Rock. La gente de la buena memoria
Hoy y mañana, Roger Hodgson realizará dos nuevos conciertos. La demanda y el entusiasmo del público local fueron tales que agregó estas funciones a las dos del fin de semana último que tuvieron no sólo una muy buena acogida (a sala llena) sino que, además, el revival realizado tuvo una buena recepción por parte de la crítica, algo que no siempre coincide con la respuesta de la gente. Pero, como si eso fuera poco, también se notó el entusiasmo del músico, que llega por primera vez a este rincón de la tierra y, claro, todavía no puede creer lo que sucede con esa gente que no para de demostrarle su cariño o su admiración. Y no es una reacción caprichosa: la voz de Hodgson es la protagonista de varias de las canciones más exitosas de la segunda mitad de los setenta.
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Basta decir "La canción lógica" o "Desayuno en América" como para que el nombre salga claro y contundente: Supertramp, la banda que abandonó en 1983, después de liderarla durante más de una década junto a Richard Davies. Pero después de Supertramp, las cosas no salieron como posiblemente esperaba.
Si bien su primer álbum solista, "In the Eye Of The Storm" ("En el ojo de la tormenta", 1984), tuvo cierta repercusión, con "Hai Hai" termina su producción tres años después. En fin, dos álbumes solistas y luego al freezer. Y suele ser bastante cruel, después de conocer la miel del éxito, retirarse a boxes a esperar que suceda el milagro que lo regrese al contacto con el público. Y eso es lo que sucedió en Buenos Aires, después de una década sin mayor excitación.
El caso de Supertramp es curioso. Catalogada internacionalmente como música para adultos, la banda pertenece a una década que comenzó con proyectos de lo más ambiciosos (rock sinfónico y jazz rock) y terminó entre la furia punk y la simpleza disco.
Con álbumes interesantes como "Crime of the Century" (1974), y popularmente exitosos como "Breakfast in America" (1979), Supertramp se movió en un terreno intermedio. Buenas melodías y cuidados arreglos pop (algunas veces sutilmente ambiciosos) sirvieron para diferenciarse de sus colegas y generar una carrera muy ascendente que culminó con el álbum doble en vivo "Paris" (1980), con el que cerraron una primera etapa plagada de éxitos, que parecía tener todavía un largo camino por delante.
Pero las cosas no sucedieron así. Un par de años más tarde, Hodgson prefirió explotar su timbre vocal en un proyecto propio y entonces comenzó el difícil arte de sobrevivir, él como solista, y la banda con Davies al frente.
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Entonces Roger Hodgson ingresó en ese territorio que suele refugiar a quienes ya no están en la cúspide: la soledad. Desde allí llegó. Y de ahí su sorpresa cuando comprobó que en esta ciudad no lo habían olvidado. Y no es una cuestión de capricho o casualidad: en la Argentina, Supertramp fue una banda seguida con atención en su momento de esplendor, un esplendor que contagió melodías por todo el mundo y que aquí quedó registrado con una buena memoria, llamativa a pesar de que nunca presentaron su show entre nosotros.
Es tanta la buena memoria, que le sirve a Hodgson para revivir aquellos días de gloria a través de esas canciones que acompañó y disfrutó de punta a punta la gente que colmó el Coliseo.
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