De la canción pop al mangue beat
Fue un fin de semana inmejorable y agitado para los aficionados a la música brasileña que se produce actualmente. En el Personal Fest, casi escondidos dentro de una grilla de lujo en la noche de The Jesus and Mary Chain aparecieron los jinetes del mangue beat: Nação Zumbi. El grupo tocó en uno de los escenarios alternativos del festival y levantó fiebre entre los centenares de seguidores del combo ícono de Recife.
En su paso por el país, el cronista Nelson Motta había sentenciado: "El mangue beat fue el último gran movimiento musical de Brasil". Es verdad, el impacto de su música en los noventa, mezcla de tecnología, influencias internacionales y una potente concepción de identidad regional nordestina, sirvió de caldo de cultivo para una potente generación de creadores de la que salieron, entre otros, Lenine y Otto.
El paso de Nação Zumbi, ya sin la presencia del mítico Chico Science, fallecido en el 97, dejó con la boca abierta por su explosiva performance con tambores tradicionales, efectos de sampler, funk, distorsión en las guitarras eléctricas y un maracatú volcánico. A varias cuadras de allí, en el teatro Coliseo, Paulinho Moska, un visitante asiduo, se dio el gusto de cerrar la gira de su disco Tudo novo de novo con su banda.
En sus anteriores conciertos había sido sólo con guitarra y algunos amigos, como Jorge Drexler. En esta ocasión volvió a mostrar ese impecable dominio de la escena y esa capacidad para disparar hits como "Pensando em voce" y "Lágrimas de diamantes", y las nuevas "Voce" y "Cuantas vidas tú tienes", que anticipan el sonido del futuro Mucho poco.
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