Los caminos del folclore no se bifurcan, se transforman
Tradición y tendencia: elementos indispensables para la evolución de la música. Todo aquello que construye saberes y costumbres, y los intentos de cambio (a veces por el solo hecho de innovar, otras por el deseo de que esa expresión no quede estática como la fotografía de un tiempo). Hoy, la música popular puede ir del electroandino de DYA al rescate histórico de Patio, proyecto de Juan Quintero, Andrés Pilar y Santiago Segret.
Contrastes sin contradicción. Lenguajes musicales que buscan su presente. DYA pone en marcha su electrofolk con sonoridad andina en época de Carnaval, en un club de Tilcara; Patio suena a guitarreada fogonera para animar cualquier peña de la Argentina.
DYA (significa Desierto y Agua) es el proyecto que integran Dany Riaño y Andrea Feiguin. Peña pop es el tercer disco de este dúo que ha virado su propuesta al electrofolk, con canciones que hacen eje en mensajes de tono social y ecologista. La clave sobre la que se basa instrumentalmente el proyecto es pura mixtura de instrumentos criollos y de pueblos originarios (desde el charango en registro ronroco hasta erques del NOA y trutrucas mapuches) con samplers y sonidos sintetizados.
Peña Pop es un disco breve, pero que sintetiza muy bien el presente de DYA. Además, muestra otras aristas. Apela al formato de tema de canción testimonial cuando quiere bajar línea, como en "Emigrar", "El hombre que pudo elegir", "La base militar" o la "Copla transgénica", que abre el CD. Entre Rubén Patagonia, Arbolito y algunas bandas del reggae vernáculo, pero vía sequencer. Por ese carril sonoro se mueve sin prejuicios Desierto y Agua. También puede sonar simplemente instrumental (en "Sampler Inka", que va de un groove casi ambient al pulso festivo).
"Remarcamos la importancia de la soberanía de los recursos naturales y del sentido del amor a la tierra, temática en la que se centra la mayoría de las líricas", dice el dúo para sentar posición y casi como un tráiler escrito de lo que se puede escuchar en la media docena de canciones de Peña pop.
Como el tanguero de hoy que vuelve a Troilo, como el músico de contemporánea que vuelve a Mozart o Vivaldi, tres artistas alistados en la corriente que expande los límites de la música popular argentina decidieron volver a las fuentes folclóricas. Eduardo Lagos le dejó al guitarrista Juan Quintero grabaciones inéditas de proyectos en los que participó, como Juárez-Quiroga-Ríos, a mediados de la década del cincuenta. (Ríos fue uno de varios seudónimos que Lagos usaba). El pianista Andrés Pilar se ocupó de algunas transcripciones y luego, en dúo, decidieron llamar a un tercer socio, que resultó ser un amigo en común, Santiago Segret, para completar el proyecto.
El repertorio también se nutrió de versiones con otras influencias, como "A pura ushuta", inspirada en un arreglo que Chango Farías Gómez hizo para el Grupo Vocal Argentino, y de grabaciones que tuvieron involucrado a otro célebre pianista, Carlos García. Carlitos, como se lo conocía en el mundillo del tango y del folclore, en la década del 40 acompañó al dúo Martínez-Ledesma.
Hay mucho para bailar en los 15 temas que trae el CD, pero también para escuchar. La genialidad de Eduardo Lagos está en arreglos como el de la finísima tonada de Saúl Salinas, "Los pensamientos". Y la frescura está, de principio a fin de este disco, en la interpretación de Quintero, Pilar y Segret, que supieron hacer un álbum tan versátil como para ser escuchado en casa, en un auditorio o en una peña. Sin duda, las peñas seguirán siendo los espacios en los que más se disfrute este proyecto. "Gatito vidalero", "Alma de rezabaile" y la "Añoradora" son de estos temas imbatibles, que memoran esos encuentros protagonizados por el Dúo Coplanacu y que no dejan a nadie sentado, sin bailar, en una peña de Buenos Aires Tucumán o La Docta.
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