Melingo, príncipe y mendigo en una sola voz
Con el ND/Ateneo colmado, el ex Abuelos de la Nada abrió anteanoche un ciclo que se extenderá todo el mes
Hace ya quince años que Daniel Melingo grabó el disco Tangos bajos , su gran bautismo tanguero. Fue un abrupto giro para quien era reconocido hasta entonces por La dicha en movimiento , de Los Twist, el dub pop de Lions In Love y otros hallazgos de los años 80 y 90. Pero aquel CD, de tapa negra y canciones reas y lunfardas, sonó tan convincente que casi de inmediato a Melingo se lo empezó a considerar como un nuevo gran valor del compás criollo. No pocos rockeros se habían probado antes y probarían después el traje con naftalina de tangueros, sin más aspiraciones ni logros que la autocomplacencia. Pero el caso de Melingo resultó radicalmente distinto, igual que su música, tal como se pudo apreciar anteanoche, en un ND Teatro lleno y absolutamente a merced de esta mezcla de príncipe y linyera de traje negro y total dominio escénico.
Década y media ganada
Una década y media atrás, mientras homenajeaba a Rivero, Goyeneche y a Carlos de la Púa, el cantante y multiinstrumentista se sumergía en un arrabal imaginario, oscuro, poblado por poetas y malandras. Pero lejos de haberse armado un personaje y montado un número retro, Melingo parece más bien haber retrocedido para tomar impulso. Hoy, su repertorio se sigue apoyando en el mismo universo, pero con un espectro musical sustancialmente más amplio, en el que emergen varios géneros más allá de la milonga y, mejor aún, canciones simplemente inclasificables.
Es mérito de Melingo, por supuesto. Pero también, muy especialmente, de la banda que lo acompaña en esta nueva y diferente etapa. Un grupo al que él mismo llama y a la vez define como "los Ramones del Tango", los siete músicos con los que subió al escenario en el marco del ciclo ND Tango. El hombre siempre convivió con artistas dúctiles, no sólo desde "Tangos bajos" sino también en aquellos años locos de la new wave porteña. Ahora, sin embargo, el ensamble no sólo toca bien sino que está en plena fundación de un sonido propio y alcanza (muy seguido) niveles altísimos, sorprendentes incluso para quienes siguen desde temprano la carrera del gran protagonista. Por aptitud individual y, en particular, por la dirección de uno de los secretos mejor reservados de la música porteña: Rodrigo Guerra. Ex miembro de la Pequeña Orquesta Reincidentes, Guerra alterna en escena una sutil guitarra eléctrica con un serrucho (sí) mientras conduce casi sin gestualizar a la formación de piano, bandoneón, contrabajo, dos guitarras, aunque también pueden aparecer un buzuki (instrumento griego de cuerdas), una trompeta asordinada o un sampler (ni por un segundo nadie debería imaginar nada parecido a "tango electrónico" en esta ocasión).
Con semejante plan de batalla, no tan viejos clásicos como "Noche transfigurada" y "Narigón" agitaron el Ateneo reinventados, mezclados y vueltos a repartir. Un remix virtuoso para convivir de manera más coherente con nuevos como "La canción del linyera" y "Televidente de la vida", del nuevo disco ya registrado y listo para salir, antes en Europa y luego en edición local.
Por lo demás, Melingo hizo lo que bien aprendido tiene en 30 años de ruta y de noche, particularmente metido en el repertorio y en el concierto, a pesar de una demora de dos horas por corte de luz que por un momento hizo peligrar todo. Dos muy diversos invitados, como Jaime Torres y la holandesa, ex Lion In Love, Stephanie Ringes, lo acompañaron al altar de las máximas ovaciones de una curiosa noche en la que congeniaron bien el gotán más reo, con el soundtrack, el charango, las escalas griegas y un serrucho tocado con arco. En la platea hubo, además de fans de Melingo de todas las generaciones, extranjeros anglo y francoparlantes. Si llegaron al teatro de la calle MT de Alvear en busca de un "show de tango", se deben haber llevado la sorpresa (musical) de sus vidas.
Más leídas de Espectáculos
Una cara recurrente en los 80. La triste historia de una exestrella infantil que denuncia casos de pedofilia y su actual cruzada
Brillan en Secuestro del vuelo 601. Dos actores argentinos, protagonistas de una de las series más vistas de Netflix a nivel mundial
"Fui a fondo siempre". Eduardo Husni: sus años en VideoMatch y 100% lucha, su historia de amor y a qué se dedica ahora