Allegro
Baudelaire prefería los felinos antes que a Wagner
- Según la célebre frase del no menos célebre caballero cervantino, los ladridos de los perros eran el testimonio más acabado de su avance. En la vida real, Wagner podría haber ampliado el espectro y haber hecho mención a maullidos, rugidos, balidos, graznidos y cuanto grito animal anduviera por Europa, ya que frente a su paso firme y poderoso nadie quedaba impasible. El mismo, y no precisamente con algún lenguaje que denotara respeto por el diferente, tampoco dejó de proferir aullidos o bramidos en contra de lo que no compartía. Aunque, al menos en una ocasión, dejó los odios y las posturas extremas de lado y denotó una cuota de humor e ironía. Cuando escuchó el sonido del saxofón, el instrumento inventado por el belga Adolphe Sax hacia 1840 y patentado seis años más tarde, dijo que sonaba "como la palabra Reckankreuzungsklankewerkzeuge".
Pero si de sarcasmos, de humorismos y de bestias se trataba, en los mismos tiempos de Wagner, otros ruidos animales, y no ya sus voces, fueron traídos a colación para compararlos con su música. Charles Baudelaire, no sólo fue el autor de "Las flores del mal" y uno de los más logrados poetas franceses del siglo XIX, sino un brillante crítico literario y cultural, involucrado también con el acontecer musical. Consultado sobre Wagner, con sorna, pero también con clarísimas segundas intenciones, dejó un enunciado particularmente punzante y provocador. Dijo: "Sí, por supuesto, me gusta Wagner. Pero prefiero la música que produce un gato colgado desde su cola por afuera de una ventana, tratando de clavar sus uñas en el vidrio. Ese chirrido único e impar sobre los cristales es muy extraño, muy irritante, pero también muy armonioso".
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