Cosquín, con el corazón de peña
COSQUIN.- Las peñas folklóricas no son la otra cara del festival de Cosquín que se desarrolla en el escenario mayor Atahualpa Yupanqui, son su complemento. Y muchas veces resultan refugio para muchos que buscan algo diferente o que no pueden pagar la entrada a la plaza Próspero Molina -aunque es justo decir que este año las más baratas cuestan lo mismo o menos que la entrada a una peña-. Más allá de la propuesta artística que ofrezca cada una, la tendencia a la homogeneización tiene que ver con el público al que se apunta: el familiar y, en menor medida, el juvenil. Esa es la mayor característica de las peñas de ayer y de hoy. Luego aparecen los matices que hacen que la gente se decida por una o por otra: los artistas nuevos o conocidos que pasarán por su escenario, lo agradable que resulte el lugar, los precios y la propuesta gastronómica.
Familiar y juvenil
La posibilidad de que los jóvenes también tengan su espacio no es un tema menor. Desde hace dos eneros que el Dúo Coplanacu no abre las puertas de su famosa peña y ese segmento de público que va entre los 20 y los 30 años sigue buscando espacio. Hubo una migración hacia otras casas. Por eso se puede ver cómo le disputan espacio a la familia. En locales, como los de Sergio Galleguillo o Los Guaraníes, se puede ver cómo en las mesas se instalan papá, mamá, los niños y la abuela y, frente al escenario, según quién esté en ese momento animando la velada, se ubican jóvenes con ganas de bailar. Algo similar sucede con la peña La Callejera, que tiene una generosa pista. En noches como las del último fin de semana, bien entrada la madrugada los jóvenes fueron mayoría y por momentos se entreveraron en zapateos y zarandeos que los memoriosos habrán podido comparar con las largas trasnoches cuando los Copla animaban ese mismo salón. En la casona de la calle Palemón Carranza, que todos acá conocen como "el castillo", se instaló la de los cuyanos de Algarroba.com. Ellos también apuntan a ese perfil joven, pero como no los dejaron instalar su peña en el patio (los vecinos se quejan por el ruido), debieron limitarse a los salones del caserón.
Para los verdaderos calaveras funciona la peña de Jorge Luis Carajal. Sí, La Fisura contra cultural volvió a uno de sus antiguos recintos, el teatrito del club Tiro Federal, que entra en estado de ebullición cerca de las 4 de la mañana. Ahí casi no hay sillas ni mesas ni suculentos platos. Pero todo funciona bien sobre la base de guitarras potentes, cerveza y Fernet. Y si todavía eso no fue suficiente, los vampiros que no le temen al sol siguen de guitarreada en algún patio, como el de Pirincha, de camino al río. Eso sí, no hay que llegar antes de las 9 de la mañana, porque lo más probable es que recién ahí comience la cosa y dure hasta después del mediodía. Tampoco vale irse a dormir y levantarse para el guitarreo. Eso no tiene gracia.
El que prefiera otro plan puede encontrar en La Salamanca, a metros del escenario mayor, una propuesta que tiene una buena combinación de comidas típicas y programación musical. Es una peña que ha crecido con los años y hoy está dentro de lo más interesante de la oferta coscoína. Los que quieran el toque santiagueño tienen para elegir varias opciones con características generacionales. Además de haber plantado bandera Jorge Luis Carabajal, este año conviven la Casa de los Carabajal con otra que está a un par de cuadras, la de Los Manseros Santiagueños. Ambas coinciden en esa propuesta santiagueña y muy familiera.
Otra vez en el club Tiro Federal, el grupo del clan Carabajal, actualmente liderado por Musha y Kali, instalaron su "casa" con capacidad para más de mil personas. Este año se sumaron al proyecto Peteco y el dúo que integran Cuti y Roberto. Cuando están todos juntos, son Los Carabajales y ya el último domingo compartieron por primera vez en ese escenario lo que fue un verdadero carabajalazo.
Y la cosa no termina ahí, porque también se puede asistir a las peñas de la clásica Confitería Real o la oficial del Centro de Congresos y Convenciones, frente a la plaza de los artesanos; a la del Bailarín Cantor, a la casa de Manuel Ferreyra o la de Leonardo Miranda; a la de grupos como Emerger o Los Copleros de la Huella; o a las que se instalaron en locales de las calles que pasan por detrás y los costados del escenario mayor y hoy ofrecen espectáculos, además de comidas (Cocina Criolla, De la familia y los amigos, y Nando el salteño).
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