La buena cosecha del jazz argentino
El género entregó este año conciertos y discos notables; el público eligió a las visitas
El 2014 jazzero comenzó de la peor manera el 9 de enero, con el fallecimiento de Leroi Jones (Amiri Baraka), uno de los críticos más salvajes y radicales que ha tenido el género en toda su historia. En el indispensable Black Music, Free Jazz y Conciencia Negra (Editorial Caja Negra), enfatiza en la obligación de entender el jazz como actitud y necesidad incluso antes de que éste sea expresado en forma de música.
A fines de febrero, como número apertura del gran concierto de The Bad Plus en la Usina del Arte, Marco Sanguinetti demostró que forma parte de una camada de músicos que se han hecho eco de aquella premisa de Leroi Jones. El cuarteto de Sanguinetti, junto a Fernández 4, Octafonic y Pájaro de Fuego, liderados por Cirilo Fernández, Nicolás Sorín y Esteban Sehinkman, respectivamente, integra el No-Jazz Colective. Se trata de una "logia de no jazzeros", como la definió Cirilo Fernández en mayo a LA NACION, que este año ha editado los discos más frescos de, paradójicamente, la escena del jazz local.
En No Fear, Fernández 4 se anima al modern r&b en un disco de canciones que tienen tanto de sonoridades y armonías jazzeras como del futurismo espacial de Daft Punk. La rueda de la fortuna es el trabajo que este año editó el cuarteto liderado por Esteban Sehinkman. Aquí, Pájaro de Fuego conjuga el jazz rock y el jazz funk (dos subgéneros que en los 70 vivieron su auge y apogeo) para revalorizar lo mejor de ambos.
Solos de guitarra, distorsión, bombo en negras, nervio rockero, latin-jazz y arreglos de vientos para melenas afro son las ropas con las que Octafonic viste a su Monster, una especie de Frankenstein heavy-jazz de altísima factura.
Editado entre 2013 y 2014, el disco de Marco Sanguinetti titulado 8 se ubica en la línea del jazz post-Piazzolla, subvirtiendo al trío clásico con un cuarto miembro encargado de manipular bandejas de vinilo con scratchs que suman a una propuesta que toma a Radiohead y el jazz escandinavo moderno como referencias.
Junto al resto de los trabajos mencionados, otro que entiende el jazz como una música urbana en tiempo presente antes que un ejercicio revisionista del canon, y se emparienta con ideas piazzollianas, es el reciente Second Half, de Emilio Solla y La Inestable de Brooklyn. Valorado por la crítica internacional, el disco está nominado a los premios Grammy en la categoría Mejor álbum de jazz latino.
Si en lo que respecta a los trabajos discográficos se destacan en el jazz argentino aquellos que apuestan por composiciones propias y el desarrollo de un lenguaje original, el vivo sigue siendo un déficit a tener en cuenta. Aunque aumenta la cantidad de salas de conciertos, la creciente convocatoria del Festival de Jazz de Buenos Aires y de Jazzología (el ciclo ideado por Carlos Inzillo que este año cumplió tres décadas) no logra traducirse al día a día del circuito porteño, cuya oferta, inversamente, se amplía todos los meses. Escalandrum, Luis Salinas y Javier Malosetti son las únicas figuras que llenan recintos de mediana y gran escala, mientras el resto de los artistas lucha por llenar los ya conocidos clubes especializados. Sacar el jazz a la calle, acercarlo a los jóvenes y no temerle al cruce con otros movimientos culturales es el desafío para los próximos años.
La vigencia de Chick Corea
La afluencia de público en el plano de las visitas internacionales ha sido notoria en 2014. A aquella visita de The Bad Plus a principios de año se le fueron sumando varias para todos los gustos. En junio, el guitarrista Frank Gambale, un fusionista incansable que fue ladero de Chick Corea, se presentó en el teatro Sha. Justamente la del pianista que lideró Return To Forever tal vez haya sido la fecha más relevante para el jazz este año. A pesar de algunos pasajes no del todo logrados junto a su joven grupo de músicos, The Vigil, Chick Corea demostró que su vitalidad y su staccato siguen vigentes a sus 73 años: agotó localidades en Rosario y en suelo porteño.
Robben Ford, otro músico que se alistó en las filas de Miles Davis, se presentó el 19 de julio en el Coliseo para hacer gala de su guitarra, que navega entre las aguas del blues y el jazz. También en el Coliseo y en formato trío, el 20 de agosto la pianista japonesa Hiromi descargó su intensidad progresiva ante una sala repleta. Scott Henderson con Jeff Berlin y Billy Cobham (que reemplazó a último momento a Dennis Chambers) en el teatro ND fue otra de las visitas internacionales de peso este año, que se coronó con la impecable performance de Pat Martino y su Organ Trio como acto apertura del Festival de Jazz. El guitarrista, cuya historia de vida roza el milagro, desfiló por standards y composiciones propias demostrando que su tono y su toque (entre Wes Montgomery y Jim Hall) permanecen intactos.
El 11 de julio, el mundo del free jazz perdió otra de sus figuras más importantes. El contrabajista Charlie Haden murió a los 76 años y dejó un legado libertario que excede los márgenes del género. Fue parte del grupo liderado por Ornette Coleman que en 1959 grabó el seminal The Shape of Jazz to Come, piedra fundamental de los postulados de la improvisación libre y punto de partida para la mayoría de las hipótesis teóricas de Leroi Jones.
Pero 2014 es también un año celebratorio para el mundo del jazz. Blue Note, el sello más representativo del género, cumplió 75 años y para festejarlo reeditó una gran cantidad de discos de su catálogo que hasta el momento no habían tenido su versión nacional. De los lanzamientos se distingue Money Jungle, el clásico de 1962 que Duke Ellington grabó junto a Charles Mingus y a Max Roach para llevar al trío todo el espíritu de las big band y mostrar al pianista en una faceta no tan conocida. Pero como el sello no sólo vive del pasado, este año fichó al trompetista japonés Takuya Kuroda, que se despachó con Rising Son, un excelente disco de jazz contemporáneo con aires de hip-hop que acusa influencia de Roy Hargrove y se transformó en uno de los discos revelación de 2014. Para cerrar los festejos de Blue Note en nuestro país, este sábado en Bebop Club (el local de San Telmo inaugurado este año), el Pipi Piazzolla Trío, conformado por el baterista nieto de Astor, Mariano Sívori y Nicolás Guerschberg con Ricardo Cavalli como saxo invitado, interpretará The Real McCoy, el legendario álbum con el que McCoy Tyner debutó en el sello fundado en 1939.
De la mano de artistas consolidados y otros con futuro promisorio, junto con las presentaciones de artistas internacionales, 2014 representó una continuación de los años anteriores. El jazz argentino está de pie y erguido. Es hora de que empiece a caminar.
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