Nadie suena como Marvin Gaye: su manera de cantar, tan suave, tan delicada y, al mismo tiempo, con tanta fuerza. Eso proviene directo desde el corazón. Todo en su vida –todo lo que pensaba y sentía– afectaba su forma de cantar.
Lo primero que escuché de Marvin Gaye fue el disco What’s Going On, y me enamoré. Era conmovedor escucharlo hablar desesperadamente sobre el mundo, en la cima de toda esa música increíble. Una de las cosas que más me gustaba era cómo seguía a las cuerdas con su voz, o cómo duplicaba lo que hacían los instrumentos. Una exuberancia sutil y simple que le agregaba a la música nuevos ingredientes.
Ahora tenemos Pro Tools y miles de pistas, y uno puede usar diferentes voces en cada tema. Pero por entonces, uno realmente debía ser un innovador, como cuando Marvin se contesta a sí mismo en las canciones, o todo ese trabajo vocal de fondo, en el que su voz está alejada y produce eco. Es asombroso: le daba a cada canción tal claridad que me da escalofríos.
La versión en vivo de "Distant Lover" debe ser una de las interpretaciones más increíbles jamás grabadas. Podés sentir su seguridad, su ansia, podés imaginar sus movimientos. Todo el público está pendiente de cada palabra; él los seduce todo el tiempo. Eso es lo que vuelve inmortal a Marvin Gaye: las emociones que evoca. What’s Going On cambió mi mundo, mi vida, mi estilo de composición, todo.
Los 100 mejores cantantes de la historia del rock
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