Carlos Vives: el hombre que exportó al mundo el sonido colombiano
Carlos Vives encontró la fórmula para que aquella eterna parranda de antaño se conociera en todo el mundo gracias al disco Clásicos de la provincia, de 1993. Su intención, continuar el legado de legendarios músicos del vallenato como Rafael Escalona, El Cacique Diomedez Díaz, Carlos Oñato, El Pollo Luis Enrique Martínez, Carlos Huertas, Juancho Poncho Valencia y Alejo Durán. "Efectivamente ese es un disco muy importante que partió las aguas de los nuevos sonidos colombianos y permitió que el repertorio clásico del vallenato volviera a tener un resurgimiento", dice Jaime Monsalve, periodista colombiano y especialista en la materia. Esa fue la semilla que cambió el panorama musical de Colombia y su proyección internacional: el sonido del acordeón de Egidio Cuadrado (el auténtico rey del vallenato consagrado en 1986); el sentimiento nostálgico de la región del Valledupar con su glosa costumbrista y picaresca. Y la fusión con la base rockera que Carlos Vives encontró en bandas de Bogotá como Bloque de Búsqueda (grupo editado por David Byrne) y Distrito Especial. "Eran mis bandas favoritas y las primeras que empezaron a fusionar el rock con los patrones rítmicos de la cumbia", rememora Carlos Vives. en la antesala de un concierto especial para la Academia Latina de la Grabación, en la Usina del Arte.
Todos esos elementos confluyeron definitivamente en el grupo La Provincia, un "All Stars" colombiano integrado por Egidio Cuadrado en acordeón, Maite Montero en la gaita, Teto Ocampo en la guitarra, Pablo Bernal en la batería, Oscar Iván Medina en piano y Eder Cuadrado en percusión. Con ese grupo Vives lleva el vallenato a otros territorios y pone a la música de Colombia en el mapa de América Latina. No solo consigue reconocimiento internacional para el vallenato, que no había llegado más allá de Venezuela, sino que se convierte en el primer artista colombiano en recibir un Grammy.
Con el tiempo, Carlos Vives terminó de acomodar sus intereses musicales con los intereses de la industria para transformar la música folklórica colombiana en un fenómeno global. "La bicicleta", canción grabada en 2016 junto a Shakira y que tuvo dos billones de visitas en YouTube, es un "vallenato desesperado" que cabalga sobre un ritmo de dancehall jamaiquino, la materia prima del reggaetón. El productor de la canción fue su antiguo guitarrista y compañero Andrés Castro, cerebro de grandes éxitos como "Sin contrato", de Maluma.
"La bicicleta" es uno de los hits virales, dentro de un repertorio de 18 canciones, que pueblan su último disco, titulado simplemente Vives. La seguidilla de versos sencillos, autobiográficos y costeños, define el espíritu de esta canción que triangula entre Santa Marta, Barranquilla y Barcelona, con el espíritu bailable de un hit de verano, la línea del acordeón de Egidio Cuadrado y una base cachaquera de reggaetón prefabricada entre Miami y Bogotá.
Esa combinación de elementos consiguió reposicionar nuevamente a Carlos Vives en el mapa mundial con un sonido que se transformó en la fórmula de la felicidad para la industria. "Muy tímidamente fuimos descubriendo que lo que nosotros hacíamos se conecta muy bien con lo nuevo. Al final lo nuevo se alimenta de cosas ancestrales y espirituales como la nuestra. Eso me ha permitido volver a grabar. Acercar lo nuestro sin cambiar la esencia y pegarlo a sonidos de hoy, que nacieron con esta nueva tecnología, como los ritmos urbanos. Ahí estamos ahora", se planta el músico, que influyó tanto a la escena independiente como a una vertiente comercial conocida como el tropipop, con artistas como Fonseca, alineados intrínsecamente al gobierno de Álvaro Uribe.
