"Me hacen acordar cuando con Ricardo fuimos a aquel barcito de Flores y lo único que queríamos hacer era volver a tocar", dijo Diego Arnedo en el Hipódromo de Palermo ayer por la noche antes de tocar "Par mil" y completar la primera decena de temas de la lista. "Bueno, esto es lo mismo. Estamos buscando el próximo recital." Visiblemente emocionado, el bajista observaba el campo y las plateas del show por los 30 años de Divididos , una celebración intergeneracional con entradas agotadas y Gustavo Santaolalla como invitado estrella. Sin quedarse atrás, Ricardo Mollo completó el mensaje para sus seguidores: "Agradecimiento eterno, a ustedes y a sus hijos".
El comienzo fue con las nuevas lecturas de "Che, ¿que esperás?", "Los sueños y las guerras" y "Haciendo cosas raras", el resultado de la regrabación de 40 dibujos ahí en el piso (1989), que salió hace semanas se editó con el nuevo títuloHaciendo cosas raras. Desde ahí, y respetando el esqueleto de un setlist modelo 2018, la aplanadora del rock desplegó todos sus recursos en casi tres horas de show. Buscó en las antípodas de Narigón del Siglo ("Tanto anteojo", "Ñapi de mamá") y Acariciando lo áspero ("Paraguay", "Cuadros colgados"), los infaltables ("Qué tal", "Salir a comprar", "Ala delta"), ejecutó algunos covers laterales ("Tengo", "Sucio y desprolijo", "Light my fire"), y hasta trajeron al escenario un octeto de cuerdas para un segmento con arreglos orquestales de herencia beatle en "Un alegre en este infierno" y "Spaghetti del rock". Pero en "Qué ves?", el revisionismo histórico llegó a su punto máximo con Gustavo Santaolalla en ronroco acompañando al trío en una jam expansiva. "Si ustedes supieran todo lo que pasamos en el ‘93 con ‘Canasto’ Santaolalla", dijo Mollo riéndose mientras se abrazaba con el productor de La Era de la Boludez, clásico que la semana que pasó cumplió 25 años.
"El 38", y su apéndice de "Whole lotta love" de Led Zeppelin, cerró el tercer segmento del show donde Catriel Ciavarella continuó imparable en la batería con su tesis de mazazos sin destilar. Y fue en la marcha militar de "Crua-chan" ("porque ahí empieza esta historia", dijo Mollo) y "Next Week", que el trío volvía a evocar el espíritu de Luca mientras se perdían debajo del escenario para saludar a la audiencia.
Aunque para el público la retirada era inminente, en la oscuridad, el cantante y guitarrista bromeó sobre el micrófono. "Parece que no conformó la lista". Y así, hicieron sonar "El Arriero" y con las luces del predio encendidas "El ojo blindado", coronando una noche que solo la lluvia y Arnedo podían detener: "Vámonos Ricardo, que se largó de nuevo el chubasco".
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