con guiños a la new wave con la incorporación de un tecladista invitado.
Anamolí, el proyecto solista de Alejandra Estepa, sumó el viernes la cuota de intimismo acústico. Con dos discos en su haber, su música pasea entre la introspección sensible a partir de la economía de recursos orgánicos (guitarra, ukelele, charango) y un formato expansivo al que se suma una instrumentación más compleja, que le permite adquirir una sensibilidad cercana a la de la cantautora británica Beth Orton.
Con una formación que va de lo formal a los recursos de cámara gracias al agregado de instrumentos de cuerda y de viento (viola, violín, clarinete y saxo), la música de Polandria se rige por la diversidad. Con las polirritmias como denominador común de su repertorio, la propuesta del grupo liderado por Nina Pardal puede definirse como una suerte de pop progresivo. Sus canciones pueden mutar de la placidez melódica a los aires folklóricos, para luego incorporar recursos propios del jazz o la música clásica que desembocan en cimbronazos distorsionados.
Con una carrera que alterna entre la música y el teatro, Candela Cibrián canaliza en Fenna Frei sus inquietudes con el synthpop. La propuesta de la nieta de Ana María Campoy y Pepe Cibrián tiene un repertorio dividido entre el español y el inglés, en donde se percibe la influencia de Goldfrapp, más cerca de los climas ambientales y atmosféricos que del fervor propio de la pista de baile.
Dentro de esa misma sintonía que entiende la electrónica como un medio para la levitación interna, La Femme D'Argent, que toma su nombre de la canción de apertura de Moon Safari, del dúo francés Air se nutre de un ejército de sintetizadores. Sus canciones se pasean por el retrofuturismo, como si hubiera una intención implícita de sacarle los sonidos más retro posibles a su arsenal de equipos.
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