José Teixido. Con la sencillez de la canción
El guitarrista presentará mañana el nuevo álbum de su grupo Amores Tangos
Viene de una familia de músicos. Es el que creó el sonido sobre el cual se apoya la voz de Soledad Villamil en sus muy buenos discos (especialmente el último, Morir de amor ) y quien mañana presentará Orquesta de carnaval , CD del grupo Amores Tangos, que comparte con varios colegas. A primera vista y a primera escucha, José Teixido parece un tipo simple como el café que acaba de pedir (solo, apenas con un poco de azúcar) mientras acomoda su guitarra al costado de la silla de un bar para disponerse a la charla.
A los 32, es de esa generación tanguera que estudió (en su caso en el Sadem) y que fue a las raíces de este género, pero, por edad e influencias, trae consigo otras músicas, otra información. De no ser así, sería improbable que en el álbum de Amores Tangos se escucharan temas propios, de Goran Bregovic, de Vinicius, clásicos tangueros de todos los tiempos con ciertas licencias rítmicas y tradicionales de otros tiempos que hay que recuperar a fuerza de buenas versiones, como la de "Marioneta", que aquí aparece en la voz de Osvaldo Peredo (una joyita).
Teixido no se alista en ningún intento de vanguardia ni de experimento. Dice que sus músicas (sus arreglos, especialmente) son simples; dice que se terminan de cocinar en la sala de ensayo, con un grupo de amigos que se conocen de tocar en distintas tanguerías y que luego de un tiempo terminaron coincidiendo en este proyecto.
Yendo del rock al tango
Teixido cuenta que lo que le interesa son las canciones. Tal vez por eso se escuche "Marioneta" o "Romance de barrio" en el disco y no algún título de Piazzolla. Mañana, a las 21, en Café Vinilo, Gorriti 3780, será la presentación en vivo.
"Los Amores Tangos son amigos, básicamente -dice Teixido-. Somos músicos de la escena tanguera que nos conocíamos de trabajar con algún cantante, en un festival, en una casa de tango. Tenemos inquietudes similares y armamos el grupo. Digamos que primero fuimos amigos."
A su vez, hay vías de escape desde el tango hasta otras músicas. "Son un estímulo. Pero cuando uno toma por mucho tiempo esa vía quiere volver al tango tocado de la manera más tradicional. De chico tocaba el bajo. Hacía rock. Pero mi viejo me llevaba a tocar tango y folklore. A los 18 o 19, me metí a estudiar y me enfoqué al tango."
-¿Y cómo es el trabajo con Villamil?
-Arrancamos juntos. Desde el minuto cero. Ahí también la idea es valorar las canciones. Se respeta, se busca que crezca en nosotros. Y me parece que a veces lo logramos. Además, ella tiene una manera muy interesante de trabajar que te contagia; es apasionada por las cosas bien hechas. Se ensaya mucho. Eso está bueno porque es muy vivido. De alguna manera, con el grupo pasó lo mismo. Nos juntamos con tres canciones y empezamos a probar, a tocar en vivo. Por eso, el repertorio fue creciendo con nosotros. No hay pretensión de nada. Sólo que sea un grupo que esté enmarcado dentro del tango, pero que pueda tocar un tema de Bregovic. La idea es trabajar a favor de la melodía. También la valoración de lo rítmico. Me gusta prestarle atención a eso. Antes escuchaba la síncopa de Tanturi y no me gustaba, me parecía demasiado inocente. Ahora pienso en qué puedo encontrar en esa inocencia. Y me encuentro con un ritmo más cantable y bailable, más liviano. En la búsqueda de ese material, hay una reelaboración. Uno va yendo de un lado a otro, de Pugliese a D´Arienzo.
-Llama la atención, últimamente, có mo se está reivindicando a D´Arienzo, incluso por parte de los músicos veteranos.
-[Se ríe] No sé. Puede ser. Te pongo otro ejemplo. Hace diez años te hubiera dicho «dame Pugliese, yo quiero rocanrol». Ahora escucho a la orquesta de Caló y me encanta. Quizá porque me estoy amigando con mi abuelo, quizá porque fui padre. No sé, pero me estoy reconciliando.
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