Grabación / La página de los discos. El álbum conceptual vuelve a dar batalla aquí y allá
David Byrne, Gorillaz y El Bordo editaron discos-obras
Del simple-canción al álbum que las recolectaba, de allí a la idea de disco-obra ( Sgt. Pepper como faro insigne) y de allí a la obra conceptual, la ópera rock, con Tommy de los Who a la cabeza. Un recorrido, una idea de progreso, que sigue imperando -y si el punk y su urgencia de canciones cortas se había mantenido firme, Green Day (¿es punk aún Green Day?) rompió el invicto con su American Idiot de 2004 ahora hecho comedia musical de Broadway- y cuya vigencia acaban de refrendar varias novedades de aquí y allá.
De allí lejos, llega Here Lies Love , de David Byrne y Fatboy Slim y en el que, bajo el paraguas del ciclo de canciones, toma como personajes a Imelda Marcos y Estrella Cumpas. El álbum doble cuenta la historia de la esposa de Ferdinand Marcos (presidente de Filipinas de 1965 a 1986). No la historia conocida, aquella de su opulencia y sus miles de pares de zapatos (¡más de 3000 pares!), sino el antes, el recorrido y la relación entre ella y Estrella, la persona que la crió y cuyos destinos pronto se separaron.
El álbum como obra, en estos tiempos de canciones sueltas yendo, viniendo y bajando por la red, adquiere más sentido que nunca y a Byrne, siempre tan reflexivo (ver, aparte, el libro que ha editado) esto no se le escapa. Here Loves Lies , explica en el libro interno, va creciendo así tema a tema, con una narrativa que es una "sucesión de emociones y no de eventos". Y para ello, para que las emociones encuentren su vehículo apropiado los autores eligieron diferentes voces para cada una de las 22 canciones de música bailable (Imelda era una apasionada de la disco) que va del soul a la disco de los 70 y de allí a la electrónica. Florence Welch (de Florence and the Machine) abre con un tema disco cuyo título es también el del álbum y que son las palabras elegidas para su epitafio. En otras pistas aparecen cantantes como Tori Amos, Martha Wainwright (en una musiquilla a lo Disney en "The Rose of Tacloban"), Cyndi Lauper, Camille, Kate Pierson y Natalie Merchant, entre otras, además de Steve Earle en "A Perfect Hand".
De afuera también ha llegado Plastic Beach , nuevo trabajo de Gorillaz, la banda-idea de Damon Albarn y Jamie Hewlett. Estos dos viejos amigos (músico el primero, dibujante de cómics el segundo) no se han contentado con hacer un disco, sino que crearon una banda entera falsa y conceptual. Un mundo propio, con músicos animados (Murdoc, Rusell, 2D y Noodle), discos, shows en vivo con músicos escondidos y una página web para seguir el juego casi sin límites. Plastic Beacg es la isla donde ahora han dedicidido refugiarse, ubicada en medio del océano, en el punto más lejano de la tierra habitada; una isla nueva, formada exclusivamente por los plásticos y residuos arrojados al mar. El líder de Blur y de varios proyectos más sumó a su viaje a músicos tan variados como Lou Reed, Mark E Smith, los rapperos Snoop Dog, Mos Def y De La Soul, el soulero Bobby Womack, los ex Clash Paul Simonon y Mick Jones, y la Orquesta siria de música árabe entre otros.
De aquí, en tanto, llegará esta semana a las bateas una novedad inesperada. El Bordo, la banda que surgió del colegio Carlos Pellegrini, decidió apostar fuerte en su quinto álbum, Historias perdidas . Según contó Alejandro Kurz (cantante, guitarrista y compositor de la banda) a la revista Rolling Stone , el disco cuenta la historia, que a ellos les contó un fan, de una pareja cordobesa que fue detenida en 1978. Separados, ambos pensaron que el otro había muerto; cumplida la condena, él se fue a Estados Unidos, ella se quedó en Córdoba. Inesperadamente, 25 años después se reencontraron y el amor volvió a brillar.
Nacidos en tiempos digitales y poseídos de la nostalgia de lo no vivido, Kurz y compañía eligieron para este sorprendente disco un arte de tapa que replica a un viejo grabador de cinta y una música que no les teme a las cuerdas, pero que abreva sobre todo en el rock argentino, aquel que comenzó verdaderamente en los setenta. Para finalizarlo, y no salir del concepto, un ruido de cinta anticipa para el paciente el tema escondido y redentor.
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