La maravilla que esconde la magia

Ficha técnica: Para mí sos hermosa. Dramaturgia y actuación: Paula Ransenberg. / Dirección: Marcelo Nacci. / Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo. Diseño sonoro: Emiliano Álvarez. / Diseño de iluminación: Fernanda Balcells. / Producción ejecutiva: Carolina Fisscher. / Asistencia: Pablo Guises. / Asesoría mágica: Daniel Garber. / Sala: Timbre 4 (Boedo 640). / Funciones: domingos, a las 17. / Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: Excelente

La cita es a las cinco de la tarde. No, sin niños. Algo novedoso: tomarse la tarde del domingo para ir al teatro, meternos de día -como cuando éramos más pequeños- y disfrutar, porque esta propuesta es para el disfrute, con todo, con todos los sentidos. Y entonces nos sumergimos en la pequeña y hermosa sala de Timbre 4, la legendaria, aquella a la que se entra por Boedo, la que supo albergar a esa familia tan conocida para el teatro off , los Coleman. Parece que este reducto es garantía de excelencia. Nos prestamos para jugar porque hoy, más que nunca, el teatro nos invita a travesear con su magia, con su ilusión, en este caso no de realidad sino todo lo contrario, de lo que puede ser posible sólo si lo deseamos, lo ilusionamos, lo imaginamos.

Como si pudieran extraer el olor, el clima del circo -ése de antaño, el de verdad, el que cuesta encontrar hoy-, Paula Ransenberg y Marcelo Nacci logran transportar a la platea a una feria de variedades de una Europa de los años 40. Allí, el conocido mago Harry, el Magnífico, ha desaparecido luego de su gran truco de escapismo. Durante toda la obra, las siete mujeres de su vida -su viuda, su amante, sus asistentes- se debaten sobre qué hacer frente a la desaparición. ¿Llorarlo y entenderlo muerto? ¿Entrar en la magia y creer que ha logrado escapar después de diez minutos bajo el agua? La fe, la esperanza, la ilusión y el escepticismo luchan y, por suerte, la magia parece ganar esta batalla.

En un unipersonal que parece cargado de personajes, Paula Ransenberg da una clase magistral de actuación. Su presencia es contundente. No sólo es asombrosa la destreza que tiene para pasar de un personaje a otro, con intervalos de escasos segundos, sino que, en el mismo cuadro, las siamesas Trixie y Lizzi (las asistentes de Harry) convencen a todo el público de que en una persona pueden convivir dos. ¿Magia? Puede ser, esta actriz tal vez haga magia.

En el último cuadro, quizás el mejor, si es que en la excelencia se pueden marcar jerarquías, la actriz se expande por todos los rincones de la sala, aprovecha todos los espacios, juega y entonces se multiplica. Y, ¿por qué no?, podemos creer que la magia existe. Y nos vamos, salimos de la sala con la hermosa sensación de haber estado en muchos lados y haber conocido a muchas mujeres. La misión del teatro está cumplida: pudimos viajar desde la butaca.