Los sonidos del siglo, en un solo mes
Octubre es un momento propicio para acercarse, sin condicionamientos ni prejuicios, a algunas de las más importantes expresiones musicales de los últimos cien años; en lo que queda del mes estarán en el Colón dos visitas excepcionales: Pierre Boulez y la Opera de Cámara de Moscú
Cuando el siglo XX se va acercando raudamente a ser el siglo pasado, gran parte de las músicas en los últimos 100 años, por lo general, continúan bajo el signo de la sospecha. Basta que se diga que en lo que resta de este mes, el Colón tendrá una importante actividad relacionada con música de esta centuria. Ante estas músicas que, habitualmente, no producen placeres inmediatos sino que, por el contrario, plantean demasiados cuestionamientos ante las propias seguridades, están los que elevan su desencanto con una pregunta ya casi eterna: ¿es que era realmente necesario?
La ciencia de la comunicación podría simplificar el problema y resumirlo como un caso de ruptura que se produce cuando un creador maneja códigos que el oyente no alcanza a descifrar.
Sin embargo, el asunto no es tan sencillo y las dificultades que se suscitan deben enmarcarse tanto en el humano derecho del compositor para elegir el lenguaje con el que conforma su discurso como en las objeciones que la inmensa mayoría de los amantes de la música académica le hacen a este mismo discurso que no comprenden y para los cuales, su exposición no es precisamente placentera.
En todo caso, parecería que este octubre debería ser una oportunidad para intentar el acercamiento y para que los melómanos, con la garantía de músicos estupendos de por medio, puedan acercarse a otras músicas y tratar de gozarlas sin temores ni preconceptos.
El regreso de una gran figura
Sin duda la estrella del mes, y quizá de todo el año, será Pierre Boulez, que llega por segunda vez a la Argentina, después de 42 años de ausencia. Boulez es uno de los más grandes directores de las últimas cuatro décadas y uno de los compositores más conflictivos del período de posguerra. Hoy, con más de 70 años sobre las espaldas, es la figura más importante del universo de la música contemporánea.
Boulez está considerado como uno de los compositores más relevantes de la segunda mitad del siglo, aunque no haya sido un creador particularmente fecundo.
Consciente de la necesidad de difundir las obras de este siglo, en los últimos treinta años la prioridad fue la dirección musical y la creación de espacios para la difusión de esta música. Afortunadamente, se dedicó a escribir con una prosa y una creatividad maravillosas una larguísima serie de artículos y ensayos sobre estética y filosofía de la música que son esenciales para comprender la música de esta centuria.
De Moscú, ópera de cámara
Además de Boulez, que viene con su Ensamble Intercontemporaim, de París, para hacer principalmente música instrumental, regresan a Buenos Aires Boris Pokrovsky y la Opera de Cámara de Moscú, dos años después del gran terremoto que produjo cuando no sólo sacudió cierta modorra musical haciendo "La nariz", de Shostakovich, y "La vida con un idiota", de Alfred Schnittke, en un escenario acostumbrado a albergar los sonidos de Mozart y de Puccini, sino que desparramó ideas y sorpresas con régies y conceptos teatrales inusitados en el Colón. En esta oportunidad, Pokrovsky se instalará en el Colón durante unos diez días y nos ofrecerá la posibilidad de asomarnos al drama musical ruso y/o soviético con cuatro óperas casi ignoradas. Nuevamente estarán "La nariz" y "La vida con un idiota", pero además agregará "Renard", de Stravinsky, y "El pintor y las cuatro niñas", de Edison Vasilievich Denisov, cronológicamente el primer vanguardista soviético, sólo y apenas conocido por la "Sinfonía en Re" para dos orquestas de cuerdas y un rarísimo "Sol incaico" con sabor a demasiado ruso, recientemente grabadas por primera vez. Shostakovich, Webem, Denisov, Schnittke, Stravinsky, Boulez y algunos otros compositores actuales más en el escenario del Colón, todos juntos y en un solo mes, es casi un milagro. Pero además, que sus obras sean interpretadas por músicos sobresalientes es una tentación irresistible. Sobre todo para aquellos que no temen las disonancias y que con el espíritu amplio y el desprejuicio necesario, se den a sí mismos la posibilidad de integrarse dentro de un mundo sonoro diferente. La música de este siglo, como la de cualquier período, puede no gustar, puede producir indiferencia o puede desagradar. En todo caso, lo que no debe hacerse es descartarla sin haberse dado la oportunidad de apreciarla. Quizá sea éste el momento.
