La TV ya tiene su historia
Son cincuenta años de recorrido. Desde el 17 de octubre de 1951, cuando el viejo Canal 7 estrenó su imagen con aquel acto en el que Eva Perón resignaba su candidatura a la vicepresidencia, hasta ayer nomás, la TV argentina transitó su historia a la par de los vaivenes del país. Son cincuenta años que los periodistas Carlos Ulanovsky, Silvia Itkin y Pablo Sirvén se ocuparon de plasmar en "Estamos en el aire, una historia de la televisión en la Argentina", el libro que Editorial Planeta presentará formalmente hoy, a las 18.30, en la Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza.
La tarea fue ardua. Nada menos que dos años de buceo entre archivos de diarios y revistas y casi doscientas entrevistas para rearmar el rompecabezas de nuestra TV. Con dificultades, como la ausencia de los primeros fundadores y pobladores de esa pantalla que fue tomando forma muy lentamente. Y con hallazgos.
A saber: casi no hay registros del día que la TV ingresó en la vida de los argentinos. Los diarios apenas dieron cuenta de ese momento histórico, "y en las entrevistas, tres personas cuentan de modo distinto cómo fue", dice Ulanovsky, que fue el que se las tuvo que ver con la prehistoria de la pantalla. "Sólo a los cuatro meses, los diarios empiezan a dar cierta información sobre la TV: la programación del día."
El fin de la inocencia
Hoy parece extraño que el desembarco de ese aparato donde se ve gran parte de lo que ocurre haya pasado casi inadvertido. Pero lo cierto es que incluso, en 1975, un señor que iba caminando apurado, al ver en el negocio de venta de televisores que tenía el papá de Tato Bores, se paró en la vidriera y, enojado, dictaminó: "¿Y esto es la televisión, señor? Pero por favor, ¡por qué no se va a la p... que lo p...!", cuenta el libro.
Queda claro. Aquéllos eran los tiempos en que apenas había unos 25 mil televisores en la calle y en que la mayoría miraba con desconfianza ese extraño aparato luminoso. Faltaba mucho todavía para que la TV fuera lo que es hoy: "El sol del sistema mediático", según las palabras de Sirvén.
Los desafíos fueron distintos para cada uno de los autores. A Ulanovsky, por ejemplo, le tocó el inicio, "Fundación, estilos y costumbres", que abarca entre 1951 y 1966. "En esa primera etapa no se sabía nada de la TV, pero lo extraordinario es que se fueron encontrando las respuestas a medida que se hacía. Entonces, se hizo una televisión evidentemente improvisada, pero una televisión que arriesgaba. Una televisión que, sin ningún tipo de pudor, abarcaba todos los géneros, en un estilo de ensayo y error. Lo que más rescato de esos años es eso -subraya Ulanovsky-. Después vino una televisión más profesional, más industrial, que empezó a arriesgar menos, menos y menos, hasta hoy, cuando sólo se arriesga a nivel económico". Para Silvia Itkin también hubo desafíos. La periodista, que empezó a escribir crítica televisiva en la revista Humor, en 1985, y sigue en esos carriles para la revista Luna y Nueva, tuvo que enfrentarse con lo que denominaron "Años de oro, años de barro", el período que transcurre entre 1967 y 1982.
"Fue complejo", asegura ella. "Fueron los años de dictadura, de la pequeña siesta camporista, por llamarlo de alguna manera, y del regreso a la oscuridad después. Había que contar un detrás de cámara que determinaba la pantalla. Las listas negras, los programas que no salían al aire... Pero este telón de fondo determinó de tal manera a la tele, en la estética y el contenido, que era necesario hacer hincapié en lo que ocurrió."
Para Itkin, esa etapa estuvo "dominada por el contraste. Por un lado, era una tevé muy popular, que generó fenómenos de masividad increíbles, pero por otro lado empieza a preocupar a mucha gente, como los directivos de los canales, el gobierno y los medios. Antes de encenderlo ya todos lo demonizaban", cuenta. Y ejemplifica: "Un día estaba anunciado el estreno de una telenovela de Alberto Migré, pero finalmente no salió al aire. De todos modos, al otro día, en una revista salió una crítica en la que el periodista hablaba de los clichés de la tira de Migré".
Por último, Pablo Sirvén tuvo que enfrentarse con el presente. Y con todo lo que eso significa. Como contracara de lo que le ocurrió a Ulanovsky, Sirvén tuvo no sólo toneladas de material sino a todos los protagonistas frente a él, en la pantalla del televisor.
"Del fin de la inocencia a la globalización", la sección que escribió Sirvén, abarca de 1983 a la actualidad. Y aunque está acostumbrado a escribir sobre la TV desde 1982, cuando puso su firma a las notas que salían en el diario "Tiempo argentino", el crítico de la revista Noticias asegura que lo que más le impactó del período fue descubrir ciertos programas que parecían apenas pequeños brotes, pero que después daban grandes frutos.
La consigna para ordenar el libro fue dividirlo no sólo en esas tres etapas sino también año por año, como un modo de presentar también las tendencias que se daban en cada temporada televisiva. Y no sólo eso. En definitiva, a este libro (que viene a completar la trilogía iniciada con "Días de Radio" y "Paren las rotativas", también de Ulanovsky y de la misma editorial) se puede ingresar de muchos modos. En cada página hay acotaciones al pie, con las historias de los que hicieron la historia de la TV, con los primeros recuerdos que tienen de la pantalla, con los errores, con las memorables metidas de pata y hasta con las frases que surgieron y se hicieron populares gracias a ese aparato que alguna vez fue un mueble raro de la casa.
Ya pasaron cincuenta años. Un tiempo más que suficiente para repasar la historia de ese sol del sistema mediático que ahora brilla en todas partes.
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