Concierto con un violonchelo atípico
Recital de Luis Leguía (violonchelo) con Alicia Belleville (piano). Programa: Suite N° 3, en Do Mayor, para violonchelo solo, de Johann Sebastian Bach; Solo I para violonchelo y piano, de Reyner Taylor; "Elegía", de Gabriel Fauré, y Sonata, para violonchelo solo, de Zoltan Kodaly. Inauguración del ciclo Conciertos del Mediodía organizado por el Mozarteum Argentino, con auspicio de Jenny-El Ateneo, Zurich, LA NACION y embajada de los Estados Unidos. Teatro Gran Rex.
Nuestra opinión: regular
Al inaugurar la cuadragésima cuarta temporada del tradicional ciclo de Conciertos del Mediodía, el Mozarteum Argentino reafirmó su vocación por continuar con su contribución al desarrollo de una política cultural de difusión de la música en sus más altas expresiones con entrada sin costos para el público, aspecto que facilita la concurrencia de personas de escasos recursos económicos, desde jubilados hasta estudiantes.
Si bien es cierto que hubo una buena concurrencia en este primer concierto, fue evidente que la ya reiterativa amenaza de protestas callejeras en la ciudad, con cortes sorpresivos de calles y avenidas, provocó el miércoles último una merma considerable en la cantidad de público.
El programa comenzó con una de las suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach, en versión del artista invitado Luis Leguía, entre cuyos antecedentes se destaca su vinculación profesional con la Orquesta Sinfónica de Boston y la curiosa circunstancia de ser el creador de un violonchelo fabricado con fibra de carbón y diseño algo diferente del tradicional, que según se anunció en el programa al parecer es resistente a los cambios de temperatura y muy práctico para transportar.
Efectivamente, cuando hizo su aparición en el escenario el maestro Luis Leguía, fueron el negro profundo y la refinada elegancia de su violonchelo motivos de curiosidad. Pero cuando comenzó el preludio de la obra de Bach, el sonido del violonchelo resultó extraño y no precisamente bello, cualidad que se atribuyó al lógico desajuste propio del primer momento de toda actuación pública, con su sobrecarga de ansiedad y tensión.
Si bien es cierto que las obras instrumentales de Bach son piezas de enorme jerarquía musical, Leguía sólo logró plasmar una versión correcta pero poco profunda y sustanciosa, detalle que hizo tediosa la interpretación. En este sentido, no fue un acierto incluir esa pieza de Bach como primera entrega del programa, y mucho menos que se programara para el final la magnífica, extenuante y larga sonata, para violonchelo solo, de Zoltan Kodaly, que logró en su partitura plasmar todos los recursos técnicos que pueden aplicarse al instrumento. En ese sentido, Leguía hizo una demostración de gran destreza y resistencia física. Pero la sobreabundancia de participación del violonchelo desequilibró el programa.
Alicia Belleville
Un clima musical atractivo se creó con las intervenciones de la pianista Alicia Belleville, que aportó una enorme cuota de excelencia musical, buen criterio para mantener equilibrio sonoro y delicadeza expresiva, tal como pudo apreciarse en "Solo I", del compositor norteamericano Raynor Taylor (1747-1825). Taylor fue autor de una obra, "Monody", compuesta con motivo de la muerte de George Washington, en 1799, creador de un método para el estudio del piano y, al parecer, el primer norteamericano que escribió una composición para violonchelo y piano, la que aquí se escuchó con agrado por su melodismo y sencillez.
También fue grato escuchar "Elegía", para violonchelo y piano de Gabriel Fauré (1845-1924), composición rica de ese lenguaje tan poético y consistente que caracteriza al gran creador de Francia. Sin embargo, a pesar de la notable calidad de la pianista argentina, Leguía reiteró una cierta falta de justeza de afinación y, en esta obra más que en todas las otras, se extrañó la voz hermosa, cautivante y varonil del violonchelo de la mejor madera, el violonchelo que desde el barroco hasta hoy no deja de ser un pilar de los conjuntos instrumentales y de la mejor música.
Al finalizar el recital se distribuyó un volante publicitario del violonchelo fabricado con fibra de carbón y que se vende en los Estados Unidos y que llamó la atención no por el hecho en sí, poco frecuente, sino porque ahí se publicitó un nuevo instrumento de sonido luminoso, más penetrante, de mejor volumen y de mucha mayor comodidad para el ejecutante por su diseño anatómico, virtudes que pueden ser ciertas pero que este crítico, en esta oportunidad, no pudo apreciar en absoluto, con mayor razón si además de escuchar un sonido metalizado y monocorde se vio a un solista necesitado de secar su sudor, que a borbotones corría por su frente, rostro y cuello, con dos servilletas blancas silenciosas protagonistas de un calor inexistente en la sala.
Un nuevo concierto del ciclo organizado por el Mozarteum Argentino se llevará a cabo el próximo miércoles 14, a las 13, en el mismo escenario, con la actuación del Coro Estable del Teatro Colón, dirigido por su titular, Alberto Balzanelli.