Molina, en busca de otra veta: los tangos reos
Deuda: tras interpretarlos en su formato tradicional, Horacio Molina abordará una asignatura pendiente en su carrera.
Semanas atrás, Horacio Molina dio, desde el escenario del teatro Margarita Xirgu, lecciones de cómo interpretar tangos desde su esencia. En tan inusual introspección estética lo acompañó el extraordinario pianista Oscar Cardozo Ocampo.
Mientras hacía gala de un agazapado y sabroso don histriónico, Horacio Molina se instalaba en el meollo de tangos clásicos y desgranaba minuciosos fraseos y deliciosas articulaciones, exquisitos matices y refinadísimos acentos, lejos de todo amaneramiento y engarzados en una voz de barítono señeramente varonil.
Fue un solo concierto. Unico, porque los mecenas -que hoy llevan el rimbombante nombre de sponsors- habían hecho mutis por el foro o cumplían el papel de distraídos.
Lo cierto es que, a pesar de la sordera empresarial (y la malaria reinante), Horacio Molina estuvo este año otra vez en Europa cantando y actuando junto al francés Christian Chevalier; cantando en el ciclo "Clásicos populares" del Teatro San Martín y en el Teatro Alvear, y disfrutando de la acogida que se le tributó a su flamante disco, "Molina-tango", que grabó acompañado por Oscar Cardozo Ocampo, Colacho Brizuela, Juanjo Domínguez y monsieur Chevalier. El registro incluye temas inolvidables, como, "Grisel", "El último café", "Como dos extraños", "Mi tango triste", "Cuartito azul" y el vals "Absurdo", con solos imperdibles del desaparecido Antonio Agri.
"Ahora me voy por la costa nuestra y estaré en Punta del Este. Pero en 1999 me espera una materia pendiente: cantar tangos arrabaleros y -si se quiere- reos, algo que habrá de sorprender a muchos, porque es un costado escondido de mi personalidad...
-Tu predicamento entre los buenos músicos es unánime. Salgán, por ejemplo, es uno de tus admiradores...
-Tengo la suerte de que me reconozcan músicos de tan alta calidad artística y humana como Salgán. Pienso que es así porque yo transmito mi amor por la música y porque descarto el exhibicionismo vocal...
-Pero, además, porque trazás con respeto los vericuetos de la melodía y das sentido a las letras.
-Eso es lo más difícil: buscar, no el volumen de la voz, sino el color...; que suene bien, como si fuera un violín.
-La elección del repertorio define el estilo de un cantante...
-Yo elijo temas que tocan el corazón; lo que me identifica o me conmueve; las emociones que llevo almacenadas y salen de la garganta como un vino añejado. No siempre uno es el intérprete adecuado para cualquier tango o cualquier canción, aunque a uno le encanten ciertos temas. Hay líneas de canto que les vienen bien a algunos y a otros no.
-Lo del Margarita Xirgu fue una fiesta de la musicalidad...
-Gracias. Tengo un largo repertorio acumulado en mi alma a lo largo de treinta y ocho años de canto profesional. Y todavía no me he sometido a las leyes de ningún mercado. Nunca sé lo que voy a cantar. Yo armo mi lista diez minutos antes de salir a escena. Después acepto pedidos. Así el show fluye, está vivo.
-El ensamble con Cardozo Ocampo viene de lejos, ¿no?
-Trabajamos juntos desde mediados de los sesenta, cuando grabábamos discos en CBS.
Nuestro cantante viene sumando discos que son tesoros para coleccionistas. Como el que editó con canciones propias, en 1986: "Horacio Molina Hoy", con Leo Sujatovich. Como el disco "Ecos". O aquel de "Tango-Canción" en el que estuvieron como invitados Mercedes Sosa y el eximio guitarrista argentino Roberto Aussel.
-¿Te queda mucho por cantar, además de algunos boleros?
-Sí. Voy a salir en 1999 -los tengo en el horno- con tangos de barrio, antiguos; si querés llamalos "reos". Son de los años treinta y de antes. Es una faceta que me viene bien, aunque no lo creas. Muchos se sorprenderán.
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