Ultima página. ¿Mesa de té? No... de pool
Cada vez más mujeres prueban suerte con tacos y carambolas
Luciana Fernández, María Kupchik, Marisa Lentini, Elida Peña, Na-Ying Liac y Jessica Maidana entran en la Liga Argentina de Pool pisando fuerte y se encaminan hasta el fondo, donde esperan las mesas. Decididas, toman los tacos, ordenan las bolas, y durante toda la tarde se lanzarán –con gesto concentrado– a la aventura sobre paños verdes azules. Un poco raro, pero cada vez más común.
Para divertirse un rato o perfeccionar el estilo, cada vez son más las mujeres que en Buenos Aires eligen reunirse alrededor de una mesa que no es de té, sino de pool. Y, si bien participan en torneos femeninos, muchas de ellas también compiten con cualquier adversario del sexo opuesto que las desafíe.
Sin dejar de supervisar a sus jugadores ni por un segundo, Edgardo Krell, ingeniero civil y presidente de la Liga Argentina de Pool, fuma un habano con parsimonia. Algo coqueto, se ríe cuando le preguntan la edad y, por supuesto, no contesta. Con voz ronca, prefiere hablar de las jugadoras afiliadas a la liga, y describe con orgullo su perfil. "Son comerciantes, estudiantes, amas de casa. Y juegan igual que los hombres: a matar, no perdonan. Muchos hombres se intimidan frente a ellas, porque no les gusta competir con mujeres, y menos, perder en sus manos."
Punto de encuentro
La Liga Argentina de Pool existe desde 1996 (funciona todos los días en Corrientes 4668), y hoy la integran alrededor de 500 jugadores. Las mujeres empezaron a sumarse, tímidamente, en 1999, cuando se organizaron los primeros torneos de damas. "En aquella época no eran más de 20 las que participaban. Pero en 2001 se duplicaron, actualmente hay unas 60 jugadoras, y cada vez son más", sigue Krell. Con cuatro categorías y variedad de torneos, abundan los de fin de semana: los ganadores se miden en una final trimestral, y los mejores se definen en una final anual.
Pool (también conocido como Bola 8), billar, billar artístico, snooker, biathlon, pirámide, Bola 9, chapó... las posibilidades sobre el paño se multiplican.
"Pero las chicas prefieren más el pool que el billar, que sólo eligen para perfeccionar el estilo. Además, hay una realidad: el jugador de billar necesita silencio y concentración. Por eso es menos elegido por las jóvenes, que ven en el pool un punto de encuentro", explica Luis Eduardo Combis, director de sala del bar Los 36 Billares, el mismo de Avenida de Mayo al 1200.
Maridos
Para aprender, uno puede confiar en su poder de observación o en la teoría. Y para jugar un torneo, cada jugador deberá desembolsar unos 5 pesos por ronda. En la mayoría de las salas también se puede tomar clases de pool o billar; a veces gratuitas, otras, con precios entre 10 y 15 pesos.
Por un rato, en la Liga, un grupo de jugadoras deja el pool por un café. La mayoría cuenta que llegó a este juego como compañía de novios y maridos. "Al principio venía con Esteban, mi marido. Pero ahora me encanta, me resulta la salida más entretenida, incluso venimos con Franco, nuestro hijo de 2 años", cuenta María Kupchik, un ama de casa de 25 años.
Cerca, Marisa Lentini asiente: "Yo también vengo con mi marido, y los fines de semana puedo pasar hasta 10 horas acá adentro, y es una pasión. Uno empieza jugando con amigos, pero después eso solo no alcanza y aparecen las ganas de competir de verdad. Para aprender hay mil formas, desde mirando hasta aplicando teoría. En mi caso, bajé mucha información de Internet y tengo bastante memoria visual. De todas formas, nada es suficiente si uno no es habilidoso", sonríe, orgullosa.