Martina Gusmán: “En la maternidad tenés que lidiar con la ambivalencia”
El Hijo, la película basaba en el cuento de Guillermo Martínez, Una madre protectora, se tiñe de la esencia de lo siniestro. Lorenzo es un pintor bohemio y está exultante con la llegada de su primer varón. Pero su nueva mujer, Sigrid, quien le promete otra oportunidad de ser feliz, se transforma con el embarazo y luego con la llegada del hijo. Los amigos del artista, Julieta y Renato, seguirán de cerca los momentos de tensión en la vida de la pareja.
Dirigida por Sebastián Schindel y protagonizada por Joaquín Furriel, Martina Gusmán, Luciano Cáceres y Heidi Toini, la película tiene como eje a la maternidad, un momento de quiebre en la vida de una mujer, que puede transformar su propia historia y la de su pareja, en un plano de construcción o destrucción. Martina Gusmán es Julieta, una abogada exitosa, amiga y expareja de Lorenzo, que tiene el deseo de ser madre. Su personaje ejerce el punto de vista del espectador, puede dudar o confiar, sin correrse de su propia búsqueda.
-La maternidad es el punto de partida del conflicto en la trama de El Hijo. Muchas veces es un momento controvertido para las mujeres. Si es el primero, nos enfrenta a un vínculo desconocido.
-Creo que la película habla de la maternidad y de la paternidad, de las modalidades de ser padre y ser madre. Por un lado, el personaje de Lorenzo (Joaquín Furriel) y de Sirgrid (Heidi Toini), con esta situación particular y por otro lado, Julieta (Martina Gusmán) y Renato (Luciano Cáceres) que están intentando tener hijos, buscan a través de tratamientos de fertilidad asistida y después piensan en adoptar.
-Distintas experiencias.
-Distintas reflexiones acerca de la maternidad. En mi caso, tuve que hacer una deconstrucción porque soy mamá de dos hijos y mi personaje tiene la ilusión y la fantasía de ser madre y no puede. Esa ingenuidad escénica y el inconsciente colectivo era lo que tenía que construir para poder, por ejemplo, justificar las acciones del personaje de Sigrid. Es el punto de vista del espectador, tiene que dudar y creer al mismo tiempo. Intentar lograr esa neutralidad.
-La película también plantea una delgada línea entre la locura y la cordura, entre el deber ser y el instinto. ¿Sentís que siempre estamos un poco al límite los seres humanos?
-Totalmente. La película juega con eso, cuál es la realidad y cuál no... hay varias interpretaciones, te podes posicionar desde distintos puntos de vista. ¿Cómo se construye la realidad? Creo que en función de subjetividades. La construcción del relato también es muy subjetiva.
-Empezaste a trabajar como actriz en proyectos con Pablo Trapero, tu marido. En esta película y en otros proyectos despegaste y viviste experiencias distintas de trabajo sin él, sin su mirada. ¿Cómo son esas dos etapas de tu trabajo?
-Muy distintas. Yo empecé a estudiar actuación a los 6 años, después, laboralmente, la primera experiencia fue con Pablo (Trapero). Me inicié en producción, así lo conocí. Él para mí fue un facilitador, un catalizador, un compañero que me ayudó a hacer la transición, a encontrar mi propia forma de ser actriz, la que yo quería ser. Encontramos que lo que queríamos comunicar tenía que ver con lo social.
-Con contenidos sociales. Películas que comuniquen esos problemas. Conflictos ligados a las desigualdades.
-Ese fue nuestro proyecto en conjunto. En un momento empezó a aparecer en mí la necesidad de hacer un trabajo social real, alejado de la actuación. Acciones concretas.
-¿Cuáles?
-Estudié psicología, estoy a punto de recibirme. Me comprometí concretamente con la Fundación Sí, ahí coordino un proyecto de acompañamiento de gente en situación de calle y me ocupo de una de las residencias universitarias de la Fundación. Por otro lado, en cuanto a la actuación, decidimos con Pablo que sería bueno experimentar otros planos relacionados al trabajo.
-¿Probarte en otros ámbitos?
-En otros registros, otros formatos: series, tv, teatro. Con otras miradas, otros directores, enriquecerme como actriz. Admiro a Pablo, me encanta trabajar con él, es un director increíble, la confianza, la entrega, el estilo que me gusta como actriz.
-¿Qué precio hay que pagar para ser fiel a una misma, qué cosas tiene que resignar una mujer para volver a lo genuino, a su deseo y no estar siempre cumpliendo el rol que nos enseñaron a cumplir?
-Siento que siempre que uno elige, algo queda afuera.
-¿Qué cosas tuviste que dejar de lado?
-La maternidad es un tema. A diferencia del hombre que puede disociarse, cuando la mujer tiene un hijo, su centro empieza a girar alrededor de un otro y se genera, por lo menos, una contradicción. Esa contradicción es un peso que la mujer tiene que pagar. Tiene que lidiar con esa ambivalencia.
-¿Cómo ves hoy a las mujeres ante este nuevo paradigma, dónde estamos paradas?
-Estamos en un momento de absoluta celebración, hubo un cambio de paradigma que, como todo cambio en la historia, va a llevar tiempo hasta que se asiente. Son muchos años de patriarcado. Por eso la efervescencia, hasta que lleguemos a un equilibrio. Falta maduración, pero arrancó y esa es la bandera que llevamos en alto.
En su propia voz
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