Cinco por el jazz nacional
Presentación del disco del Quinteto Urbano , con Juan Cruz de Urquiza en trompeta, Rodrigo Domínguez en saxo soprano y tenor, Diego Schissi en piano, Guillermo Delgado en contrabajo y Oscar Giunta en batería. En el Centro Nacional de Música, México 564.
Nuestra opinión: muy bueno.
Uno de los exponentes del crecimiento del jazz local es el Quinteto Urbano, grupo que tiene poco más de dos años de vida y que presentó su segundo disco en el Centro Nacional de Música, la antigua Biblioteca Nacional.
El lugar tiene una sonoridad brillante y nada atenuada que, si bien puede ser muy muy conveniente para actividades corales, no lo es para grupos con batería y bronces. De todos modos, tuvo ventajas, como la entrada gratuita y el horario razonable, pues todo comenzó antes de las 21. Las casi 400 personas que asistieron son prueba del éxito de la propuesta.
A estas alturas, el grupo suena como un delicado mecanismo de relojería. La sección rítmica tiene la seguridad que dan muchísimas actuaciones y tanto trompeta como saxo han desarrollado un sonido asentado y de interesantes contrastes. En efecto, a la trompeta de líneas suavemente líricas y prolongadas de Urquiza se contrapone el estilo ronco y áspero de Domínguez.
Abren la presentación con "Vendedor de panchos", un tema de Domínguez, que es el compositor más melódico del quinteto.Tras una frase descriptiva, comienza un dueto de piano y saxo soprano. Schissi, un músico de sólida formación, deja en evidencia a la hora de improvisar que está más cerca de Debussy que de Hancock. Durante este primer solo, el pianista, que viene del tango, prefiere recorrer un sendero impresionista que parece complementar la línea exploratoria del soprano.
Llega el coro de Urquiza, y se tiene la impresión de volver al jazz. Sin demasiada sonoridad, su forma de construir su solo es de corte davisiano. Frases hechas sobre la base de escalas, cuyo sonido aparece sin anunciarse, como nacido de la nada.
Creatividad rítmica
Este quinteto tiene una sección rítmica poderosa, en especial por los aportes de Oscar Giunta. El genera su espacio a partir de una creatividad rítmica permanente. Swinguea mientras trabaja sobre las modificaciones en los ritmos. Parece describir sobre sus tambores planos sonoros, llena con sus beats el centro rítmico, aunque, por cierto, su labor se notó algo limitada por la excesiva reverberancia del recinto. Por ejemplo, Giunta toca en compás de tres por cuatro "Cueros urbanos", un tema que comienza en seis por ocho. Esta composición de Urquiza está basada en la inversión del riff de "Malón", de su primer disco.
El quinteto tiene un esquema interpretativo tradicional, aunque el soprano de Domínguez le está dando un nuevo aroma al grupo.
Delgado, compositor de "Tarde gris", un tema basado en un aire de tango, añadió a su melodismo una pulsación más potente, que impulsa su presencia hacia adelante.
Llegan después dos baladas: "Ausente", de Schissi, parece una composición de Cobián, lírica y rica en imágenes sonoras. La ausencia que toma como título este tema evidentemente dejó señales, pues de las armonizaciones del pianista surge un clima que permite sentir una vaga nostalgia.
El quinteto mantiene el tono con "Mi pequeño ángel", la segunda balada. Si bien no podríamos definir la trompeta de Urquiza como emocional, aquí casi lo es. Sus líneas planean sobre el ritmo, que, apenas insinuado, genera una atmósfera introspectiva. Los acordes del piano acentúan esa mirada hacia adentro que transmite esta pieza. Por momentos, la frase de Urquiza suena como las palabras de un hombre buscando un sentimiento.
El Quinteto Urbano dejó en el salón de la antigua biblioteca la inmejorable impresión de que el jazz nacional día a día consigue robustecerse. Este segundo disco que presentó muestra que su compromiso con la formación de un sonido jazzístico rioplatense sigue saludablemente en pie.
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