Creador e innovador
La presencia de Pierre Boulez en Buenos Aires es algo así como la culminación de una temporada de conciertos de altísima calidad, en los que se ha materializado la actuación de nombres relevantes de la actualidad musical, incluyendo orquestas sinfónicas y conjuntos de cámara.
El distinguido compositor y notable director de orquesta ya se presentó en el Colón en oportunidad de las actuaciones de la compañía teatral de Madeleine Renaud y Jean-Luis Barrault, en la década del cincuenta, con la puesta del poema dramático de Paul Claudel "Le livre de Christophe Colomb", con música de Darius Milhaud.
Pues bien, para dirigir esa música llegó el entonces joven compositor y director de orquesta Pierre Boulez, que actuaba en la compañía desde 1948 y al que se consideraba un rebelde, un creador incomprendido que de alguna manera traicionaba a su maestro Olivier Messiaen. Fue, sin duda, uno de sus primeros pasos importantes fuera de su país natal.
Como director de orquesta, por aquel entonces, tienen lugar los conciertos del ciclo Domaine Musicales, organizados en 1955, a la manera de los llevados a cabo en el Petit Marigny, un ámbito donde se daban a conocer las composiciones de los nuevos creadores de Francia, que había fundado el año anterior el mismo Boulez, gracias al apoyo que recibió de Renaud y Barrault.
Batuta para todos los géneros
Con una agrupación de cámara pequeña (la mayoría fueron músicos de la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires), Pierre Boulez dirigió sin sobresaltos la obra de Milhaud, y la sensación que dejó, según crónicas de la época, no hacía vislumbrar la carrera que llevaría a cabo, a partir de su presentación al frente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, en 1969, con un éxito de tanta resonancia que lo vinculó a ese organismo de 1971 a 1977, sucediendo a Leonard Bernstein. Más tarde, a partir de 1962, comenzó a estar presente en centros de gran prestigio, como el Festival de Salzburgo, al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena; al año siguiente, en París, dirigiendo a la Orquesta Nacional, con la que obtuvo un formidable triunfo artístico al dar una versión antológica de "La consagración de la primavera", de Igor Stravinski.
De Bayreuth al mundo
Más allá de sus méritos y significación dentro del terreno de la creación musical, Pierre Boulez se ubicó entre las estrellas carismáticas de la batuta a partir de 1976, cuando fue invitado a concertar el ciclo "El anillo de los Nibelungos", en conmemoración del centenario de la obra de Richard Wagner, en el templo de Bayreuth, con una puesta escénica de Patrice Chereau, causante de una tormenta de críticas negativas y positivas frente a tanta audacia visual y conceptual. Es posible que el escándalo provocado por Chereau (Bayreuth no hizo caso a las críticas adversas y continuó representando ese ""Anillo", y aun otro modificado del mismo creador) haya sido el motivo que dejó abierto un camino infinito de ideas para nuevas visiones de Wagner, y su registro discográfico y en video dio la vuelta al mundo e invitó a los melómanos a participar de su análisis meticuloso. En poco tiempo, del Wagner de Chereau se paso al Wagner de Pierre Boulez.
Lo cierto es que Pierre Boulez es un director de alto rango, que basa su cometido en la precisión absoluta y en la búsqueda de un respeto poco menos que científico por la escritura.
Sin embargo, su mayor mérito estriba en amar la música de calidad de los autores del actual siglo, contribuyendo a separar de la maleza todo lo valioso de lo rutinario y anodino, pero sin hacer abandono de su amor por el pasado, un sutil detalle que le otorga a sus trabajos de investigación musicológica y a la enorme cantidad de sus escritos un valor de sinceridad absoluta, porque en Boulez no hay atisbos de prejuicios tendenciosos.
Boulez se presentará, invitado por el Mozarteum Argentino, en el Teatro Colón, el jueves 17 y el viernes 18, a las 21.
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