Sus majestades porteñas. La fiesta stone, de sol a sol
Preparativos: antes de delirar con el show de los Stones, el público disfrutó de Viejas Locas y silbó a Meredith Brooks.
Otra gran ceremonia stone en Buenos Aires, y van... Es sabido que la fiesta de Sus Majestades Satánicas tiene en esta ciudad un poder de convocatoria y ritualismo, mucho mayor que cualquiera de las raves, o eventos multidisciplinarios, de los cuales tanto se habla en este fin de siglo.
Y como suele ocurrir en este tipo de festejos, los preparativos se iniciaron acompañados por los primeros rayos de luz del domingo.
Muchos de los jóvenes que concurrieron a la obligada cita con los profetas del rock and roll, Mick Jagger y Keith Richards, siguieron de largo desde la noche anterior y por la mañana ya merodeaban el barrio de Núñez.
"El día que me muera, yo quiero en mi cajón, una bandera grande, que diga Rolling Stones", cantaban unos y contagiaban a todos, mientras esperaban que se abrieran las puertas del estadio.
Un sentimiento
Desde temprano, grupos de chicos se acercaron al estadio de River Plate envueltos en banderas alusivas a la banda argentina Viejas Locas. El primero de los créditos locales que sobrellevó el peso de telonear, nada más ni nada menos, que a los Rolling Stones, fue el grupo de Lugano. Y nada pudo salir mejor.
Pity y compañía subieron al escenario a las 19.30, y los recibió una sentida ovación por parte de la mayoría de los asistentes, que a esa hora ya ocupaban las tres cuartas partes del estadio. La noche había caído sobre la cancha, y las futboleras bengalas rojas iluminaron a la multitud. Es que el espíritu stone de Viejas Locas creó de antemano el ambiente justo como para dar el puntapié inicial a la fiesta.
Con el imponente escenario cubierto por unas gigantes cortinas blancas (que no dejaban ver la protagónica pantalla circular del show stone), Pity, Fachi, Pollo y Abel, largaron con el rock simple de "Intoxicado".
Durante los últimos meses, la banda estuvo internada en su sala de ensayo, para poder presentarse en River con el agregado de dos vientos. Y su trabajo se notó. Sonaron ajustados y precisos, y contrariamente a lo que suele suceder con las bandas soporte, el audio fue muy bueno.
Gorro, remera y riñonera
Mientras la tribu más seguidora de Viejas Locas saltaba y disfrutaba de aquel sentido momento, una buena porción del público se entretenía en los diferentes puestos de merchandising.
Y en ese aspecto del show bussiness, los Stones también fueron clásicos. Nada de preservativos, limones inflables o almohadillas para la computadora (como los que vendían en los recitales de U2). Los únicos recuerdos a la venta de esta segunda visita de Jagger, Richards, Watts y Wood eran remeras, gorras y riñoneras.
La media hora de Viejas Locas discurrió entre los temas más populares del primero y segundo disco, con su acostumbrada base de rock & roll. Y,como es sabido, para el público stone eso es suficiente. Aplausos, cánticos y fin del primer acto.
Los de Lugano ya se habían bajado del escenario cuando el público comenzó a ovacionar la presencia de Juanse (cantante de los Ratones Paranoicos), en una de las plateas. El músico argentino más stone de la escena local había sido protagonista tres años atrás en la primer visita de Jagger y sus compañeros.Pero el domingo, se dedicó a firmar autógrafos, saludar a las decenas de fanáticos que se le acercaban, y a disfrutar a pleno de su banda favorita.
En la misma ubicación también estuvieron otras figuras del rock argentino. Andrés Calamaro; Bahiano, de Los Pericos, y el ex saxofonista de Sumo devenido en conductor de televisión Roberto Pettinato.
Silbidos e indiferencia
A las 20.30, y bajo una delicada puesta de luces, subió a escena la cantante y guitarrista Meredith Brooks. Pero la historia no fue tan feliz para ella. Acompañada por una joven banda de músicos, Brooks mostró parte del material de su disco "Blurring The Edges", como lo había hecho el sábado en el Hard Rock Café.
La ansiedad del público que había copado los sectores más cercanos al escenario por ver y deleitar el plato principal de la noche no le jugó una buena pasada a la cantante. Después de las dos primeras canciones ("My Little Town" y "Shatter"), los silbidos dominaron la actuación. Incluso, algunos objetos contundentes sobrevolaron, con mala puntería, las cabezas de los músicos.
Brooks intentó revertir la situación, pero ni siquiera al final con sus dos temas más populares ("Bitch" y "I need") lo consiguió. A los mismos que minutos antes silbaban se les escaparon un par de aplausos. Es que la interminable espera para ver una vez más a la banda de rock más grande y legendaria de la historia estaba llegando a su fin.
Todo estaba dispuesto para el explosivo encuentro entre los Rolling Stones y el fervoroso público argentino. Y eso era, por demás, un motivo para festejar.
Edades
A diferencia de los shows que los Rolling Stones realizaron en 1995 en la Argentina, anteayer la mayoría del público no superaba los treinta años.
Durante la primer visita del grupo fue una constante la presencia de padres de familia, que fueron a cumplir el sueño de su adolescencia. Pero los nostálgicos rockeros tendrán su pronta revancha el sábado próximo, cuando a la fiesta stone se sume el legendario Bob Dylan.
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