Cómo el nuevo disco de la banda se convirtió en una odisea metalera de ‘Sgt.Pepper’ con el productor de Adele e invitados sorpresa
Después de que Foo Fighters entrara en un paréntesis a fines de 2015, Dave Grohl no sabía cómo seguir con su vida. “Me pasé meses haciendo asados, man”, dice. “Estaba haciendo ocho pechitos de cerdo por semana. La cosa se puso oscura.” Pero Grohl necesitaba tiempo para recuperarse de una caída en el escenario el verano anterior en Suecia, que resultó ser más grave de lo que pensaba.
Grohl se rompió el peroné y varios ligamentos, y debió ser operado. “Todavía tengo elementos de ferretería adentro”, dice. “Hice fisioterapia dos o tres horas por día durante casi un año.” Grohl terminó el resto de Sonic Highways, la gira de la banda por estadios, sentado en un “trono” gigante. Pero después de la última fecha, les dijo a sus compañeros que no quería tocar más un instrumento por un año. “Cuando terminamos el tour, pensé: ‘La vida es más importante que un show de rock. Creo que prefiero ser capaz de caminar hasta la puerta para abrirle al delivery de pizza cuando venga en 2033’.”
Grohl logró dejar de trabajar por seis meses. Después compuso “Run”, un poderoso himno acerca de la necesidad de compañía cuando se atraviesan confusiones. Grohl se pregunta si el estribillo –en el que canta: “Despertate, corré por tu vida conmigo”– “puede salir del hecho de estar totalmente inmovilizado durante tanto tiempo. Soñaba que estaba corriendo por campos y mierdas así, y me despertaba con una fucking pierna rota”.
“Run” fue el primer single de la banda para su incipiente noveno LP, Concrete and Gold, que sale el 15 de este mes. Los Foos se sentían listos para intentar cosas nuevas: orquestaciones frondosas, armonías corales y experimentos rítmicos. “Run”, por ejemplo, tiene una base de dancehall. “No me di cuenta de que era reggaetón hasta que [el productor] Greg Kurstin me lo dijo”, dice Grohl. “Después escuché una maldita canción de Justin Bieber con esa misma base y pensé: ‘Dios mío’.”
No empezó siendo tan ambicioso. Mientras que Grohl hizo los últimos discos de Foo Fighters con conceptos grandilocuentes en mente –Wasting Light, de 2011, fue grabado enteramente de manera analógica, e hizo Sonic Highways, de 2014, en ocho estudios legendarios–, esta vez quería simplificar el proceso. “Pensé: ‘¿Qué sería lo más raro que pudiera hacer esta banda en este punto?’. Y me di cuenta de que era entrar en un estudio y hacer un maldito disco como una banda normal.” Para componer las canciones, Grohl alquiló un Airbnb en Ojai, una pequeña ciudad en un valle en California: “Me compré un cajón de vino y me senté en calzoncillos con un micrófono durante cinco días, componiendo. Me inspiraba lo que estaba pasando en el país políticamente, personalmente, como padre, como estadounidense y como músico.” Grohl sugiere una visión oscura del mundo en canciones como “The Sky Is a Neighborhood”, donde narra una noche de insomnio preocupado por el estado del planeta. En “T-Shirt”, dice: “Yo sólo quiero cantar una canción de amor/Simular que no pasa nada malo”. Mientras tanto, en la pesada “La Dee Da”, Grohl homenajea a grupos under que le gustaban cuando era adolescente, incluyendo a Psychic TV. “Después de más o menos 13 ideas, se las mandé a los chicos y pregunté: ‘¿Estoy loco o esto es un disco?’”, dice. “Me dijeron: ‘Las dos cosas’.”
A la hora de buscar un productor, Grohl contactó a Kurstin, quien había co-compuestso y producido éxitos de pop del Número Uno como “Hello”, de Adele, y “Stronger”, de Kelly Clarkson. Grohl conocía más a Kurstin como miembro del dúo de indie-pop Bird and the Bee. “Estaba enamorado de su sentido de melodía y armonía”, dice Grohl. “Era claro que el que estaba detrás de esta música no era un charlatán de Guitar Center.” Grohl le dijo a Kurstin que quería combinar “música de las radios AM de los setenta como Gerry Rafferty y mi amor por un grupo como Motörhead”. Kurstin dice: “Era como si describiera una odisea metalera de Sgt. Pepper”.
El grupo grabó en el estudio EastWest de Los Angeles, donde se cruzaron con varios artistas, desde Lady Gaga hasta Shania Twain, entre tomas. Algunos cantan en el disco, dice Grohl, pero no revela quiénes. Hace poco salió en las noticias diciendo que “quizás la mayor estrella pop del planeta” aportó voces. (Lo único que divulga es que no se trata de Adele ni de Taylor Swift.) Otros invitados incluyen a Paul McCartney, que toca la batería en un tema, Alison Mosshart, de The Kills, y Shawn Stockman, de Boyz II Men, a quien Grohl conoció en el estacionamiento y lo llevó a grabar arreglos para las treintipico de voces de acompañamiento en el último tema del disco, el Floydiano “Concrete and Gold”. “Cuando salió del estudio, me di vuelta y le dije a todo el mundo: ‘El tipo de los Boyz II Men acaba de subirnos el maldito nivel’”, dice Grohl. “Todas las canciones tienen un sonido enorme.”
Los Foos han estado estrenando las canciones en festivales durante los últimos meses. Van a lanzar su propia gira en octubre, que también incluirá su propio festival, Cal Jam ‘17, en San Bernardino, California. Bautizado por el legendario festival de 1974 que encabezaron Deep Purple, Black Sabbath y Emerson, Lake and Palmer, la nómina de este año incluye a Queens of the Stone Age, Liam Gallagher, Cage the Elephant, The Kills, Japandroids y más. “No hay nada más ridículo que tener una fiesta de lanzamiento de disco con 50.000 personas”, dice Grohl, y agrega que lo alivia poder volver a tocar de pie. “Le presté el trono a Axl Rose porque se rompió el pie hace un tiempo, y los fui a ver [a los Guns N’ Roses]”, dice. “Fue la primera vez que vi a alguien tocar con esto, y pensé: ‘Esta es la idea más ridícula del mundo’.”
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