El hombre nacido el 7 de agosto de 1962 en Santa Marta disfruta de las mieles del éxito y de su nuevo romance con la industria como embajador de la música del Caribe. La Academia Latina de la Grabación lo eligió una de las figuras de las Acoustic Sessions, los especiales grabados en distintas ciudades de América Latina. En la alfombra roja desplegada en la entrada de la Usina del Arte se aglutina toda la industria local y las estrellas pop, de ayer y de hoy, como Palito Ortega y Abel Pintos. Pero su relación con la industria tuvo sus vaivenes. La historia cuenta que el sello Sony rechazó su disco Clásicos de la provincia, finalmente editado por el sello local Sonolux, con el que crearía su editorial Gaira Música. Tras cambiar la historia de la música colombiana, EMI no renovaría su contrato después del álbum El rock de mi pueblo, de 2004.
"Me dejaron sin contrato y durante ocho años me dediqué a trabajar en mi casa con artistas nuevos. Hice un lugar llamado Cumbia House, vinculado a nuestra diversidad colombiana y una escuela de niños. Cambiaron muchas cosas en la industria, principalmente la tecnología. Apareció un nuevo equipo. Hubo un cambio generacional en las compañías. De no entender lo que pasaba al final terminé reinventándome", confiesa con esa sonrisa franca del costeño.
En todo ese tiempo de exilio discográfico, Carlos Vives perfeccionó su estilo como compositor y productor de otros artistas, mientras contemplaba los cambios de la industria y la propia escena. Su reaparición discográfica con el segundo volumen de Clásicos de la provincia (2012) coincidió con la explosión de toda una generación de artistas como Bomba Estéreo, Systema Solar y ChocQuibTown, que fusionaban elementos de la cumbia, la champeta y otros sonidos tradicionales del Caribe y el Pacífico con el hip hop, el rock y la electrónica. "Todos esos grupos creados posteriormente, como Bomba Estéreo y Systema Solar, perdieron el miedo a la música de raíz gracias a Carlos Vives", entiende Monsalve, historiador del género y director artístico de Radio Nacional Colombia.
La semilla de su propuesta había prendido en las nuevas generaciones y la fórmula seguía dando resultados. "Fuego", el primer single de Bomba Estéreo, una mezcla explosiva de hip hop y elementos caribeños, se convirtió en la nueva atracción de las radios y los festivales internacionales, hace una década. "La oferta que más se escucha de Colombia en otros territorios son propuestas que vinculan la música de raíz, como la cumbia, el currulao del Pacífico, la música andina y los llanos orientales, pasados por el filtro de la modernidad", asegura Monsalve.
Veinticinco años después de la aparición del emblemático álbum Clásicos de la provincia, Carlos Vives no solo está en carrera, sino que volvió a transformar el sonido colombiano en un fenómeno global -y viral-. "Nosotros somos rocanrol, somos industria, no folkloristas", se define, mientras está sentado, atendido a cuerpo de rey, con un decorado que será desmontado una hora más tarde.
A su alrededor hay un alboroto de cámaras, luces y modelos que lo miran a distancia. El exactor de célebres telenovelas colombianas disfruta el momento. Sabe que es un sobreviviente. Vendió 20 millones de discos y aprendió lo que tenía que hacer en la industria sin renunciar a lo que considera su esencia musical. "La música más brillante tiene un origen folklórico. Con el vallenato pasa lo mismo. Puedo vestirlo de muchas maneras y nunca perder la alegría o el ingenio del cronista que cuenta historias. Lo que canto es el rock de mi pueblo".
Tres décadas de hits
Colombia, una fábrica de canciones pegadizas
"La camisa negra", Juanes
En 2004, el cantautor de Medellín encontró en su tercer álbum, Mi sangre (producido por Gustavo Santaolalla), el megahit que lo llevaría a sonar en todo el continente: "La camisa negra"
"Estoy aquí", Shakira
El primero de tantísimos hits apareció en Pies descalzos (1995) y le permitió a la cantante de Barranquilla ingresar por primera vez al mercado latino de Estados Unidos
"Felices los cuatro", de Maluma
El joven de Medellín combina el pop con el reggaetón en su megahit "Felices los 4", que no solo trepó alto en los rankings de América Latina, sino también en el Hot 100 de Billboard, en los Estados Unidos
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